La puesta en escena de Gilberto Guerrero se presenta en La Gruta
Apenas ayer, autocrítica a una generación de izquierdas
CARLOS PAUL
De "una autocrítica de amplio espectro a partir de lo que fue, ha sido y es la vida de una generación que se formó, política y sentimentalmente, en las izquierdas, y que hoy oscila entre los 40 y 50 años de edad" definió Gilberto Guerrero su obra de teatro Apenas ayer, la cual dirige y estrenó el 10 de octubre en el Centro Cultural Helénico.
"Es una historia de sumas y restas entre lo que se dejó tirado en el camino y lo que se conservó; de lo que se quiso hacer hace 20 o 30 años y de lo que se tiene hoy, es un viaje a la utopía y a la realidad, un reflejo de aquellos que quisieron cambiar el mundo y no supieron ellos mismos cambiar, y que, como se dice: se quedaron en el viaje y, es también, un mensaje a los necios que creen que el amor y este país, merecen algo mejor de lo que hoy vivimos y trabajan para que así sea".
La anécdota gira en torno a la separación de una pareja. Ella militó en lo que fue el Partido Comunista y hoy es simpatizante del Partido de la Revolución Democrática. El, "viene de un grupo más radical". Es el último día que están juntos, con una mudanza en proceso y terminando de repartirse por igual enseres, recuerdos y reproches.
Para el sicoanalista Guiseppe Amara, más allá de las circunstancias amorosas y políticas de la pareja; la obra "refleja una crisis social y sicológica mucha más basta: la crisis del varón. En el siglo pasado se hablaba de la crisis de la mujer, lo que dio lugar luego al feminismo y otros movimientos", explica.
Hoy lo que se percibe es una crisis del varón, la cual "se reconoce a finales de los años noventa. Es una crisis que tiene que ver con diversos aspectos. En el ámbito laboral, por ejemplo, al haber poco trabajo, cómo entonces puede el hombre mantener la antigua gallardía, el honor, la fuerza de ser el dueño, si ya no aporta lo que debe aportar a la casa. Hoy para que una pareja sobreviva tienen que aportar los dos, como en el caso de la obra. Así, se presenta un mundo en el que la mujer busca trabajo para realizarse, mientras el hombre lo va perdiendo".
La obra, opina Amara, "recoge con un lenguaje sencillo y directo la crisis del varón, del hombre inseguro que tiene miedo o incapacidad de emprender un proyecto, de creer o crear, por lo que es un hombre sin fe, casi siempre escéptico y cínico, tanto en el aspecto emocional, económico y profesional. Es alguien que se resigna sin darse cuenta, para esconder su pasividad, con una actitud de crítico y resentido. "Para él no vale la pena participar políticamente, porque, dice, todo es un desastre y termina mal. Es un individuo que goza con saber que grandes empresas o movimientos políticos fracasan, porque tiene que justificar su crítica, la cual encubre su impotencia personal, no sólo sexual. Actitud que se paga caro.
"También tiene una crisis de juicio moral -abunda el especialista-, "dado que se sabe cínico y desleal, cómo va a criticar el desempeño de otros, si él, moralmente hablando, ya tiró la toalla".
En el caso de ella, "como todavía siente el empuje de ese movimiento de reafirmación de la mujer, creo que su inseguridad se centra más no en el ser, sino en el estar, lo que significa que quiere crecer, emanciparse, pero se tiene que enfrentar a una mínima triple carga: tiene que estudiar o trabajar, dedicarse al hogar cuando hay hijos, ser esposa, y buscar -quién sabe a qué hora- un poco de diversión".
En la puesta en escena, apunta Gilberto Guerrero, "se alternan escenas de la pareja en su última discusión, con las que vivieron 20 años atrás, cuando se conocieron y fundaron el proyecto de vida que, en el presente, naufraga.
"Gran parte de nuestra generación, formada sentimental y políticamente en las izquierdas, ha pasado por muchas discusiones como las que sostienen estos personajes: el compromiso y la militancia, la sobrevivencia económica, la responsabilidad de tener o no hijos, la invención de una nueva forma de amar, la equidad de género y el machismo, el cambio social, el éxito profesional.
Apenas ayer, concluye Guerrero, "plantea la contraposición entre cambiar nosotros para cambiar la realidad o plantarnos firmes sobre viejas utopías".
Con las actuaciones de Berenice Camacho y Fernando Morales y la producción de la compañía Perro Teatro, la obra se escenifica cada jueves, a las 20:30 horas, en La Gruta del Centro Cultural Helénico, avenida Revolución 1500, San Angel.