Ana Francis Mor, la directora, recurre a tres
personajes femeninos de la Biblia
Bellas atroces busca romper con el estigma del
amor entre mujeres
"A las lesbianas se nos ha ignorado, porque hay quienes
piensan que sólo podemos hacer pijamadas"
"Los artistas tenemos la obligación de ser los
ojos y el alma de un país", afirma
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Tratar el tema de la homosexualidad en el teatro sigue
siendo complicado, pero imprescindible, pues representa una vía
para que nuestra sociedad empiece a entender, respetar y tolerar el amor
entre personas del mismo sexo. En el Centro Cultural Helénico se
presenta la puesta teatral Bellas atroces, escrita por Elena Guiochíns
y dirigida por Ana Francis Mor.
La obra recurre a tres personajes bíblicos femeninos:
Lilit (Cecilia Sotres), símbolo de mujer rebelde que buscó
los mismos derechos que Adán; Eva (Marisa Rubio), modelo de pecado
y tentación, y María (Vanessa Ciangherotti), imagen de madre
casta y pura. Como primeras mujeres en la historia del cristianismo, ellas
originaron arquetipos que son quebrantados en esta puesta en escena, la
cual defiende el derecho al placer y al amor entre mujeres. Los tres personajes
son observados por una Invitada (María Renée Prudencio),
quien representa el amor secreto, el miedo a aceptarse, el homosexual de
clóset.
Al finalizar uno de los últimos ensayos, platicamos
con la directora acerca del montaje y del tema abordado.
Distancia en la evolución mental
-¿Cómo surge la idea de esta obra?
-A
partir de un viaje que hice el verano pasado a París y Madrid, donde,
curiosamente, presencié las marchas del orgullo gay. Al frente de
la marcha de París iba el alcalde de la ciudad; eran 50 mil personas.
En Madrid, donde puede entender el discurso, vi que los líderes
pedían, entre otras cosas, que la operación para transexuales
fuera incluida en el seguro social. Peticiones que me hicieron ver lo atrasado
que estamos en este país. Me dio mucha envidia y me dieron ganas
de dos cosas: la primera, irme para allá. La segunda, regresar a
México y hablar de por qué hay tanta distancia de evolución
mental.
-¿Por qué recurrir a tres personajes bíblicos
para representar el amor entre mujeres?
-Para romper con el estereotipo de que una mujer es puta,
virgen y casta, o rebelde. Cuando no es así, las mujeres somos seres
más complejos y tenemos un poco de todo.
-Esta obra se va a estrenar en un momento en que se calmó
el revuelo producido con El crimen del padre Amaro, en la que las
escenas de erotismo y religión fueron muy criticadas. ¿Cómo
crees que pueda reaccionar el público ante una María lesbiana
o una Eva que se masturba?
-Supongo que va a ser impactante. Sé que es una
obra fuerte, pero necesaria, y más en un momento en que un pequeño
círculo de poder quiere regresarnos 200 años atrás.
-¿A qué grupo de poder te refieres?
-A los que se atrevieron a levantar una demanda contra
El crimen del padre Amaro, como si la sociedad mexicana no supiera
decidir qué quiere ver y qué no.
-¿Esta obra viene a reforzar el sentimiento de
esa parte de la sociedad mexicana que opina que la Iglesia debe actualizarse?
-Los artistas tenemos la obligación de ser los
ojos y el alma de un país.
-¿Crees que el amor entre mujeres todavía
es un tabú?
-Hemos pasado de la ignorancia absoluta al desprecio.
A las lesbianas se nos ha ignorado porque hay quienes piensan que, en ausencia
de pene, lo más que podemos hacer son pijamadas. Nos queda mucho
por lograr, pero ahí vamos. Algo urgente es la aprobación
de la ley de sociedades de convivencia. Es absurdo que mi mujer y yo no
podamos abrir una cuenta de banco ni sacar un crédito hipotecario
ni tener un seguro médico juntas. Es increíble que los empresarios
en México no se den cuenta del buen negocio que representa la comunidad
homosexual. Somos una comunidad con gran poder económico porque
las dos partes de la pareja trabajan y, por lo general, no hay hijos ni
casas chicas.
El feminismo tiene una etiqueta mal puesta
-Algo que llama la atención del boletín
de prensa de Bellas atroces es que se aclara que esta obra no es
feminista, como si fuera algo negativo. ¿Crees que el feminismo
ha pasado de moda en un mundo en el que se está a punto de lapidar
a una mujer por concebir un hijo fuera del matrimonio, o en un país
donde el asesinato de 275 mujeres, como ocurre en Ciudad Juárez,
se mantiene en la mayor impunidad?
-Pusimos eso porque tenemos que lidiar con medios de comunicación
muy tendenciosos, y el feminismo tiene una etiqueta de agresión
mal puesta. El feminismo ha pasado por una etapa agresiva porque era la
única manera de poner límites a la opresión que sufría
la mujer, pero sin el trabajo que realizó esa generación
de feministas nosotras no podríamos haber hecho esta obra. La sociedad
mexicana no ha sabido entender que las feministas ya superaron esa etapa
de agresión y que, en la actualidad, están por la lucha legal,
de derechos, en busca de una vida armónica con el otro género.
Para hacer un espectáculo se requiere que el
tema te apasione
-Para tratar en el teatro el tema gay, ¿es mejor
que sea realizado por homosexuales?
-No lo sé. Creo que lo que se necesita para hacer
un espectáculo es que el tema te apasione, independientemente de
tu preferencia sexual. En este montaje no todas somos lesbianas y, sin
embargo, el discurso para todas es el mismo.
-En tu obra anterior, La noche que raptaron a Epifania,
también existía una búsqueda interior de los personajes
femeninos. ¿Cómo vives ese proceso creativo?
-Yo crecí en un mundo de mujeres, soy la menor
de cinco hermanas y desgraciadamente crecí con una muy mala imagen
de la masculinidad. El proceso que he encontrado para reconciliarme con
el mundo y con el otro género ha sido a partir de mí misma
y de buscar el reconocimiento de las mujeres.
-Ultimamente hemos visto en obras como Los monólogos
de la vagina o SURrealismo que el papel de la mujer en el teatro
está cambiando. ¿Qué te gustaría transformar
de los personajes femeninos tradicionales?
-Por lo general, cuando una obra se centra en la problemática
de las mujeres, son problemas a partir de lo masculino, como si las mujeres
fuéramos en función de los hombres. En ese sentido, mi trabajo
busca conocernos, saber quiénes somos, de qué estamos hechas
y descubrir nuestra sexualidad, que a veces nos es tan ajena.
-¿Qué te gustaría transmitir con
esta obra?
-Lo importante que es mantener vivo el deseo.