Encuestas ubican al petista "a gran distancia" del oficialista José Serra
Ni golpes del mercado, ni la guerra sucia del narcotráfico han frenado la carrera de Lula
Los oponentes tratarán de forzar una segunda vuelta hoy, en un debate televisivo
STELLA CALLONI ENVIADA
Sao Paulo-Rio de Janeiro, 2 de octubre. A sólo cuatro días de unas elecciones presidenciales que mantienen en la expectativa a Brasil, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inacio Lula Da Silva, continúa no sólo encabezando las encuestas, a gran distancia de su más inmediato rival, el oficialista José Serra, sino que comienza a recibir nuevos apoyos cuando algunas fuerzas de otros movimientos emigran para apoyarlo, en una carrera contra la que no han podido los "golpes del mercado" ni la guerra sucia de los narcotraficantes de Río de Janeiro, que hoy decretaron un toque de queda en esa ciudad.
El lunes, la segunda ciudad del país vivió una jornada de terror, cuando los narcos obligaron a un cierre masivo de comercios y de muchas escuelas, en un evidente intento por atemorizar a los votantes, justo cuando los sondeos mostraban el ascenso de Benedita da Silva en la lucha por la gubernatura de Río.
Da Silva, del PT y de orígenes humildes como Lula, es gobernadora en funciones tras la renuncia de Anthony Garotinho, del Partido Socialista Brasileño, y durante su gestión ha combatido con fuerza a los narcotraficantes.
Muchos analistas coinciden en que esta "conspiración de narcos", justamente en la última semana previa a las elecciones -ya en 1992 éstos provocaron desórdenes cuando Benedita buscaba la alcaldía de Río- estuvo ligada a grupos políticos con relaciones "externas".
Hasta ahora, la llamada "conspiración o el terrorismo de los mercados" fracasó, a pesar de haber puesto a jugar todas las fuerzas para lograr la subida del dólar, que en esta jornada tuvo una baja significativa, a medida que crece el apoyo empresarial a Lula. Finalmente, los juegos de Serra, cuando advertía sobre el caos o la fuga de inversionistas si ganaba Lula, se volvió en su contra, y ahora parece estar en un virtual empate técnico con Garotinho.
Sin embargo, estas acciones dejan secuelas, porque son consideradas "amenazas" para el futuro presidente, y en vez de manejar la amenaza financiera juegan con la de la seguridad.
Según la más reciente encuesta de Datafolha, Lula estaría a entre tres y un punto de conquistar la presidencia en la primera vuelta (se necesita obtener 50 por ciento de los votos), mientras el delfín del presidente Fernando Henrique Cardoso tendría entre 17 y 22 por ciento.
Por esa razón, todos se preparan febrilmente para el debate televisivo de este jueves, considerado como la batalla final. Los oponentes del candidato petista tratarían de jugar para forzar una segunda vuelta y posicionarse cada uno de ellos de la mejor forma posible para ser la alternativa en la decisión final. Además, están en juego millones de votos de indecisos, y justamente hoy el popular cantautor Chico Buarque llamó a votar por Lula, el ex obrero metalúrgico que promete un cambio "responsable".
Mientras, el gobierno anuncia el esquema de seguridad para las elecciones del domingo, cuando el escándalo de lo sucedido en Río sigue en el debate, tras conocerse grabaciones que revelan cómo se iniciaron los planes desde septiembre pasado para paralizar la ciudad. Entre esas grabaciones está la del narcotraficante Marcos Antonio Tavares, Marquinho Niteroi, dando órdenes a un integrante de su banda para cerrar comercios y escuelas, y paralizar transportes.
También se conoce ahora que desde el pasado 17 de septiembre algunos presos planeaban acciones, y esto hace pensar en fallas en el sistema de inteligencia o complicidades, que permitieron que el crimen organizado actúe en la campaña electoral para intentar derribar candidatos. Recientemente, Benedita da Silva había dado un severo golpe a los narcotraficantes con la detención de varios líderes.
Sin embargo, nadie cree aquí que sea un golpe dado sólo por esto, ya que algunos analistas hablan de que los narcotraficantes han "entrado" ya a la política, apoyando a agrupaciones ligadas con la ultraderecha.
Pocos creen que los narcos puedan actuar como lo hicieron el lunes, sin contar con muchas complicidades políticas y hasta policiales, y sus acciones parecen estar destinadas a dar argumentos a quienes en Washington ya han intentado colombianizar Brasil, con la intención de presionar a una mayor intervención militar estadunidense.
Algunos sectores más duros de la izquierda vinculan el cruce de conspiraciones con la presencia aquí de la embajadora estadunidense, Donna Hrinak, cuyo antecedente cercano es su paso por Venezuela, en el mismo cargo. Nadie olvida la "última cena" que tuvo con el grupo que horas después realizaría el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, el 11 de abril pasado.
También recuerdan justamente las disputas comerciales entre Washington y el mayor país latinoamericano, que no parece dispuesto a aceptar cualquier tipo de acuerdo con el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), así como las in-creíbles reservas de Amazonia.
En tanto, el movimiento empresarial que acompaña a Lula cierra filas aquí, y el importante semanario Veja, en su reciente número, señala que "ellos (los empresarios) lularam (sic) en la recta final", en un juego de palabras que resume "la súbita afinidad" con el PT que han descubierto los empresarios en los tiempos recientes.
Según el politólogo Fernando Abrucio, de la Fundación Getulio Vargas, Lula "está convenciendo a una cantidad de empresarios de que él es capaz de hacer cambios necesarios y es el único con capacidad de negociación y disposición para hacerlo".
El empresario Roberto Jeha menciona el lamentable dominio de los especuladores, y para no dejar lugar a dudas señala que "para mí Lula tiene hoy todas las condiciones de recuperar el Estado brasileño y hacerlo funcionar nuevamente".
Pero ni siquiera los juegos con el dólar han logrado llevar a Lula a un descenso. Veja señala que "el candidato que encabeza las encuestas siempre ejerce una fascinación irresistible sobre parte del electorado, los políticos y empresarios", pero destaca además que nunca esa situación favoreció en el plano nacional a un candidato de izquierda, porque "nunca un candidato oriundo en la izquierda llegó tan cerca del Palacio de Planalto como Luiz Inacio Lula Da Silva. De ahí que todo lo que acontece ahora es inolvidable".
El petista recoge votos en distintos sectores, incluso en aquellos donde no esperaba hacerlo. En julio pasado había un centenar de empresarios declarando el apoyo a Lula, pero la semana pasada esa lista ascendió a unos 500, incluyendo a pesos completos, como Eugenio Satub, Ivo Rosset y Roberto Jeha, vicepresidente de Fiesp, una asociación que reúne a la elite industrial de Sao Paulo.
Lula, dicen los análisis, no quiere repetir ni 89, ni 94, ni 98 (cuando estuvo a punto de llegar a la presidencia, pero en los últimos momentos perdió puntos). Sin embargo, en esas ocasiones fue creciendo, abriendo panoramas y mentes.
Tiene un plan de gobierno realizable
También se recuerda que ha mostrado un programa creíble y realizable, un cambio de modelo con realismo que pretende devolver la autoestima al pueblo con acciones políticas fuertes, con cifras reales de crecimiento real, con posibilidades estudiadas para generar empleos y actuar sobre la tan injusta distribución de la renta brasileña.
En estos días, además, se destacó un comunicado de sectores del centrista partido Partido Movimiento Democracia Brasileño (PMDB), en Río de Janeiro, que señalaron que reconocían en Lula "un liderazgo capaz de conducir a Brasil en este momento difícil y por eso prestaremos nuestros mejores esfuerzos". Esto, cuando el PMDB apoya al candidato oficialista.
Y hay que sumar el apoyo a Lula tanto del ex presidente José Sarney y su hija Roseana, y las simpatías del ex senador de centro derecha Antonio Carlos Magalhaes.
Todo esto ha repercutido en las campañas estatales -en las elecciones del domingo también se renovarán las gubernaturas, así como el Legislativo- y varios medios locales coinciden en que el PT ya ganó votos en los tiempos recientes en por lo menos 12 estados, gracias al buen desempeño de Lula, asociado a la multiplicación de los apoyos empresariales.
En agosto pasado se estimaba que el PT ganaría en Mato Grosso Do Sul, Acre, Río Grande Do Sul y posiblemente Amapá. Ahora se añade Pará, Distrito Federal, Piauí y hasta Sao Paulo, el corazón industrial de Brasil. Y en Río, nadie pierde las esperanzas, a pesar del "golpe narco".
Esto lleva a Lula da Silva a un paso de la presidencia.
Y este es el cambio en la situación, ya que salvo los grupos políticos comprometidos con intereses externos -que se muestran en minoría, pero que son poderosos-, nadie quiere que Brasil sea obligado a arrodillarse. Y los candidatos se ven orillados a ir más allá de sus propias conviciones respecto de ciertos temas para llegar a los votantes.
Así, Antonhy Garotinho dijo en estas horas que está en favor de "suspender de inmediato las negociaciones con el ALCA. Quiero garantizar a las empresas que pueden sobrevivir". Asimismo, manifestó su rechazo a la política estadunidense por su tendencia a "someter a la economía brasileña a sus intereses, destruyendo nuestras industrias".
Los avances de Garotinho afectan a Serra, y por eso existe una pelea dura entre ambos por el segundo lugar, e incluso en las promesas salariales, que suben de un día a otro en esta lucha cuerpo a cuerpo.
Lo cierto es que Garotinho, el evangelista de izquierda moderada, fue también una sorpresa, cuando su electorado -que parecía concentrarse en Río de Janeiro- se desplazó a otros lugares llevándose los votos de José Serra.
Precisamente en Río, Benedita da Silva lucha por la gubernatura con la esposa de Garotinho. Sobre esta ciudad, en estado de alerta, están ahora concentradas todas las miradas, aunque sin afectar el entusiasta panorama preelectoral. Fue el sociólogo francés Alain Touraine quien ha definido lo que está sucediendo hoy en Brasil, con una mirada que abarca a la crisis de la región: "Lula es el regreso de la política".