UN 12 DE OCTUBRE QUE MIRO HACIA EL FUTURO
El
12 de octubre fue motivo, en todo el continente, no sólo de una
protesta contra la conquista, sus brutalidades y sus efectos negativos,
sino esencialmente de movilizaciones por las reivindicaciones indígenas
y populares fundamentales. No fue una fecha orientada hacia el pasado sino
el motivo de acciones para construir un futuro más justo y digno;
no fue sólo y esencialmente una jornada de protesta de las víctimas
del genocidio sobre el cual se construyó el desarrollo del capitalismo
y de Europa sino una movilización, desde una punta hasta la otra
del continente, que unió las reivindicaciones sociales que desbordan
las puramente étnicas con estas últimas, que fueron fuertemente
apoyadas por importantes contingentes no indios.
En Estados Unidos el día fue también motivo
para protestas de los indocumentados y, en el Sur, para acciones conjuntas
de ciudadanos de ambos lados de la frontera estadunidense-mexicana. En
Argentina, los mapuches, los tehuelches y los pehuenches sobrevivientes
del genocidio de indígenas que dio las bases del Estado oligárquico,
encontraron solidaridad entre los turistas que visitaban las zonas donde
ellos habitan, los cuales se unieron a sus luchas.
En Ecuador, la coalición que une indígenas
y sectores progresistas de la Iglesia, el estudiantado y la media oficialidad
del ejército, avanzó en su marcha social y electoral y muy
probablemente su candidato, algo así como un Hugo Chávez
ecuatoriano, podrá pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales
gracias a esa movilización indígena-popular. En Guatemala
y El Salvador, las movilizaciones asumieron un carácter de protesta
contra el racismo y por la democracia y la tierra.
Por último, en nuestro país, miles de personas
marcharon hacia el Zócalo en la capital y el contingente unió
obreros principalmente electricistas, maestros e indígenas, mientras
las reivindicacioines respaldaban la defensa de la industria eléctrica,
la de la educación pública, la democratización en
el país y en los sindicatos y las demandas zapatistas de cumplimiento
de los acuerdos de San Andrés.
Más claramente aún que en otras regiones,
esa movilización expresó la búsqueda de una unidad
campesina, indígena, obrera y popular contra la política
del capital financiero y el abandono de la soberanía nacional, por
lo cual rechazó la privatización de la energía eléctrica
y la posible aceptación mexicana del Acuerdo de Libre Comercio de
las Américas (ALCA).
Por su parte, los campesinos de la frontera bloqueaaron
en Chihuahua el puente internacional Santa Fe en protesta contra los subsidios
agrícolas estadunidenses, las políticas neoliberales, los
asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, la militarización
de la frontera y el plan de guerra contra Irak del presidente Bush, y en
esta lucha participaron ciudadanos estadunidenses o residentes del otro
lado de la frontera.
Como se ve, los motivos de los bloqueos y la composición
social de los manifestantes desbordaron allí en mucho el marco de
una protesta indígena. No sucedió así en la Sierra
Tarahuamara, donde los rarámuris, los pimas, los tepehuanes y los
guarijíos, tras danzas e invocaciones rituales, estrangularon en
60 puntos las carreteras estatales protestando contra la política
campesina del gobierno federal y contra la posible firma del ALCA. Lo mismo
sucedió en Chiapas, donde se produjeron 12 bloqueos camineros en
lugares estratégicos y se paralizó la frontera con Guatemala
mientras se realizaban marchas en más de 30 municipios en protesta
contra el Plan Puebla-Panamá (PPP) y contra la política eléctrica
oficial. En Chilpancingo, Guerrero, los militantes de las organizaciones
unidas en el Frente Estatal de Convergencia se manifestaron por millares
contra el PPP, el ALCA y el empobrecimiento extremo de los pueblos indios
resultante de las políticas oficiales.
En Puebla, por su parte, militantes de la Unión
Campesina Emiliano Zapata Vive (que hace un mes habían detenido
la realización de un camino que forma parte del PPP y que se oponen
al ALCA), bloquearon la carretera Puebla- Tehuacán. En Sonora, por
último, los ocho pueblos indígenas de la región unidos
a otros provenientes de Arizona, Estados Unidos, protestaron contra la
cerrazón oficial ante el pueblo yaqui, y las mujeres de cuatro estados
mexicanos, más las de Phoenix y Tucson, Arizona, constituyeron una
"Red de Mujeres Indígenas".
El 12 de octubre se transformó así en un
día de movilización indígena, campesina, obrera, popular
y pacifista que expresa un creciente nivel de conciencia en sectores que
no toman como principal enemigo a Cristóbal Colón y a los
conquistadores sino a los descendientes políticos de aquéllos.
Fue una jornada que miró hacia el futuro, buscando ayudar a construirlo.