Nora Patricia Jara
En política social, los mayores logros de López Obrador
El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, llega a su segundo informe ante la Asamblea Legislativa convencido de la fortaleza de su administración y popularidad personal entre la gente, por lo que tratará de justificar el mayor gasto social destinado en una ciudad del país a programas sociales.
Su discurso parte de dos premisas: gobernabilidad con diálogo y acuerdo, y la resolución de los problemas de seguridad de los capitalinos. En lo político, su gobierno optó por actuar sin represión, con prudencia, sin caer en provocaciones, aunque no siempre con respeto a las garantías ciudadanas: ahí están las denuncias sobre tortura y la privatización de algunos espacios públicos.
En estos dos años, cuatro han sido hasta el momento las áreas de gobierno identificadas como prioritarias: gobierno, desarrollo social, desarrollo sustentable y administración y finanzas. Con ese esquema, ha obtenido logros relativos, como el que la delincuencia no se salga de control, y esto no es fácil si tomamos en cuenta que aquí se cometen dos homicidios diarios, que ocupamos el lugar 18 en la tabla de muertes violentas en el país, que se incrementaron los robos a casa habitación y los secuestros, aunque la autoridad lo niegue y señale que otros indicadores -como el robo de vehículos- se mantienen estables, junto al asalto a transeúntes y los robos a comercios.
En el combate a la inseguridad y la delincuencia, el discurso habla de darle un enfoque preventivo y global ante la problemática económica, relacionando este elemento con el aumento de la criminalidad. Sin embargo, en el sentir ciudadano lo que más importa son los resultados y no sólo la percepción de que falta comunicación para informar sobre los avances en la materia.
En cuanto a justicia, la administración perredista presenta déficit, ya que la procuraduría y la Secretaría de Seguridad Pública tienen omisiones, retardos e ineficacias en la intervención de servidores públicos; ahí está la recomendación 6/2002 de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal en ese sentido.
Sin duda es en el terreno social donde López Obrador cosecha los más importantes éxitos de su gestión. Con la meta de promover la pensión universal ciudadana y el establecimiento de un Estado igualitario, o un piso en el que los débiles y pobres tengan protección económica y social, el político tabasqueño logró avances en programas dirigidos a adultos mayores: en octubre, 320 mil ancianos de la ciudad contarán con apoyo económico y para 2003 se ampliará para incluir a 100 mil discapacitados.
También se otorgaron 20 mil becas para madres solteras, con un costo de 200 millones de pesos, monto muy por encima del programa de changarros del Ejecutivo federal en todo el país. Cerca de 6 mil 500 millones de pesos se canalizan a los programas de unidades territoriales de desarrollo social, que cuentan con mil 352 promotores. A lo anterior se suman el programa de vivienda -con una inversión de más de 2 mil millones de pesos y que se integra por 500 frentes de trabajo, con capacidad para generar 50 mil empleos-; el programa de fortalecimiento de la economía popular, mediante créditos recuperables para el autoempleo, y los programas de educación dirigidos a los jóvenes de menos recursos.
El gasto presupuestal de estas acciones ha sido criticado por la oposición de derecha en esta capital, sin embargo el gobierno de izquierda, hasta ahora maneja finanzas sanas, a pesar de la disminución de partidas federales; incrementó la recaudación de impuestos en 7 por ciento, mediante programas de exenciones y reducciones a las multas por morosidad; aplica la austeridad y canceló la publicidad, salvo la referida al plan de descuentos a deudores del GDF.
Con estos números en política social, las ocurrencias, como la construcción de un segundo piso en el Periférico y Viaducto, que derivó en la realización del primer plebiscito ciudadano en la ciudad de México, resultan hechos menores. El reto de López Obrador en estos 48 meses ha sido demostrar la viabilidad de un proyecto alternativo, exitoso y que intenta acabar con viejas inercias corporativas y clientelares que aún perviven en la política mexicana pero, si este es su objetivo central, se está apenas a mitad del camino.