El líder socialista podría ganar en la primera vuelta
Habilitados para votar mañana, 115.2 millones de brasileños
STELLA CALLONI ENVIADA
Sao Paulo, 4 de octubre. El próximo domingo alrededor de 115.2 millones de votantes elegirán al nuevo presidente de Brasil, si el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inacio Lula da Silva, gana en la primera vuelta en estas elecciones, comicios en donde también se disputan las go-bernaturas de los estados, dos tercios de senadores y también diputados.
La mayoría de los votantes son mujeres, e históricamente estos electores no se han inclinado por favorecer al candidato petista, pero ahora se ha producido un ligero cambio en esa percepción.
El parejo debate del jueves anterior, donde los aspirantes a la presidencia del país con la economía más grande de Sudamérica cruzaron algunas acusaciones, sirvió también para discutir los programas gubernamentales y dejó lugar a la reflexión.
Para algunos dirigentes empresariales que han cerrado filas en torno a Lula, como Eu-genio Staub, sería muy importante que la elección terminara el próximo 6 de octubre, ya que otras semanas significarían un ma-yor desgaste en un país en crisis.
En este contexto, todos los candidatos manifiestan en sus programas un seguimiento de algunas políticas inconclusas del gobierno del actual presidente, Fernando Henrique Cardoso, que ha concitado rechazo por las políticas neoliberales aplicadas aquí, con resultado de un fuerte desempleo y un marcado desajuste en todos los sectores del país.
El hombre que llegó al gobierno bajo la aureola de ser el "príncipe de la sociología" brasileño, reconocido por sus trabajos en contra de la dependencia económica de la región, tomó posiciones muy ambiguas con respecto al candidato de su partido, José Serra, y aunque mantuvo una actitud crítica, a veces, con el candidato petista, muestra su disposición para realizar una transición en los mejores términos.
El debate de ayer dejó la sensación de un balance que este viernes hizo salir a mu-chos analistas y empresarios a la palestra.
El presidente de la poderosa Federación de Industrias de Sao Paulo, Horacio Piva, advirtió a Lula que debe controlar a sus correligionarios para que mantengan continuidad en actuales políticas, y reconoce que el candidato tiene control sobre el partido.
Sin embargo, señala que la intención de Lula va más lejos y pretende un posible pacto entre el PT y el oficialista Partido So-cial Demócrata Brasileño, pues no veía otra forma de superar "los enormes problemas que estamos viviendo".
Los analistas presumen que Piva quiere influir en el llamado pacto social que propone el PT, tratando de guardar mayor peso para sus asociados, pero lo cierto es que hay angustia en los medios industriales cuando se registra el peor año después de la devaluación de la moneda local.
La prensa local reproduce los titulares de importantes medios del mundo, y especialmente se reprodujo la portada de The Economist, donde se destaca la "saga" de Lula como la de un "símbolo de movilidad so-cial digna de una novela".
A Lula , según los intereses de cada uno, se le compara con Felipe González, de Es-paña; Lech Walessa, de Polonia; Hugo Chávez, de Venezuela, y otros, pero la verdad es que las pasadas guerras sucias que rodearon las campañas anteriores en los medios de comunicación están calmadas ahora y, aunque algunas sectas han intentado satanizar al candidato petista, en esta ocasión se han estrellado contra el muro de los sondeos de opinión.
En Río de Janeiro la situación sigue siendo en cambio muy compleja por las amenazas de los narcotraficantes a los votantes.
El Tribunal Superior Electoral autorizó ya el uso de tropas federales para garantizar el proceso y la policía federal también actuará junto al ejército ante el hecho inusitado de la presentación en la sociedad electoral de los grandes grupos narcotraficantes, cuando detrás han quedado las novelescas historia de los traficantes de las favelas (ciudades perdidas), para mostrar la cara del enorme poder del crimen organizado, como se de-nuncia aquí.
El sociólogo francés Alan Touraine considera que Brasil "puede hablar en estos momentos el lenguaje de la esperanza y al mismo tiempo hablar de responsabilidad".
El portugués Boaventura de Sousa Santos, también sociólogo, sostiene que a "ni-vel internacional una victoria de Lula significa la credibilidad de una transición pacífica y gradual por parte de un gran país para un nuevo pacto financiero y económico global, más equilibrado y más comprometido con el bienestar de los ciudadanos".
Hoy, de nuevo la militancia ganó las ca-lles, aunque con el cuidado de no dar motivos para perjudicar a sus partidos.
Banderas multicolores, bocinazos, fiestas en los barrios son finalmente la cara popular del proceso que se debate en cada lugar público y que puede cambiar la cara de Brasil y, también, de la region.