Luis Javier Garrido
El Pemexgate
La lucha sorda librada por el gobierno foxista contra
la cúpula del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República
Mexicana (STPRM) no pretende hacer justicia, sino doblegar a la dirigencia
del PRI para que acepte la privatización de las industrias petrolera
y eléctrica en los términos exigidos por el gobierno de George
W. Bush y conforme lo ha demandado en la década reciente el Banco
Mundial, y esto no puede ya ocultarse a nadie por los riesgos que esta
situación entraña para el país.
1. El gobierno de Vicente Fox está perdiendo
una vez más la batalla en los medios al pretender hacer creer a
los mexicanos que las denuncias presentadas por la Secretaría de
la Contraloría contra ex funcionarios de Pemex y dirigentes del
STPRM forman parte de una supuesta lucha contra la corrupción, que
buscaría sanear a Pemex y moralizar al sindicato, y las preocupaciones
sobre lo que acontece son cada vez mayores. A nadie se le puede ya ocultar
que al tratar de desprestigiar a la empresa pública más importante
de América Latina y darle un golpe decisivo al viejo sindicalismo
mexicano y al PRI, lo que el foxismo pretende es alcanzar la reforma constitucional
para culminar la privatización de la paraestatal y entregar por
completo el sector energético del país al capital trasnacional.
2. Fox no parece haberse dado cuenta de que perdió
desde hace mucho tiempo toda credibilidad en cuanto a su supuesta honestidad,
y que esto ha tenido consecuencias políticas. Las mentiras continuas
de él y de sus colaboradores en asuntos de importancia nacional,
la forma en que encubrió los delitos del Fobaproa, la protección
otorgada a Salinas y a Zedillo, el presunto financiamiento ilegal de su
campaña en 2000 por grupos trasnacionales a los que habría
ofrecido beneficiarse de su política de privatizaciones, los actos
pequeños y grandes de corrupción que van desde el escándalo
de las toallas y las obras en su rancho de San Cristóbal con recursos
públicos hasta el tráfico de influencias en los grandes negocios,
todos estos hechos han mostrado, en menos de dos años, que el gobierno
foxista carece de toda ética en el ejercicio del poder.
3. La debilidad política de Fox en su enfrentamiento
con los priístas está marcada también por las perspectivas
que el foxismo asigna al sector energético en el futuro inmediato.
La culminación del proceso de privatización de petróleo
y electricidad en el presente sexenio es vista también por eso por
muchos analistas como un extraordinario negocio para Fox y sus amigos,
el cual les permitiría además consolidar un proyecto transexenal,
como están empezando a mostrar diversos estudios, en los que bancos,
inversionistas y especuladores tienen ya todo listo para que el petróleo
mexicano, que es un recurso estratégico de México, pase a
serlo de Estados Unidos, y para que los beneficios de esa industria, que
todavía es de la Nación, sean en el futuro de las trasnacionales.
4. El nerviosismo mostrado por la Casa Blanca en
estos meses por la crisis energética que se empieza a manifestar
ya en Estados Unidos, parece en todo caso haber contagiado también
al equipo foxista, de ahí todas las improvisaciones. Fox nunca tuvo,
porque no lo quiso, un proyecto de transición, en el que con un
objetivo democrático se desmantelara al viejo "sistema"; buscó,
por el contrario, arreglos con los principales responsables del antiguo
régimen, pero para seguir en la línea de Salinas y de Zedillo
de desmantelar al Estado y despojar a la nación, que es lo que ha
estado tratando de hacer. De ahí el equívoco que muchos tienen
al interpretar lo que está aconteciendo.
5. La confrontación entre dos grupos de
poder, los foxistas y los priístas, que con las reglas del antiguo
régimen y defendiendo los intereses de siempre se disputan el control
del Estado, no puede ocultar el hecho de que aquello que en realidad está
en juego es el destino de la nación.
6. Los acontecimientos de los días recientes
evidencian que se está negociando al margen de los mexicanos el
sector energético del país. Tras el inicio del proceso de
desafuero de los dirigentes petroleros, el emplazamiento a huelga del sindicato,
las entrevistas en Los Pinos entre Fox y la cúpula del PRI, y el
ofrecimiento del STPRM de devolver los 2 mil 200 millones de pesos desviados,
no aparecen nada más las viejas prácticas del pasado de negociar
la ley, sino una negociación impuesta por Fox en la que espera que
los priístas, con tal de salvar una serie de intereses particulares,
estén dispuestos a sacrificar los intereses de la nación.
7. El principal riesgo de la actual confrontación
entre Fox y un sector del PRI no está en que se haya detenido "la
transición", como dice el diario español El País
(18 de septiembre), ya que ninguna "transición democrática"
se haya en curso en México, o en que se vaya a una confrontación
violenta por la posesión de las instalaciones petroleras, como sugieren
otros analistas, que parecen desconocer la responsabilidad de los trabajadores
mexicanos, sino en el hecho de que las componendas que resulten del enfrentamiento
se acuerde la entrega a las multinacionales del sector energético
del país.
8. El gobierno foxista no tiene la autoridad moral
ni política para defender los intereses de México ante el
exterior, pero lo más grave es que no busca hacerlo y está
cediendo en todos los frentes, sin haber entendido que al abdicar de ésta,
que es su responsabilidad fundamental, está negando su viabilidad
histórica en un momento de extrema gravedad.
9. Las resistencias que manifiestan los países
donde se encuentran las mayores reservas de petróleo del mundo por
las pretensiones de Washington de controlar el sector energético
del planeta, están llevando a los halcones, tanto del Pentágono
como del Banco Mundial, a un escenario de decisiones de una irresponsabilidad
cada vez mayor, en el que México se halla en grave riesgo por las
políticas de Fox, carentes no se diga de patriotismo sino de la
menor inteligencia ante el futuro inmediato. Bush quiere derrocar a Saddam
Hussein no porque la capacidad militar de Irak represente un riesgo para
Estados Unidos, sino para controlar mediante un gobierno dócil las
segundas reservas petrolíferas del planeta, y se ha empeñado
en darle un golpe de Estado a Hugo Chávez en Venezuela no porque
éste sea "un enemigo de Estados Unidos", que no lo es, sino por
estar defendiendo el petróleo venezolano y la octava reserva del
mundo.
10. Los hechos sin embargo están ahí:
la defensa de los intereses de México no la va a hacer en los próximos
cuatro años el gobierno foxista, que ha cedido en todo ante Washington,
y es a las fuerzas de la sociedad a las que corresponderá esa responsabilidad.