Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 14 de septiembre de 2002
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Cultura
FORO DE LA CINETECA

Carlos Bonfil

Promesas

Testimonios infantiles La felicidad robada en Medio Oriente

LA SED DE tierra será saciada en sangre. La frase es del grupo terrorista Hamas y aparece, como tantas otras proclamas parecidas, sobre los muros de los campos de refugiados palestinos en las cercanías de Jerusalén. Dos comunidades enemigas, apenas separadas por retenes de inspección israelíes, alimentan los rencores por los crímenes y agravios del vecino odiado. ¿Cómo filmar la vida cotidiana en estos territorios y resumir la situación insoportable desde las miradas y puntos de vista de quienes la padecen? ¿Por qué no intentarlo por medio de testimonios infantiles, dando la palabra a quienes siempre se les ha negado, a los eternos menores, a quienes la guerra irónicamente ha dotado de una precocidad y una madurez asombrosas?

LOS REALIZADORES estadunidenses Justine Shapiro y B. Z. Goldberg, en colaboración con el editor y cineasta mexicano Carlos Bolado (Bajo California, el límite del tiempo), acometieron la tarea de entrevistar a siete niños judíos y palestinos para confrontar sus sentimientos y opiniones sobre el conflicto árabe-israelí. La idea surgió en 1995 y dos años después el proyecto comenzó a tomar forma. El resultado es Promesas, estupendo documental postulado al Oscar el año pasado.

DURANTE CUATRO AÑOS los cineastas recogieron testimonios infantiles, sin censurar declaraciones amargas, como la del niño rubio árabe Mahmad, partidario de los extremistas, y sus vehementes declaraciones de odio. Tampoco las reflexiones de Schlomo sobre el imperativo de vengar la sangre derramada de sus hermanos judíos. Cuando los gemelos Yarko y Daniel hablan del temor colectivo frente a los atentados suicidas palestinos en los autobuses, y de lo que significa vivir y crecer en un clima de inseguridad absoluta, el testimonio es perturbador por su inmediatez y crudeza. La cinta muestra así la forma en que el odio se ha instalado perniciosamente en las conciencias infantiles, pero de modo sorpresivo, y como materialización momentánea de alguna promesa, la forma en que también se instala el generoso deseo de comunicarse con el ser odiado.

EN EL FORO del año pasado otro documental, Niños de Kosovo, de Ferenc Moldovanyi, abordó un tema parecido; una adolescente exclamaba ahí: ''Tengo 17 años y nunca he sido feliz". En Promesas, los niños sí son felices por espacio de unas horas y todo parece entonces posible. Los realizadores consiguen que los niños israelíes crucen los retenes y visiten a sus compañeros palestinos entrevistados. El encuentro es formidable y doloroso. Una metáfora de la larga cadena de falsas reconciliaciones y desencuentros diplomáticos. Una constancia de la ironía y paradoja de ver aproximarse la paz a medida que se constata su irrealidad absoluta.

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