VENTANAS
Eduardo Galeano
El Cuco
JUGANDO SIN PARAR, todos mezclados con todos, los chiquilines vivían en alegre revoltijo con los bichos y las plantas.
Pero un mal día, alguien, algún caminante de paso, llegó hasta aquel resto de estancia en los campos de Paysandú, y trajo el susto:
-šCuidado, que viene el Cuco!
-šViene el Cuco y te lleva!
-šViene el Cuco y te come!
Olga Hughes advirtió los primeros síntomas de la peste del miedo. La enfermedad que no tiene farmacia había atacado a sus hijos numerosos. Y entonces eligió, entre sus numerosos perros, al más raquítico, al más inofensivo y querendón, y lo bautizó Cuco.