La condena al repudio público
en acto realizado en el Monumento a la Revolución
Tribunal popular declara a Gordillo culpable
de traición, enriquecimiento ilícito y represión
La defensa, sin argumentos; "nadie quiso hablar bien
de ella" Arrojan huevos a sede priísta
CLAUDIA HERRERA BELTRAN Y ROSA ELVIRA VARGAS
En un juicio popular organizado por miles de maestros,
Elba Esther Gordillo Morales, ex lideresa del sindicato magisterial y secretaria
general del PRI, fue declarada culpable de represión contra el magisterio
disidente, enriquecimiento ilícito y de haberse aliado a los gobiernos
de Carlos Salinas y Vicente Fox para "destruir" la educación pública.
Un tribunal integrado por nueve representantes de diferentes
sectores, entre abogados, periodistas y dirigentes de movimientos sociales,
también la condenó al "repudio público", a ser denunciada
en la realidad ante los órganos judiciales y destituida de los cargos
públicos que ocupa.
Tal como su antecesor Carlos Jonguitud Barrios fuera enjuiciado
simbólicamente en 1981 en la Plaza de la Danza de la capital oaxaqueña,
Gordillo lo fue ayer en el Monumento a la Revolución, frente a unos
tres mil maestros que también de manera simbólica le aplicaron
castigo: ahorcaron y quemaron una muñeca de cartón alusivo
a la priísta y posteriormente arrojaron huevos a la sede nacional
del tricolor.
A 13 años de que la política chiapaneca
tomara el control del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE), el magisterio disidente organizó una de las manifestaciones
más contundentes de rechazo a la llamada lideresa moral del gremio
y a las políticas educativas y sindicales que ha impulsado.
El proceso judicial fue simbólico, pero siguió
escrupulosamente las reglas del derecho, aunque más al estilo estadunidense.
El fiscal fue el ex rector de la Universidad Autónoma de Guerrero
Enrique González Ruiz; el defensor de oficio, Enrique Guzmán
Gamboa, y los testigos Alejandro Leal, secretario general del magisterio
de Oaxaca; Juan Pérez, líderdel michoacano; Fortino Vázquez,
dirigente de los maestros de Chiapas, y Sócrates Pérez, representante
de la sección 36 del Valle de México.
El jurado
El jurado popular estuvo integrado por Eduardo Miranda,
presidente de la Unión de Juristas de México; Ignacio del
Valle, en representación de los ejidatarios de San Salvador Atenco;
Nuria Fernández, de la Red de la Sociedad Civil; Jaime Lagunes,
del Frente Cívico Pro Defensa del Casino de la Selva; el periodista
Denis Pres; José Narro Céspedes, de la Coordinadora Nacional
Plan de Ayala; Rubén Sarabia Sánchez, de la Unión
Popular de Vendedores Ambulantes; Ana Ignacia Rodríguez, del Comité
68-98, y Enrique Hernández, del Frente Popular Francisco Villa.
Poco después de las cuatro de la tarde se inició
el proceso popular. El fiscal González Ruiz presentó una
lista de acusaciones, entre las que resaltó el asesinato de 157
maestros disidentes, haber "desvirtuado" la función del sindicalismo
promoviendo políticas contrarias a la educación pública,
y haberse "coludido" con los gobiernos, concretamente con el del presidente
Vicente Fox, para aplicar políticas que "traicionan" a la nación.
Para apoyar sus dichos llamó a declarar a cuatro
testigos. El primero fue el oaxaqueño Alejandro Leal, quien recordó
la llegada de Gordillo al SNTE, de cómo en 1989 el entonces presidente
Carlos Salinas de Gortari se deshizo del líder vitalacio del gremio,
Carlos Jonguitud, y lo sustituyó por la priísta.
Leal, junto con el maestro Sócrates Pérez,
la acusó de haber desarrollado una "guerra sucia contra el
magisterio" e hizo un amplio recuento de los maestros muertos, desaparecidos,
presos y cesados de sus puestos. De los asesinados recordó a Misael
Núñez Acosta, al chiapaneco Celso Wenceslao; al hidalguense
Pedro Palma; al oaxaqueño Cenobio Fito López; al guerrerense
Gregorio Alfonso Alvarado López y al michoacano Javier Acuña
Hernández.
Fortino Vázquez, secretario general de la sección
7 de Chiapas -entidad de origen de Gordillo- presentó su testimonio
y la acusó de corrupción. "Es escandalosa la manera en que
Gordillo y su grupo acumulan bienes y propiedades al amparo de los millones
de pesos que reciben como aportación de los maestros. Hoy es común
ver cómo con extrema rapidez acumulan ranchos, penthouses,
departamentos, casas, yates, avionetas y un sinnúmero de bienes
adquiridos por vías oscuras y nunca aclaradas."
Afirmó que el SNTE recibe cada mes aproximadamente
80 millones de pesos por concepto de cuotas sindicales de un millón
400 mil trabajadores, además de los ingresos por otros "negocitos"
como hoteles, centrales de abasto, imprentas y convenios con empresas que
se han convertido en la caja chica del PRI.
El michoacano Juan Pérez Medina la acusó
de golpear la educación pública.
Refirió que a partir de 1992, con la firma del
Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica
(ANMEB) -que promovieron Salinas y Gordillo- el gobierno mexicano comenzó
a aplicar las políticas económicas neoliberales impuestas
por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Después de escuchar los argumentos, el presidente
del jurado, el abogado Eduardo Miranda, leyó un texto del escritor
Carlos Monsiváis elaborado expresamente para el juicio, en el que
señala que "los días del sindicalismo depredador están
por concluir. Y este juicio es uno de los avisos de la recuperación
del criterio ético nunca perdido, pero con frecuencia soslayado
o arrinconado por los gobiernos y por las derrotas de los maestros independientes".
Luego fue llamado el defensor de oficio Enrique Guzmán,
quien dijo que acudía porque hasta el "peor criminal tiene derecho
a defenderse" y quiso argumentar a favor de Gordillo, pero no pudo presentar
ni testigos ni pruebas "porque en ningún lado encontré alguien
que hablara bien de mi defendida".
Ante las evidencias presentadas, el veredicto no tardó
mucho tiempo en conocerse. Cada uno de los integrantes del tribunal dio
sus argumentos y finalmente Miranda declaró culpable a la acusada
y la condenó de manera simbólica.
Para satisfacer los deseos de castigar a la lideresa magisterial
se le aplicó un castigo simbólico y un monigote de cartón
con su nombre fue colgado de una soga y después llevado por las
calles hasta la puerta del edificio nacional del PRI, donde fue quemado.
Al final los maestros con la mano en alto gritaron: "Elba Esther, Elba
Esther, tú también vas a caer".