Olga Harmony
Cambios en el INBA
Otto Minera es un generoso y respetable hombre de teatro. Su apoyo como coordinador de Teatro en el INBA fue inestimable para que se formara la Academia de Arte Teatral, AC, de la que es miembro, por lo que los fundadores le estamos muy agradecidos. Por otra parte, Enrique Singer, por quien siento el más vivo aprecio, viene a relevarlo en la coordinación con la experiencia previa de haber dirigido la Compañía Nacional de Teatro (CNT) en el periodo de Mario Espinosa. Me atrevo a pensar que el cambio obedece, amén de otras cuestiones que ignoro, a las discrepancias tenidas en lo que respecta a la CNT, y no a los motivos que, según nota de Carlos Paul, algunos reporteros le achacan, tales como que haya sido nombrado por el depuesto Ignacio Toscano. Sin duda esos reporteros no estuvieron en las dos ocasiones -con motivo de la Mesa de Dramaturgos con que la Academia inició su serie de Mesas de Reflexión- en que públicamente, tanto Saúl Juárez como Daniel Leyva, se mostraron molestos por las declaraciones de Minera de que suprimiría la CNT, a lo que dio marcha atrás sin que nombrara, empero, a un responsable de la misma y sin que se cumplimentaran las formas tradicionales de producción, entre las que no es menor el pago de ensayos a los actores, ni se definiera un perfil para la misma. No se vale tratar de amarrar esas navajas entre dos dignos miembros de la comunidad teatral.
Hecho el cambio, me gustaría hacer algunas reflexiones. Desde luego que la CNT es ahora un membrete, desde hace varios años, pero es un membrete que responde, más que a un decreto presidencial, a la intención del Estado de ofrecer el mejor teatro posible al público en sus producciones, aun cuando una Compañía formal no sea posible en estos momentos por muchas razones. Singer hizo hincapié en sus primeras declaraciones en su interés por elevarla a su mayor rango. Sería importante que a cada teatro con que cuenta el INBA se le diera un perfil definido y el ideal es que cada uno, o por lo menos cada dos, tuvieran una dirección artística que apoyara a la CNT, viejo proyecto que no se ha llevado a cabo.
Tengo otras preocupaciones en mente, nacidas tanto de mi interés como de lo que escucho entre los teatristas. El teatro mexicano no se limita a la capital y es en proyectos que atañen a los estados en donde he estado en desacuerdo con Minera en el tiempo de su gestión. Ignoro si sea bueno haber regresado al esquema de las muestras estatales para llegar a las regionales de donde saldrán los montajes que irán a la Muestra Nacional, eliminando el procedimiento de que una dirección artística viera videos de las escenificaciones que ya se hacen en las diferentes entidades, antes de elegir las que presenciara en el sitio, con lo que se eliminaron muchos de los vicios a que ese sistema, adecuado en su momento, dio lugar. Es cosa de ver la Muestra de este año.
Lo que más me preocupa es lo que ocurre con el Programa de Teatro Escolar en los Estados a los que se han suprimido las asesorías. El año pasado se dejó a cada director hacer lo que quisiera libremente, sin entender que es responsabilidad estatal lo que se ofrezca a los alumnos, cosa que discutí con Minera. Para este año se conformó un jurado, al que fui invitada a ser parte y acepté porque era un paso hacia un necesario control del Programa por parte de las autoridades. Pero me di cuenta de que las asesorías siguen siendo necesarias, sobre todo las que el Grupo 55 daban a quienes deseaban hacer teatro para las primarias, que fueron la mayoría de los solicitantes.
Con todo el respeto que me merecen Luis de Tavira y su equipo, no creo que los seminarios en San Cayetano suplan esas asesorías. Por una parte, los integrantes de Casa de Teatro no son autoridad en teatro infantil. Por la otra, la formación teórica por sí sola no conduce a hacer mejores teatristas. La asesoría directa, el consejo para cada escenificación, son indispensables para aquellos que no tienen los instrumentos necesarios y que en el sistema anterior ayudaba a que conocieran sus carencias y procuraran obviarlas. Se daba el mejor teatro posible a los escolares y se profesionalizaba a los teatristas. Seminarios y asesorías deben ser complementarios.