Crecieron $258 mil 577 millones; equivale al
gasto social
Subieron pasivos del Fobaproa 46.8 por ciento en cuatro
años
Pendientes, informes de auditorías anunciadas
por la CNBV
ANTONIO CASTELLANOS
Los pasivos que el Fondo Bancario de Protección
al Ahorro (Fobaproa) le heredó al Instituto para la Protección
del Ahorro Bancario (IPAB) crecieron 258 mil 577 millones de pesos en cuatro
años, que representan un incremento de 46.8 por ciento, y equivalen
a todo el gasto destinado a educación, salud, seguridad social,
laboral, abasto y asistencia social, que en el primer semestre de 2002
sumó 254 mil 343.9 millones de pesos.
Todavía están pendientes los informes sobre
las auditorías que anunció la Comisión Nacional Bancaria
y de Valores (CNVB) para determinar si los interventores siguieron las
reglas establecidas, y las que los banqueros no aceptan para revisar las
operaciones reportables. Frente a ese escenario, el IPAB reiteró
que no canjeará los pagarés del Fobaproa por títulos
del IPAB. La ley le exige revisar las operaciones irregulares y regresar
a cargo de los bancos aquellas que no tengan el respaldo legal.
Los
pasivos estimados por el Fobaproa el 28 de febrero de 1998 sumaban 552
mil 300 millones de pesos; la última cifra de la deuda bruta del
IPAB consignada en el más reciente informe sobre finanzas públicas
asciende a 810 mil 877 millones de pesos.
Destaca la información que el saldo del Fobaproa
disminuyó 55.8 por ciento en términos reales y sumó,
al 30 de junio de 2002, mil 501 millones de pesos, como resultado de la
utilización de recursos para hacer frente al pago de las obligaciones
garantizadas para liquidar Banca Quadrum.
La historia que da origen al Fobaproa comienza en 1991,
10 años después de la nacionalización, cuando el gobierno
de Carlos Salinas de Gortari inicia la privatización del sistema
de banca múltiple para promover una economía abierta. El
informe del auditor canadiense Michael W. Mackey sostiene que la autorización
de los bancos se licitó al mejor postor. Se vendieron 18 bancos
a grupos financieros representados por 11 casas de bolsa y siete grupos
industriales o particulares. Se hizo evidente, señala el documento,
que los procedimientos no fueron los adecuados.
Los compradores de los bancos mexicanos en el periodo
de privatización de 1991 a 1992 estaban principalmente relacionados
con grupos industriales en los cuales las casas de bolsa transfirieron
sus operaciones al grupo financiero y este último compró
el banco.
Entonces hubo una excepción en las reglas de concentración,
se otorgó por un periodo de cinco años y se creó la
probabilidad de conflictos de interés. En la mayoría de los
casos los accionistas controladores carecían de experiencia crediticia
y el conocimiento técnico necesario de las prácticas bancarias
prudentes, además no fueron capaces o no quisieron contratar una
administración competente, precisa el informe.
Esto provocó un clima donde era más fácil
llevar a cabo operaciones irregulares, porque el proceso de privatización
se efectuó en un ambiente de pobre supervisión bancaria.
De ahí que un cierto número de bancos se concentró
en pocas manos, y los accionistas pudieron conducirse con menos supervisión.
En algunos casos la mayor parte del precio de compra se
financió con recursos prestados. Un ejemplo fue Inverlat y Banco
Unión. En este último, donde no se quiere ofrecer información
sobre los fideicomisos que se establecieron para financiar campañas
políticas del PRI, la mayor parte del capital se obtuvo de créditos
con otras instituciones financieras.
El saldo de la deuda neta, en el que se descuentan los
recursos del Programa de Apoyo a Deudores por 52 mil 769 millones, es de
758 mil 107 millones de pesos. Representa, según el más reciente
informe de finanzas públicas de la SHCP entregado al Congreso de
la Unión, 12.3 por ciento del PIB.
La situación del IPAB se complica porque no recuperará
los 18 mil millones de pesos por la venta de activos que se propuso para
este año, debido a las dificultades que se presentaron para vender
Cintra, la controladora de Aeroméxico y Mexicana de Aviación.
Consecuentemente, la deuda del instituto aumentará en la proporción
en que no se cumpla esta meta.
Para este año se proyecta la venta de una sola
aerolínea, que podría ser Mexicana de Aviación. De
esta operación podrían obtenerse unos 400 millones de dólares,
pero todavía no hay una seguridad. American Airlines se perfila
como uno de los posibles compradores, pero el enrarecimiento del mercado
aeronáutico ha retrasado el proceso.
En este escenario se proyecta que AeroMéxico se
venda en el primer semestre de 2003. Este retraso impactará los
programas del IPAB y de acuerdo con la información presentada, Aerocaribe,
Aerocozumel y Aeroexpress quedarán bajo el mando del nuevo dueño.
Por lo pronto, la deuda bruta del IPAB suma 810 mil 877 millones de pesos.