MEXICO, S.A.
Carlos Fernández-Vega
Todos pierden en el juego de atínele a la cifra
Reina la incertidumbre sobre los crecimientos
NO ES NOVEDAD, pero resultaron suficientes sólo 72 horas para que el optimista mensaje presidencial sobre el comportamiento económico del país fuera puesto en duda: la meta oficial de crecimiento para 2002 (1.8 por ciento) podría estar en riesgo debido a la debilidad de Estados Unidos. "Ciertamente estaremos mirando esto cuidadosamente".
LA ANTERIOR NO ES UNA hepática reacción de algún integrante del círculo rojo, sino un serio comentario hecho ayer en Nueva York por el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, ante un grupo de inversionistas y analistas estadunidenses congregados por el Consejo de las Américas en esa ciudad.
EN MATERIA DE crecimiento de la economía mexicana en 2002, dos fueron los pronósticos oficiales que se difundieron a principios de año y que a lo largo del mismo se han venido ratificando, a pesar del débil comportamiento económico estadunidense: 1.7 por ciento, de acuerdo con las estimaciones de la Secretaría de Hacienda, y 1.8 por ciento, según los cálculos del Banco de México.
APENAS EL PRIMERO DE septiembre, el presidente Fox subrayaba ante el Congreso de la Unión que "ante las turbulencias económicas y políticas que amenazan a muchos países del mundo, México ha logrado avanzar y proteger lo alcanzado (...) Tenemos buenas perspectivas de crecimiento". Ese fue el mensaje, aunque obviamente nadie puede sostener que una tasa de avance económico de entre 1.7 y 1.8 por ciento en el año sea parte de las "buenas perspectivas de crecimiento" proyectadas por el inquilino de Los Pinos.
EL HECHO ES QUE AYER en Nueva York, de acuerdo con un despacho de la agencia Reuters, el gobernador del Banco de México dijo que "la meta de un crecimiento económico de 1.8 por ciento en 2002 en su país podría estar en riesgo debido a la debilidad de Estados Unidos, destino de la mayor parte de las exportaciones mexicanas. La tibia recuperación estadunidense hace que en México sean urgentes reformas estructurales (...) Necesitamos emprender varias reformas para reducir la dependencia de los ingresos petroleros". Hay incertidumbre sobre la recuperación estadunidense y, desde luego, por el riesgo de que vuelva a caer en recesión, con las obvias y contundentes consecuencias para México.
VICENTE FOX PRESUMIA en su segundo Informe de Gobierno que el gasto público en el sector social y en infraestructura alcanzó, en sus dos años de gobierno, montos nunca antes vistos, pero ante el Consejo de las Américas Guillermo Ortiz advirtió que ''es esencial incrementar el gasto público (...) Estamos -en México- invirtiendo muy poco en salud e infraestructura (...) Hay que aliviar la pobreza y mejorar el desequilibrio entre el norte y el sur".
EN 2001, EL PRESIDENTE Fox, junto con su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, y el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, protagonizaron un simpático juego ("atínele a la cifra") motivado por sus distintas proyecciones sobre la tasa de crecimiento de la economía nacional. Los dos primeros (el grupo de los ''optimistas'') defendieron a capa y espada que dicha tasa sería de 4.5 por ciento al cierre del año, mientras el segundo (el grupo de los ''pesimistas") aseguraba que se ubicaría en 3 por ciento. El intercambio de macro cálculos duró buena parte del año, hasta que la brutal realidad los obligó a reducir sus respectivas estimaciones: 4.5, 3, 2, 1, 0. Al concluir 2001 sólo hubo perdedores: la economía mexicana descendió 0.3 por ciento.
EN 2002 LA SITUACION no ha cambiado, a pesar del machacón discurso oficial -el de Fox y el del amigou Bush- de que la economía de Estados Unidos, ahora sí, entrará de nuevo en un proceso de jauja que salpicará, prácticamente en automático, a la mexicana. En los hechos, la economía del vecino del norte, de la que nuestro país depende en grado creciente, se encuentra más que atorada y lo único que ha recibido la mexicana han sido vanas esperanzas.
AL TÉRMINO DE SU participación en el Consejo de las Américas, Guillermo Ortiz también comentó que el tipo de cambio del peso frente al dólar rebasó las 10 unidades: "No hay nada mágico con el número (...) Hemos estado por arriba de los 10 pesos en el pasado y hemos estado en otros momentos bajo presión (...) Lo único que podemos decir es que el peso se va a mover".
LA REALIDAD NOS RECUERDA que, efectivamente, hace mucho -casi medio siglo- que el tipo de cambio del peso frente al dólar rebasó la barrera de las diez unidades. Fue en la Semana Santa de 1954, durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, cuando la paridad pasó de 8.5 a 12.5 pesos por dólar. No hay que olvidar que las 10 unidades reconocidas por Guillermo Ortiz en realidad son 10 mil pesos por dólar, lo que se traduce en una devaluación de 117 mil 647 por ciento en esos 48 años. El simple hecho de "borrar" o "desaparecer" tres ceros -genial idea de Carlos Salinas de Gortari y Pedro Aspe- no erradica el brutal impacto devaluatorio de nuestra moneda.
TODO INDICA, PUES, QUE las autoridades financieras y monetarias reiniciarán su decidida participación en el popular juego "atínale a la cifra". La única esperanza que queda es que después de la temporada de aprendizaje (2001) y de la de remiendo y enmiendo (2002), las proyecciones del gobierno del cambio sobre el futuro inmediato de la economía tengan más sustento.
Las rebanadas del pastel:
EL GIGANTE DE LOS MEDIOS de comunicación en Brasil, Organizacoes Globo, venderá su paquete mayoritario en tres subsidiarias televisivas con el fin de reducir su pasivo, de acuerdo con un despacho de la agencia Ap. Globopar, el holding y brazo financiero del consorcio, informó ayer que la familia Marinho, accionista mayoritaria de Globo, venderá su paquete de 90 por ciento de las tres subsidiarias, todas situadas en el estado de Sao Paulo. Las tres emisoras fueron adquiridas por José Hawilla, dueño de la empresa de mercadeo deportivo Traffic. En abril, Globopar dijo que esperaba recaudar entre 150 y 200 millones de dólares mediante la venta de activos para reducir su gran deuda, estimada en 2 mil 600 millones de reales (poco más de 825 millones de dólares)... Todo el apoyo y un solidario abrazo a Carmen Aristegui y Javier Solórzano, quienes sortean un nuevo embate contra la libertad de expresión.
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