Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 2 de septiembre de 2002
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TOROS

Ambos cumplieron 55 años de haber fallecido en el ejercicio de su vocación

Manolete y Joselillo: dos figuras de los ruedos que en la muerte comienzan a envejecer

Canceló la XEW su transmisión desde la Monumental Plaza Muerta

LUMBRERA CHICO

No cabe duda: los muertos también envejecen. El jueves de la semana pasada, Manuel Rodríguez Manolete cumplió 55 años de haber sido herido en la femoral por Islero de Miura, al que le cortó las orejas y el rabo al matarlo de un volapié, y de haber entrado en la enfermería de la plaza de Linares, en el sur de España, desangrándose a causa de una herida gravísima que, sin embargo, hoy podría ser fácilmente reparada por los médicos.

Pero al transcurrir cinco décadas y un lustro desde el histórico momento en que, gangrenada la pierna, invadido por una septicemia fulminante y cubierto con zarrapastrosos capotes de brega con los cuales intentaron en vano aliviarlo del frío originado por la fiebre, el Monstruo de Córdoba falleció a las cinco de la mañana del 28 de agosto de 1947.

Nadie recordó esta vez la efemérides.

La desaparición del torero que más ha conmovido a la afición mexicana de todos los tiempos -aparte de establecer un hito, según el cual la historia de la fiesta brava se divide en un antes y un después de él-, tuvo una réplica no menos dolorosa en nuestro país.

Porque en 1947, igualmente, víctima de una cornada mal atendida, murió el novillero mexicano José Laurentino López Joselillo, que había sido cornado en una pierna por el toro Ovaciones de Santín, durante un festejo en la Monumental Plaza México y, pese a que el equipo médico encabezado por los doctores José Rojo de la Vega y Tirso Cascajares lo operó con éxito, antes de trasladarlo al Sanatorio Español, jamás consiguió recuperarse completamente de la lesión.

Joselillo abandonó el hospital por su propio pie, sin hallarse totalmente curado aún, y se trasladó a su domicilio para continuar su convalecencia. La terapia, según los usos y recursos de entonces, consistía en baños de agua caliente y masajes para devolverle flexibilidad a los músculos. Idolo en potencia, con enorme porvenir, el novillero se entregó al tratamiento con ejemplar disciplina.

Una tarde, no obstante, al salir de la clínica donde lo trataban, Joselillo se dirigió a un banquete en el restaurante taurino El Taquito, en la calle de El Carmen, en el centro de la capital, y de pronto se sintió mareado y con jaqueca. Antes de que pudiera explicar la naturaleza de su malestar cayó desmayado. Fue conducido de nuevo al hospital y poco después moría. Los médicos descubrieron que un coágulo de la herida se le fue al cerebro y eso fue todo.

¿Alguien conmemoró el quincuagésimo quinto aniversario luctuoso de Joselillo? Tampoco. La memoria, recipiente esencial de una tradición tan antigua como la fiesta brava, olvidó esta vez rendir homenaje a dos figuras caídas en el terrible ejercicio de su vocación.

Ya vienen los niños toreros

El pasado lunes, esta página se refirió al alevoso comportamiento del locutor de la XEW que domingo a domingo narra para el auditorio de La Voz de la América Latina, los "extraordinarios" incidentes que, según él, ocurren en la arena de la Monumental Plaza Muerta, pero no suceden, ni de lejos en la realidad, lo que constituye un descarado fraude en perjuicio del público radial y una amenaza para los anunciantes que patrocinan tal espacio "informativo".

Ayer, en un acto de justicia poética, la W mandó a la banca al timador, para transmitir, en cambio, el segundo Informe del Presidente de la República. La Plaza Muerta, de este modo, sufrió un absoluto aislamiento electrónico, por el cual, excepto los mil despistados que entregaron su dinero en las taquillas del cementerio que regentea el Doctor R, nadie estuvo al tanto del atraco en contra de la fiesta que allí volvió a ser perpetrado.

Lo bueno es que, dentro de dos semanas, el lunes 16 de septiembre, volverán al coso de Mixcoac los niños toreros de la cuadra de Pepe San Martín, que tanto alboroto desataron a raíz de su presentación en aquel sitio. Tiempo habrá para reseñar los preparativos de su retorno.

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