Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 8 de octubre de 2002
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Cultura
Comenzó en la sala Nezahualcóyotl la primera gira mexicana de los artistas gitanos

Taraf de Haidouks ejerció el oficio más bello del mundo, ser músico, para vencer la adversidad

El agrupamiento rumano atemperó el furor del público y logró su bondad

PABLO ESPINOSA

La noche del domingo se inició la primera gira mexicana de la agrupación Taraf de Haidouks, cuya génesis ígnea se aviva en cuanto se anuncian, antes de que empiece la música, como la mejor banda gitana del planeta y se convierte en erupción volcánica en el escenario, incendiado literalmente de un espíritu enaltecido por el oficio más bello del mundo: ser músico. Una decena de profetas, diez personas mayúsculas, un puñado de Davides derrotaron a Goliath sin lastimarlo, por lo contrario, acariciaron a la bestia con rotundos mensajes positivos, y soltaron en escena contenidos de alto tonelaje y poderío, a tal grado que lograron remontar la adversidad hasta convertirse en héroes de un público inicialmente feroz pero luego reconvertido a la bondad merced al arte de estos gitanos geniales. Lo que al inicio del concierto del domingo pudo haber derivado en cataclismo, culminó en un furor que circulaba como magma por el butaquerío, a sala llena, de un público fervoroso en fiebre de placer.

Taraf de Haidouks es una celebridad en Europa. A pesar de que en su país natal, Rumania, son marginados y menospreciados por ser gitanos, en las mejores salas de concierto de Inglaterra, Holanda, Francia, Japón y Estados Unidos son venerados como lo que son: músicos de primerísimo nivel.

El conocimiento de la música gitana en México es reducida, pero suficiente. La moda de consumo que nos ahoga tiene empero referentes buenos: el buen gusto musical de Tarantino, que ha echado mano de temas gitanos en sus filmes; o bien el repertorio vasto del Kronos Quartet; o bien el ejemplo más socorrido: el soundtrack del filme Underground.

Hay una manera de dibujar de cuerpo entero la grandeza y reciedumbre de estos músicos: en el meritito inicio de su actual celebridad global, se presentaron en un teatro fufurufo de Londres.

La tarde previa al concierto entró en furia el gerente del teatro, quien reclamó al representante del grupo una situación a su juicio escandalosa: los diez músicos hacían alegremente su música, en la calle, con sus respectivos sombreros en el piso a la espera de monedas.

Rechazo a la música desnuda

Tal tradición cultural (así como había antes cultivadores, cazadores, hombres nómadas y multidudes sedentarias) tuvo una actualización brutal en días recientes. Narra Eduardo Llerenas, quien con Mary Fahrquarson es el responsable de mucho de lo mejor de lo que en música tenemos hoy en México (Buenavista Social Club, Ali Farka Toure, Manu Dibango, todos los mejores músicos del Caribe, et al) que venía un camioncito cargado de músicos desde el pueblo de Clejani hacia Bucarest, para tomar un avión hacia París para tomar un avión hacia México para dar su concierto del domingo, cuando sufrieron un accidente vial, sin consecuencias físicas que lamentar pero sí acústicas: debido a ese choque de autobuses la Sala Nezahualcóyotl estuvo a punto de contener un choque de trenes, pues no hubo tiempo de instalar la amplificación electrónica debida.

Sin embargo, a fuerza de valor y arte, los diez músicos se arrejuntaban entre sí en el escenario, se hacían bolita y parecían una cáscara de nuez en medio del océano y recibían insultos de una parte del público sometido por la moda de consumo que está poniendo sorda a la gente y ya no quiere oír la música desnuda. Gracias a los músicos, a su entereza, a su genialidad y oficio sencillo y noble: ser músicos, el final fue feliz. Discos CoraSon asumió la responsabilidad de lo sucedido, envió un comunicado a los medios pidiendo disculpas al público y anunció que el próximo domingo 13 a las 18 horas en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl se volverá a presentar la mejor banda gitana del mundo, Taraf de Haidouks, ahora sí adecuadamente amplificada.

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