Ramon Vera Herrera
Unidad Independencia.Toda grieta un corazón
En diciembre de 2001, como parte de un desmantelamiento general, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) emprendió la retirada de su papel administrativo en la legendaria Unidad Independencia.
Creada en los años 70 para proveer de vivienda digna a los derechohabientes del IMSS y a sus familiares en un enorme terreno aledaño a lo que hoy es el Periférico sur, entre las avenidas San Bernabé y San Jerónimo, "la unidad", como la nombran los vecinos cariñosamente, fue en su momento una obra social que los gobiernos en turno pudieron lucir como parte del proyecto de bienestar que pregonaban los herederos modernos del México revolucionario. Plena de recovecos, jardines, canteros, dotada de un cine, un teatro, una clínica, un centro de convenciones, una plaza cívica y un deportivo, sus calles fueron bautizadas por el poeta Juan José Arreola con nombres tales como Venadito, Nocturno, Senderos Ocultos, Vespertinas, Pasionarias y otros igual de sugerentes. En términos urbanísticos se impulsaba una idea no opresiva del espacio, y en varios rincones hay pequeños patios de juego con modestos pero bien pensados juegos infantiles.
Cuando el IMSS se retira alegando no tener dinero ni capacidad de continuar velando por la unidad, algo que pasa también en la unidad Santa Fe, el supuesto papel que tenía en la seguridad, el mantenimiento, el abastecimiento de luz y agua, el servicio de limpia y otras varias funciones quedaron nulos. Esto coloca al enorme predio, y por tanto a más de 2 mil familias de condóminos, en un estado de indefinición e indefensión. Al abandonar el IMSS la unidad, no se torna de facto ni en estricto sentido parte pública de la delegación -en este caso Magdalena Contreras-, pero tampoco quedan claros los términos en que todas las funciones del Seguro Social, cuyo nivel es federal, se transferirán a una junta o un consejo de administración propio de quienes ahí viven, de acuerdo con la ley de condominios u otras regulaciones. Los dejaron volando.
No obstante, desde febrero los vecinos, alarmados por la cantidad de basura, la proliferación de pandillas, la falta de mantenimiento, los frecuentes cortes de luz y de agua, y el hecho de que nadie parece responsabilizarse, emprendieron un movimiento autogestionario que va dando pasos.
No todos los vecinos están ya en el movimiento, pero la ola crece: los equipos que mantienen y podan los jardines, que recogen la basura, que barren, que hacen guardias civiles no para sustituir a la policía pero sí para crear una red de cuidado mutuo y para responder a las emergencias creadas por grupos que los hostigan y amenazan, son dignos de un mérito civil que se difunde poco.
El movimiento autogestionario de la Unidad Independencia no responde a intereses de partido alguno ni a las consignas de organizaciones sociales o barriales que suelen montarse en esos movimientos trastocando su impulso. En la unidad es la gente común, muchos de ellos jubilados, quienes decidieron emprender gestiones con el gobierno de la ciudad y con el propio Seguro Social, en aras de democratizar las decisiones que definan el futuro, la sobrevivencia y viabilidad de la unidad.
Es un paso importante que se haya creado un espacio común -la asamblea de condóminos- para democratizar lo que podría terminar siendo un consejo de administración propio, y otros cargos voluntarios al servicio de la asamblea.
No la tienen fácil. El gobierno de la ciudad no se decide plenamente a asumir las tareas que podrían aligerar la carga de trabajo y los recursos necesarios en este futuro incierto. El IMSS, alegando cargas y carencia de recursos (se rumora que muchos se fueron en la corrupción en varios niveles de operación de la institución), no parece siquiera responder a los llamados de los vecinos, si bien se han proyectado difusas reuniones que hasta la fecha no concretan nada, y en cambio quisiera mantener bajo su férula los espacios públicos: el cine, el teatro, el deportivo, hasta la plaza cívica.
Se acerca el momento de la definición: los vecinos están empeñados en ser ellos quienes tomen las decisiones en asuntos que les competen, y si el IMSS no responde, que se retire del todo, dejando en sus manos las instalaciones completas. El IMSS parece empeñado en retirarse de lo que le conviene e inmiscuirse en la formación de cualquier órgano de decisión y administración. Para variar, la gente está resuelta a no dejarse.