Sacerdotes seductores y mujeres seducidas, tema
de su libro Sexo y confesión
René González revisa la vida sexual de
los clérigos fuera de bambalinas
El antropólogo analizó documentos del
Santo Oficio de los siglos XVIII y XIX
Las religiones que permiten el matrimonio ganan terreno
a la Iglesia católica, señala
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Clérigos seductores, mujeres seducidas. No es la
trama de una novela o una película, sino el tema de una investigación
de varios años que dio como resultado Sexo y confesión,
libro en el que el antropólogo Jorge René González
analiza una parte de la historia de la Iglesia católica por medio
del delito de ''la solicitación": la seducción en el confesionario.
La intención del libro, basado en documentos del
Tribunal del Santo Oficio de los siglos XVIII y principios del XIX ''es
dar a conocer algo que se maneja tras bambalinas: la vida sexual de los
clérigos, que la tenían y que era un aspecto importante",
señala en entrevista González Marmolejo, y agrega que esos
documentos también ''permiten conocer cuáles eran las prácticas
sexuales del hombre de esa época, porque no por el hecho de que
fueran religiosos significa que actuaban de manera diferente al hombre
común y corriente de esos años. Es de suponer que obtenían
el conocimiento de cómo seducir a una mujer gracias a la confesión
de 'sus hijos espirituales'".
Fantasías
y morbo
Los textos consultados abren la posibilidad de saber en
qué situación se encontraban las mujeres, generalmente analfabetas
y pobres, quienes muchas veces accedían a los requerimientos de
sus confesores porque éstos les ofrecían dinero, ropa y,
en ocasiones, habitación; aunque también hay casos de mujeres
de buena educación que eran ''solicitadas" por el clérigo
que se aprovechaba de su condición de confesor.
La vida sexual dentro de la Iglesia católica, añade
el investigador, ''es un tema que llama la atención, porque se han
tejido historias fantasiosas y salpicadas de morbo. La cuestión
del sexo y la religión siempre ha existido. Son conocidas las historias
de los papas que tenían barraganas (mujeres con las que convivían),
algunos tenían esposas e hijos".
La situación cambia con el Concilio de Trento (1547-1563)
y a partir de ahí, ante el secreto, aumentan las historias sobre
cómo ejercen los religiosos su sexualidad, incluso cuando están
sometidos al celibato.
La intención de Sexo y confesión,
coeditado por Plaza y Valdés y el Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes, ''no es criticar el celibato. Al tratar el tema procuré
no juzgar a esos sacerdotes, ellos ya fueron juzgados. Evité juicios
morales y sólo presento los documentos", indica González,
miembro fundador del Seminario de Historia de las Mentalidades de la Dirección
de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología
e Historia.
Sin embargo, para el autor ''la Iglesia tiene la obligación
de replantearse la cuestión del celibato, porque cada vez hay menos
vocaciones y parte fundamental de esto es consecuencia de ese deber. Los
católicos no confían mucho en un clérigo que es célibe,
que no tiene los problemas sexuales, familiares, de una pareja. Les están
ganando terreno los credos que sí permiten el matrimonio. Basta
ver cuántos grupos religiosos existen en los que el pastor tiene
el derecho de casarse. La de la Iglesia católica es una doctrina
muy vieja".
La investigación para ese libro requirió
revisar 350 denuncias o autodenuncias de sacerdotes por el delito de solicitación
sólo en el arzobispado de México que, junto con libros prohibidos
y la bigamia, es de los más recurrentes en los documentos de la
Santa Inquisición. De estos 350, 80 corresponden a procesos en los
que hubo un juicio y se impuso un castigo.
La condena siempre era para el confesor, porque ''la mujer,
aunque hubiera inducido o aceptado la seducción, nunca era culpable".
El castigo para el clérigo infractor era la expulsión del
lugar donde cometió el delito, era enviado varios meses a un convento,
no podía votar o ser electo para cargos eclesiásticos, nunca
se les permitía confesar de nuevo, además de que la condena
era leída a todos los miembros de su comunidad, es decir, ''quedaba
marginado de por vida".
Debilidades, gustos y pasiones
Uno de los temas que ha causado polémica en los
meses recientes es el de los sacerdotes pederastas y homosexuales, aunque
en este libro el investigador sólo se ocupa de los casos que se
refieren a las mujeres, tanto laicas como religiosas, porque -explica-
en los siglos que atañen a su estudio, la mayoría de los
documentos, 95 por ciento, están dedicados a esos asuntos. ''Esto
quiere decir que los clérigos homosexuales eran muy pocos. Entre
los documentos que estudié hay consignados unos 10 casos, y de ellos
ninguno terminó en proceso, sólo se quedó en denuncia''.
Los sacerdotes ''son personas comunes y corrientes, con
debilidades, gustos, pasiones, amores, desamores. Más allá
de juzgar su desviación del sacramento, nos damos cuenta de que
son igual de inspirados, si son correspondidos en amores, o de desgraciados,
si no lo son. Lo que pretendo es rescatar esa parte humana", concluye el
investigador.