DESFILADERO
Jaime Avilés
Contra el segundo piso
¿Quiere ayudar a López Obrador mostrándole
su aprecio y su respaldo? No lo dude: vote no
CONSULTA A LA PLEBE. Mañana, teóricamente,
los capitalinos dirán sí o no a la construcción de
un segundo piso en los viaductos y periféricos de la ciudad. (¿No
le parece correcta esta sintaxis? Piénselo: hay un Periférico
Norte, un Periférico Sur, un Viaducto Piedad, un Viaducto Tlalpan,
etcétera; en cambio, el segundo piso sería uno solo y el
mismo). Para que el veredicto de las urnas tenga carácter de obligatorio,
según la ley, deberán participar al menos 2 millones 200
mil personas: la mitad más uno del padrón electoral vigente.
Hasta
ahora, en la historia de las consultas a la plebe -eso quiere decir "plebiscito"-
que se han efectuado en el Distrito Federal, nunca se ha registrado, ni
de lejos, tamaña asistencia. El primer ejercicio de esta índole
se llevó a cabo en 1981, cuando un grupo de notables, afiliados
en su gran mayoría a la izquierda, nos preguntó si estábamos
a favor o en contra de la forma de gobierno que regía a la ciudad
de México. En números redondos, 300 mil personas respondieron
que no y exigieron un sistema democrático que les permitiese elegir
en forma directa, universal y secreta a sus autoridades.
Esa había sido una demanda largamente impulsada
por el Partido Comunista Mexicano, pero a partir de los años 70
encontró eco en el grueso de la población y tuvo consecuencias
positivas. En 1986, el gobierno de Miguel de la Madrid aprobó la
integración de una Asamblea de Representantes del Distrito Federal.
Años después, durante la administración de Salinas,
ésta se convirtió en Asamblea Legislativa y, en 1997, se
realizaron las primeras elecciones democráticas, de las que salió
vencedor el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Catorce años transcurrieron antes que otra fuerza
política invocara la figura del plebiscito para dirimir una cuestión
no prevista o contemplada en los cauces institucionales. En agosto de 1995,
bajo la persecusión militar del "gobierno" de Zedillo, el EZLN,
mediante la sociedad civil, preguntó a todos los habitantes del
país cuál debería ser, en el futuro inmediato, el
rumbo que había de seguir su lucha. Un millón de personas
se manifestó en favor de la vía pacífica; de éstas,
750 mil depositaron su boleta en el Distrito Federal.
Dos años después, en agosto de 1988, el
PRD, entonces dirigido por Andrés Manuel López Obrador, convocó
a una nueva consulta nacional -la segunda en la historia de México-,
ahora sobre la legalización del Fobaproa. Tres millones de personas
-750 mil sólo en el DF- votaron en contra. Siete meses más
tarde, en marzo de 1999, el EZLN volvió a usar la fórmula
del plebiscito, en esta ocasión para medir el apoyo ciudadano a
los acuerdos de San Andrés. El resultado, numéricamente,
fue el mismo: 3 millones se inclinaron por el sí y, una vez más,
750 mil lo hicieron en el DF. Esta ha sido, pues, en términos estadísticos,
la afluencia plebiscitaria en la capital.
Año |
Participantes |
Incremento |
1981 |
300 mil |
|
1995 |
500 mil |
65% |
1998 |
750 mil |
50% |
1999 |
750 mil |
0% |
Para que los resultados de mañana sean obligatorios,
y el GDF no tenga más remedio que construir el segundo piso en los
viaductos y periféricos por mandato del pueblo, la participación
ciudadana deberá crecer a una tasa mínima de 300 por ciento.
Semejanzas y diferencias
Síntomas de la profunda insatisfacción democrática
de una sociedad que estaba harta de vivir bajo las reglas no escritas del
sistema de partido de Estado, los cuatro plebiscitos anteriores al de mañana
compartieron los siguientes rasgos: no tuvieron reconocimiento ni validez
oficial, no contaron con un padrón de electores, no fueron publicitados
por los medios electrónicos ni gozaron de una importante propaganda
callejera. En cambio, todos sin excepción, produjeron resultados
unánimes, de 97 por ciento en promedio, en favor de las demandas
apoyadas por sus organizadores.
El ejercicio de mañana, por el contrario, será
auspiciado por una institución legalmente reconocida (el Instituto
Electoral del Distrito Federal), dispondrá de un padrón electoral
confiable y actualizado, ha sido promovido por la radio y la televisión
y, aunque tampoco generó una importante propaganda urbana, se resolverá
mediante una votación claramente dividida, en la que habrá
de prevalecer, sin embargo, con amplia ventaja, la postura de quienes se
inclinen por el Sí.
¿Quiénes votarán a favor de acuerdo
con las previsiones más razonables? En primer lugar, aquellos sectores
de la población que se han visto favorecidos por la política
social del gobierno citadino y que no vacilarán en expresar su agradecimiento
a López Obrador. Después, las bases organizadas del PRD,
seguidas por los desempleados que ven en la magna obra del segundo piso
la oportunidad de obtener un empleo fijo durante el resto del sexenio.
Por último, se sumarán los automovilistas que desean mayores
espacios de vías rápidas para circular por la ciudad.
En contra, segun esto, se manifestará la izquierda
fiel a las viejas demandas de transporte público moderno y eficiente,
que tenga como estructura básica un Metro bien ramificado, capaz
de sustituir tanto el uso del automóvil como de las infernales redes
de peseros y microbuses. A este bloque se agregarán los ecologistas,
enemigos de la contaminación provocada por los motores de gasolina,
así como los vecinos de zonas residenciales contiguas al Periférico,
temerosos de ser desplazados de sus casas, o perder sus jardines, o quedar
debajo de una autopista elevada que arrojará gases y ruidos en forma
ininterrumpida sobre sus propiedades.
Pero con base en las estadísticas y, habida cuenta
de la actitud fantasmagórica del gobierno capitalino, que en ningún
momento se ha esforzado por entusiasmar a nadie con un proyecto del que
nadie sabe media palabra, podemos apostar, doble contra sencillo, a que
el abstencionismo triunfará con amplísima ventaja y la concurrencia
no igualará siquiera la marca récord de 750 mil votos establecida
por las consultas de 1998 y 1999.
De la bola de cristal
Imaginemos: antes de iniciar las obras, el GDF deberá
expropiar largas franjas de barrios y colonias contiguas a la traza actual
de los viaductos y periféricos para construir las bajadas del segundo
piso. Los casatenientes afectados por esta medida entablarán miles
de juicios de amparo contra López Obrador y los pleitos legales
retrasarán sin duda el calendario de los ingenieros. Mientras tanto,
en aquellos tramos donde la gente no tenga motivos para protestar, comenzarán
los trabajos de excavación y con éstos los embotellamientos.
Usted deberá levantarse más temprano para
llegar al trabajo, tardará más de lo acostumbrado para regresar
a su domicilio, dejará y lo dejarán plantado involuntariamente,
una y otra vez, a causa del tráfico, y la ciudad se volverá
aún más hostil, dado el elevado incremento de pobres del
campo que se mudarán a la mancha urbana ansiosos de conseguir un
puesto de trabajo como albañiles. Serán cuatro años
de trastornos sin cuento y si, a la postre, la Corte da la razón
a quienes solicitaron amparos contra el GDF, éste se verá
obligado a dejar la cosa trunca.
¿Beneficios politicos para López Obrador?
Hacia mediados de 2005, la gente no se habría cansado aún
de maldecirlo en virtud de la irritación general provocada por los
embotellamientos de tránsito y las molestias colaterales, su popularidad
mostraría una franca tendencia a la baja y el propio Ricardo Monreal
lo pensaría dos veces antes de invitarlo a trabajar como su coordinador
de campaña.
Como quiera que sea, el segundo piso estaría terminado,
en el mejor de los casos, al final del sexenio, pero la consecuencia práctica
de esta obra ya la vivimos: moría la administración de López
Portillo cuando Hank González inauguró los ejes viales, que
agilizaron el flujo y elevaron las ventas de automóviles en el breve
lapso de unos muy pocos años, antes que las nuevas vías rápidas
se saturaran otra vez y Manuel Camacho inventara el programa Hoy no circula,
que a estas alturas tampoco nos sirve ya de mucho. Votar por el Si equivaldría
a repetir el mismo proceso.
Hace tiempo que no hablo con López Obrador, pero
tengo una sospecha: el silencio que ha mantenido al respecto desde que
echó a rodar la idea del segundo piso en viaductos y periféricos
revela que si algo no quiere es meterse en un problema de este calibre,
que no le augura nada bueno ni le redituará ninguna ganancia política.
¿Quiere usted ayudarlo, mostrándole su aprecio y su respaldo?
No lo dude: vote en contra. Pero cuando lo vea reclámele, por favor,
la absurda decisión que desde anoche impuso la ley seca sobre la
ciudad hasta el primer minuto del próximo lunes.
El viernes, al Zócalo
Mientras Fox, el PRI y el PAN continúan atrapados
sin salida, buscando la forma de evitar la huelga en Pemex y vender la
industria eléctrica a Enron, el Sindicato Mexicano de Electricistas
estará en el Zócalo, el viernes próximo, en el centro
de un mitin que dará a conocer el número de firmas que el
pueblo de México ha entregado hasta el momento para patentizar su
repudio a la privatización... El sábado anterior, esta columna
dedujo que si Estados Unidos invade a Irak, destruyendo la legalidad internacional,
George WC Bush se transformará en el Adolfo Hitler del siglo XXI.
Anteayer, durante una reunión privada, la ministra de Justicia del
gobierno alemán, Herta Daeubler Gmelin, influida tal vez por Desfiladero,
comparó al asqueroso texano con el jefe del III Reich. Jorge G.
Castañeda, en cambio, adelantó a los senadores del PRD que
México apoyará al marrano de la Casa Blanca para mayor gloria
de Fox.