Homenaje al escritor yucateco en sus 70 años
Juan García Ponce ya vivió más
que Pavese o Musil
Huberto Batis y Armando Pereira destacan en Bellas Artes
la honestidad intelectual del homenajeado
CARLOS PAUL
En 1967 un médico le vaticinó a Juan García
Ponce 15 días de vida, a causa de la esclerosis múltiple
que desde entonces padece. Ayer, a treinta y cinco años de ese diagnóstico,
el escritor recibió un homenaje en la sala Manuel M. Ponce del Palacio
de Bellas Artes por sus 70 años de vida.
"Contra viento y marea -expresó el homenajeado
en voz de su asistente María Luisa Herrera-, hoy cumplo 70 años,
aunque llego a ellos bastante deteriorado. Ya sólo puedo, por voluntad
propia, mover ojos y boca, pero me conservo delgado, y juro que no me pinto
el pelo.
''Hoy
puedo decir, ¿quién me quita lo bailado? No creo en Dios,
soy un ateo absoluto", dijo para luego revelar: "tengo una carta ordenando
cómo se me debe tratar cuando muera: que me velen en el ISSSTE,
me quemen y mis cenizas las tiren al basurero".
El autor de La cabaña comentó que
algunos de sus amigos le han dicho que está enamorado de su asistente,
"lo cual no es verdad en absoluto", aclaró.
Luego de expresar sentirse contento por ser el "único
que tiene una segunda edición" de su libro Autobiografia precoz,
escrito en 1966 a instancias de Emmanuel Carballo para la colección
denominada Nuevos Escritores Mexicanos del Siglo XX, García Ponce
manifestó: "Esta autobiografía fue escrita cuando tenía
34 años y sólo había publicado las novelas Figura
de paja y La casa en la playa, así como los cuentos La
noche, Imagen primera, Encuentros y el libro de ensayos Cruce de
caminos. Muchos de los críticos de entonces, con excepción
de Rafael Solana, dijeron que no iba a escribir más. Fue mentira.
Seguí escribiendo y mucho. Entre otras cosas, crítica de
pintura, sobre todo de Manuel Felguérez".
La obra de García Ponce abarca casi 100 titulos,
sus libros ''indagan la relación entre vida y cultura, los sutiles
matices que dan forma a la conciencia y los riegos de la alteridad. Apartado
de modas y escuelas, se ha convertido en una leyenda viva para las letras
mexicanas contemporáneas".
En el acto, el escritor anunció que "le ha pedido
a María Luisa -su asistente desde hace 12 años- que cuando
me muera sea ella la que escriba mi biografía. Después de
todo, antes de ponerme a dictarle, platicamos mucho; tanto, que ahora ella
sabe de mi vida casi todo.
"Los imbéciles dicen que las coincidencias no existen
o no tienen importancia. Yo sólo creo, a falta de Dios, en la literatura
y las coincidencias. Uno siempre puede dar la vuelta en una esquina y encontrarse
con la mujer que va a ser la más importante de su vida, por ejemplo.
Siempre también hago comparaciones: ya he vivido más que
Cesare Pavese, James Joyce, Robert Musil, Faulkner y Bataille. Sólo
quiero terminar diciendo que deseo, a pesar de mi condición deteriorada
y de no poder hablar en público, vivir tanto como Thomas Mann, Hermann
Hesse, Henry Miller, Pierre Klossowski o Ernest Jünger.
''Pero basta de chismes -cortó el escritor. Es
todo por ahora. Meche me está esperando para comer un buen puchero
yucateco, donde nací. Los yucatecos son separatistas; el grito de
la independencia no tiene importancia para ellos, y en cambio mi orgullo
es ser el escritor yucateco Juan García Ponce".
En el homenaje Huberto Batis, quien escribió el
prologo de Autobiografía precoz, recordó, entre otras
cosas, cómo un grupo de artistas renunció a trabajar en la
Casa del Lago en protesta por la "expulsión" de Juan Vicente Melo
como director de ese espacio cultural, mientras Armando Pereira, en su
puntual análisis de la obra de García Ponce, destacó
su "honestidad intelectual, que no se ha doblegado ni ante premios, ni
becas, ni ante las modas del mercado, que hoy parecen ser los señuelos
de muchos escritores. Para él, la literatura no es un medio para
ganar dinero, prestigio o prebendas. 'El arte vive porque las preguntas
permanecen', dice Juan".