Luis González Souza
Luto nacional
Hacia adentro y hacia afuera del país, México está de luto. Hace tiempo, al menos desde que México se convirtió en la economía-sótano de Estados Unidos, el 15 de septiembre, el día de la "Independencia nacional", se había vuelto un día con nada para celebrar, salvo los avances de una asfixiante dependencia. Ahora, además, se convierte en día de luto.
En 1994, la insurrección de los pueblos indios zapatistas abrió el horizonte de una nueva Independencia, tanto más creíble cuanto más incluyente de todos los mexicanos, tanto más vigorosa cuanto más afianzada en todas las vertientes de la dignidad. Hoy ese nuevo horizonte ha sido muerto por la torpe decisión de la Corte de Suprema Injusticia e Insensibilidad de este 6 de septiembre con la que se dio la puntilla al reclamo de los pueblos indios de ser incluidos, en pie de igualdad, con la dignidad a salvo, en el futuro desarrollo -entonces sí, desarrollo y no simple crecimiento- de nuestro país. Ya antes, como en un irresponsable juego de las sillas, donde cada cual le echa la culpa al otro, los poderes Ejecutivo y Legislativo se echaban la responsabilidad de no atender dicho reclamo zapatista y, por lo mismo, de no abrir un horizonte de paz y renovada independencia para México. Ahora le tocó el turno al Poder Judicial, con cuyo absurdo fallo, inclusive en términos jurídicos -Ƒahora quién vigilará la pulcritud siquiera procesal de una reforma a la Constitución?- cerró el triángulo del vacío presidencialista, a la par que el ciclo de piruetas para lograr, en México, la primera revolución sin lucha armada. En el mejor de los casos, Fox dejó de ser presidencialista sólo para abrir paso al peor de los poderes, al que ni siquiera tiene que afrontar la rendición de cuentas: el poder de la irresponsabilidad, el poder de los chivatos (yo no fui, fue Teté...), el poder de los merolicos (Ƒdónde quedó la bolita?).
La propia lucha zapatista se ha consolidado como el germen del movimiento global de los con-dignidad. A su vez, este movimiento, que ya es parte del paisaje internacional moderno, lleva en sus entrañas la semilla de una nueva independencia de las naciones, mucho más apalancada en la autonomía de los pueblos en todos sus segmentos que en las componendas de las cúpulas gubernamentales.
También estamos de luto porque las cúpulas de México, a un año de los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre en Estados Unidos, continúan cual ciegos atropellados a la mitad del Periférico. Peor aún, lejos de enlistarse en las filas adelantadas hacia el nuevo orden mundial, cuya necesidad se hizo más que evidente con el derrumbe aun físico de Wall Street y todo lo que representa, el Ƒgobierno? de México no atina más que a subordinarse más y más a la engañosa "guerra contra el terrorismo" de Bush II. Por eso (y por toda la no-política exterior del foximato) estamos de luto también hacia afuera del país.
Aun a riesgo de ser tachados como adeptos a teorías conspiracionistas -siempre "intelectualmente incorrectas", según dicen los que saben-, la embestida acaso final contra la Independencia de México nos parece bastante clara. Parece una embestida a dos, y hasta tres pinzas: 1) el arrinconamiento inclusive judicial de los pueblos indios, y del EZLN en particular, a modo de poder tacharlos luego como simples "terroristas"; 2) el reciclamiento, inclusive con el aval de países otrora avanzados en la lucha por un nuevo orden mundial, de la "guerra -of course global- contra el terrorismo", y 3) acabar de borrar la memoria histórica, junto con las dignidades nacionalistas que esta entraña, olvidándonos de celebrar bien y bonito -sobre todo en las legaciones diplomáticas de México en el extranjero- el día de la Independencia nacional de México (ya La Jornada de estos días reportó el avance en los esfuerzos por "privatizar" los festejos del caso).
Olvido, nunca. Recreación (actualización) crítica de la "independencia" de México, siempre; inclusive este 15 de septiembre tan atropellado, primero por la Corte de Suprema Ceguera y luego por la resubordinación a la "guerra contra el terrorismo". Celebremos, pues, pero por la nueva Independencia de México, que será con sus pueblos indios por delante, o jamás será. Nunca más... un México de luto.
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