Jaime Martínez Veloz
Teoría de juegos y política
Al integrarse la comisión legislativa instructora
para los desafueros con una mayoría de dos votos blanquiazules
de los cuatro totales, el PAN tiene en sus manos la decisión de
negociar la legalidad a cambio de apuntalar sus contrarreformas políticas.
Con esa ponderación política en la mesa instructora, el panismo
asegura el ajuste de cuentas a sus enemigos ideológicos, a los contrincantes
del foxismo; en suma, a quienes desee hacer objeto de una noche de los
cuchillos largos panistas.
Suponiendo, sin conceder enteramente, que las razones
para desaforar se ajusten a los criterios judiciales y legislativos, el
PAN puede utilizar a discreción esa mayoría de dos votos,
para aplicar la ley en su justa dimensión, sin criterios partidistas
ni ventajas estratégicas que le sugieran negociar la justicia. Si
creyéramos a pie juntillas en la mentada ética blanquiazul,
esperaríamos, por tanto, un escrupuloso empleo de los procedimientos
institucionales, que al tiempo de apegarse a la norma, fortalezcan al Poder
Legislativo.
Este escenario utópico, sin embargo, puede ceder
paso a la cruda realidad. Ninguna otra fuerza política garantiza
que el poder acaparado por el PAN en la mesa instructora tenga un manejo
equitativo, legal, justo, institucional, o responsable, como gustan de
llamar sofisticada y pedantemente.
El PAN tiene una oportunidad histórica para conducirse
con rectitud, de cara a la nación y anteponiendo a sus intereses,
la legalidad y el reclamo social de justicia; debe evitar la redición
de prácticas proverbiales que le valieron aportar al lado del PRI
términos y conceptos a la picaresca política mexicana. Si
de las concertacesiones el homo politicus blanquiazul hizo
escuela en su momento, con la institucionalidad debe rehabilitarse.
El PRI bien podría considerar acorralado un pilar
de su fortaleza; el sindicalismo vertical es ahora presa de la estrategia
panista hecha pasar como cruzada por la transparencia. Las dificultades
del gobierno federal con el Pemexgate como su causa célebre
consisten en cumplir las expectativas irreales que su ambición electoral
despertó en la sociedad.
Pero como al cambio ya nadie lo para, ni al gobierno nadie
lo calienta, la administración hará uso de cualquier estratagema
corroborada. Teniendo la fuerza decisiva en la comisión instructora
del Poder Legislativo, el PAN puede intentar negociar o chantajear al PRI,
y obligarlo a apoyar la reforma eléctrica, por ejemplo, a cambio
de impunidad a desaforados que lo merezcan. Junto con el voto del PRD,
los dos votos panistas doblegarían fácilmente la resistencia
priísta a desaforar legisladores del tricolor. De ahí
que el poder de negociación lo monopoliza el PAN, el cual fácilmente
prescindirá de escrúpulos que en otras condiciones impedirían
la impunidad.
Sin embargo, con la actual conformación de la mesa
instructora, el PAN se cura en impunidad. A sus cuadros, nunca se les podrá
desaforar de llegarse a requerir, a pesar de existir graves casos de corrupción,
que nada le envidiarían al priísmo. Por ejemplo, Los Amigos
de Fox, la inversión extranjera a la campaña de Fox, Atizapán,
y muchas otras tropelías, en una patria ordenada y generosa.
La lucha contra la corrupción reclama un acuerdo
de fondo entre todos los poderes y todas las fuerzas políticas;
la apuesta es alta, porque con un acuerdo sólo de coyuntura, son
altas las probabilidades de que resulte imposible una política de
mediano plazo.