TUMBANDO CAÑA
Ernesto Márquez
Veracruz, nicho prodigioso para el son cubano
COMO Y CUANDO llega el son cubano a tierras veracruzanas no ha podido quedar debidamente clarificado. La memoria popular cita fechas, da nombres y apunta situaciones o personajes que, según se discurre de boca en boca, pudieron haber sido los gestores del fenómeno musical antillano en esos lares.
PERO LA MEMORIA popular suele contradecirse con quienes se han dedicado a estudiar la diáspora y desarrollo del son cubano en tierras veracruzanas. Gonzalo Martré en su libro Rumberos de ayer, Rafael Figueroa en su Salsa mexicana y Merry Mac Masters en Recuerdos del son dan por sentado que con la entrada del Son Cuba de Marianao al puerto de Veracruz, en 1928, se "oficializa" la llegada del son cubano a México.
"Aprendí a tocar fijándome en ellos"
ESTO, AL PARECER, se desprende de la noticia aparecida en un diario local, en la que se informaba de la presencia de un conjunto cubano "de exóticos instrumentos" que se presentaría en el zócalo porteño, y de lo que José Macías, el famoso Tapatío (percusionista y director del Son Clave de Oro, la primera agrupación de son instituida como tal en México), le confesara a Merry en entrevista dos años antes de que falleciera a consecuencia de la diabetes: "Yo aprendí a tocar fijándome en ellos y detrás de mí vinieron todos los demás". Cosa que ratifica don Julio del Razo, cantante, tresero y percusionista, y el también cantante y percusionista veracruzano Manolo Ramos, "el último de los soneros".
PERO LA DUDA PERSISTE. "No puede ser, antes de que llegara el Son Cuba de Marianao ya había soneros en Veracruz", asegura Miguel Angel Montoya, investigador y periodista jarocho que lleva un fiel registro del acontecer musical sonero en el puerto.
Conocido desde finales
del siglo XIX
CIERTAMENTE EL SON ya era conocido en México desde finales del siglo XIX, cuando empezaron a llegar las compañías del teatro Bufo Habanero, que incluían en sus programas, o como atractivo aparte, grupos musicales que cumplían la función de hacer más amenas las puestas en escena y que cuando terminaban las funciones eran contratados para animar veladas populares.
EL SON SE empieza a colar en el ánimo de la gente que lo canta y baila sin saber cómo, pero animada por su ritmo cadencioso y pegajosas melodías. Los músicos eran bien aceptados y tratados de manera condescendiente por lo que muchos decidieron quedarse entre nosotros. A partir de ese momento el son comienza a viajar expresándose por todo el litoral del Golfo, desde Mérida hasta el puerto de Veracruz, pasando por Campeche, Tabasco y la cuenca del Papaloapan.
Proximidad y alegría
LA ALEGRIA NATURAL de la gente porteña, la proximidad con una de las regiones musicales más prominentes de la Antillas y el tráfico comercial con La Habana hicieron que el puerto de Veracruz se tornara en un nicho prodigioso para esta música que, con la afluencia cada vez mayor de ciudadanos cubanos, se iba fortaleciendo.
GRACIAS AL DANZON, que había llegado en 1887, los veracruzanos tenían nociones de la música cubana y ya tocaban algo de sus otras expresiones, por lo que empezaron a aparecer instrumentistas locales que habían aprendido "de oído" o "por fantasía" a tocar a su aire guajiras y sones con un sonido que no era el clásico cubano.
ESTE ES EL origen que cita la memoria popular del actual y averacruzanado son cubano, y ése el punto que motiva el tema central Diáspora y desarrollo del son que da pie a la realización del Festival del Son Veracruz 2002, a llevarse a cabo del 17 al 20 de octubre en la ciudades de Veracruz, Jalapa, Santiago y San Andrés Tuxtla.
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