Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 24 de septiembre de 2002
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Espectáculos
Ana Francis Mor, la directora, recurre a tres personajes femeninos de la Biblia

Bellas atroces busca romper con el estigma del amor entre mujeres

"A las lesbianas se nos ha ignorado, porque hay quienes piensan que sólo podemos hacer pijamadas"

"Los artistas tenemos la obligación de ser los ojos y el alma de un país", afirma

MARIANA NORANDI ESPECIAL

Tratar el tema de la homosexualidad en el teatro sigue siendo complicado, pero imprescindible, pues representa una vía para que nuestra sociedad empiece a entender, respetar y tolerar el amor entre personas del mismo sexo. En el Centro Cultural Helénico se presenta la puesta teatral Bellas atroces, escrita por Elena Guiochíns y dirigida por Ana Francis Mor.

La obra recurre a tres personajes bíblicos femeninos: Lilit (Cecilia Sotres), símbolo de mujer rebelde que buscó los mismos derechos que Adán; Eva (Marisa Rubio), modelo de pecado y tentación, y María (Vanessa Ciangherotti), imagen de madre casta y pura. Como primeras mujeres en la historia del cristianismo, ellas originaron arquetipos que son quebrantados en esta puesta en escena, la cual defiende el derecho al placer y al amor entre mujeres. Los tres personajes son observados por una Invitada (María Renée Prudencio), quien representa el amor secreto, el miedo a aceptarse, el homosexual de clóset.

Al finalizar uno de los últimos ensayos, platicamos con la directora acerca del montaje y del tema abordado.

Distancia en la evolución mental

-¿Cómo surge la idea de esta obra?

-A partir de un viaje que hice el verano pasado a París y Madrid, donde, curiosamente, presencié las marchas del orgullo gay. Al frente de la marcha de París iba el alcalde de la ciudad; eran 50 mil personas. En Madrid, donde puede entender el discurso, vi que los líderes pedían, entre otras cosas, que la operación para transexuales fuera incluida en el seguro social. Peticiones que me hicieron ver lo atrasado que estamos en este país. Me dio mucha envidia y me dieron ganas de dos cosas: la primera, irme para allá. La segunda, regresar a México y hablar de por qué hay tanta distancia de evolución mental.

-¿Por qué recurrir a tres personajes bíblicos para representar el amor entre mujeres?

-Para romper con el estereotipo de que una mujer es puta, virgen y casta, o rebelde. Cuando no es así, las mujeres somos seres más complejos y tenemos un poco de todo.

-Esta obra se va a estrenar en un momento en que se calmó el revuelo producido con El crimen del padre Amaro, en la que las escenas de erotismo y religión fueron muy criticadas. ¿Cómo crees que pueda reaccionar el público ante una María lesbiana o una Eva que se masturba?

-Supongo que va a ser impactante. Sé que es una obra fuerte, pero necesaria, y más en un momento en que un pequeño círculo de poder quiere regresarnos 200 años atrás.

-¿A qué grupo de poder te refieres?

-A los que se atrevieron a levantar una demanda contra El crimen del padre Amaro, como si la sociedad mexicana no supiera decidir qué quiere ver y qué no.

-¿Esta obra viene a reforzar el sentimiento de esa parte de la sociedad mexicana que opina que la Iglesia debe actualizarse?

-Los artistas tenemos la obligación de ser los ojos y el alma de un país.

-¿Crees que el amor entre mujeres todavía es un tabú?

-Hemos pasado de la ignorancia absoluta al desprecio. A las lesbianas se nos ha ignorado porque hay quienes piensan que, en ausencia de pene, lo más que podemos hacer son pijamadas. Nos queda mucho por lograr, pero ahí vamos. Algo urgente es la aprobación de la ley de sociedades de convivencia. Es absurdo que mi mujer y yo no podamos abrir una cuenta de banco ni sacar un crédito hipotecario ni tener un seguro médico juntas. Es increíble que los empresarios en México no se den cuenta del buen negocio que representa la comunidad homosexual. Somos una comunidad con gran poder económico porque las dos partes de la pareja trabajan y, por lo general, no hay hijos ni casas chicas.

El feminismo tiene una etiqueta mal puesta

-Algo que llama la atención del boletín de prensa de Bellas atroces es que se aclara que esta obra no es feminista, como si fuera algo negativo. ¿Crees que el feminismo ha pasado de moda en un mundo en el que se está a punto de lapidar a una mujer por concebir un hijo fuera del matrimonio, o en un país donde el asesinato de 275 mujeres, como ocurre en Ciudad Juárez, se mantiene en la mayor impunidad?

-Pusimos eso porque tenemos que lidiar con medios de comunicación muy tendenciosos, y el feminismo tiene una etiqueta de agresión mal puesta. El feminismo ha pasado por una etapa agresiva porque era la única manera de poner límites a la opresión que sufría la mujer, pero sin el trabajo que realizó esa generación de feministas nosotras no podríamos haber hecho esta obra. La sociedad mexicana no ha sabido entender que las feministas ya superaron esa etapa de agresión y que, en la actualidad, están por la lucha legal, de derechos, en busca de una vida armónica con el otro género.

Para hacer un espectáculo se requiere que el tema te apasione

-Para tratar en el teatro el tema gay, ¿es mejor que sea realizado por homosexuales?

-No lo sé. Creo que lo que se necesita para hacer un espectáculo es que el tema te apasione, independientemente de tu preferencia sexual. En este montaje no todas somos lesbianas y, sin embargo, el discurso para todas es el mismo.

-En tu obra anterior, La noche que raptaron a Epifania, también existía una búsqueda interior de los personajes femeninos. ¿Cómo vives ese proceso creativo?

-Yo crecí en un mundo de mujeres, soy la menor de cinco hermanas y desgraciadamente crecí con una muy mala imagen de la masculinidad. El proceso que he encontrado para reconciliarme con el mundo y con el otro género ha sido a partir de mí misma y de buscar el reconocimiento de las mujeres.

-Ultimamente hemos visto en obras como Los monólogos de la vagina o SURrealismo que el papel de la mujer en el teatro está cambiando. ¿Qué te gustaría transformar de los personajes femeninos tradicionales?

-Por lo general, cuando una obra se centra en la problemática de las mujeres, son problemas a partir de lo masculino, como si las mujeres fuéramos en función de los hombres. En ese sentido, mi trabajo busca conocernos, saber quiénes somos, de qué estamos hechas y descubrir nuestra sexualidad, que a veces nos es tan ajena.

-¿Qué te gustaría transmitir con esta obra?

-Lo importante que es mantener vivo el deseo.

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