Se opuso a la invasión de México,
colaboró con Lincoln y conoció a Juárez
Inspirado en la Alameda Central, William Bryant propuso
construir el Central Park
El urbanista Jorge Legorreta plantea emplazar su estatua
en ese espacio capitalino y la de Miguel Hidalgo en Nueva York
Revalorar nuestro nexo con Estados Unidos, sugiere
ARTURO JIMENEZ
El panteón de personajes importantes pero olvidados
es tan enorme como inexplicables las causas de esa desmemoria. Por ejemplo,
qué dice a los mexicanos y estadunidenses de hoy el nombre de William
Cullen Bryant, de quien incluso existe una estatua en un parque neoyorquino
que lleva su nombre, en la calle 42, entre la Sexta y la Quinta avenidas.
Se trata de un señor que vivió en Estados
Unidos en el siglo XIX, que es considerado uno de los grandes poetas de
su país y el más importante de su época, un ciudadano
liberal y antiesclavista muy cercano a Abraham Lincoln, que se opuso a
la anexión de Texas y a la invasión de México; de
un periodista y viajero que visitó al presidente Benito Juárez
y conoció al escritor Guillermo Prieto, a quien luego ayudaría
durante su exilio estadunidense.
Pero, además, un humanista y visionario que en
1844 imaginó y defendió la idea de crear el Central Park
en una Nueva York en expansión, al esgrimir entre sus argumentos
el ejemplo de la Alameda Central de la ciudad de México como espacio
fundamental de la vida pública decimonónica.
Como ahora es posible constatar, esa idea de Bryant de
''integrar la naturaleza a la urbe" fructificó 25 años después,
luego de muchas batallas libradas en tribunas diversas, entre ellas el
propio diario neoyorquino que dirigió durante casi 45 años,
el Evening Post.
Toda esa historia ha llevado al arquitecto y urbanista
Jorge Legorreta a proponer por vez primera a la opinión pública
la instalación en la ciudad de México, en la Alameda Central,
de una estatua de William Cullen Bryant (1794-1878), la cual se sumaría
a las de Lincoln y Martin Luther King.
Para ello dice que debería crearse una comisión
de investigadores que, en el marco de las relaciones México-Estados
Unidos, estudie y evalúe además la posibilidad de rendir
homenaje a Bryant.
En correspondencia, el ex delegado en Cuauhtémoc
propone que en el Central Park sea instalada la estatua de un independentista
latinoamericano fundamental pero ausente ahí de manera extraña:
el cura Miguel Hidalgo y Costilla, la cual se sumaría a las de José
Martí, José de San Martín y Simón Bolívar.
''Tiene mucha actualidad que los mexicanos sí reconozcamos
como parte de nuestra historia el pensamiento liberal en Estados Unidos
y que veamos que ese país no es el enemigo homogéneo", retoma
Legorreta.
Pero el homenaje a Bryant, considera el director de Metrópolis-Centro
de Información de la Ciudad de México, debe hacerse sobre
todo en Estados Unidos, porque es un personaje ''muy olvidado" en la historia
de ese país, ''obviamente por su postura liberal".
Lo mexicano en Nueva York
Legorreta,
quien realiza una estancia académica en su año sabático
en la biblioteca Butler de la Universidad de Columbia, explica: ''La idea
de mi residencia allá es investigar qué tiene Nueva York
de México".
En esa línea encontró allá personajes
mexicanos con presencia importante, como Manuel Gamio, José Vasconcelos,
David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José Clemente Orozco y el
arquitecto Carlos Contreras. Pero esas son otras historias.
Con más de 700 mil paisanos que viven en Nueva
York, la presencia mexicana en esa ciudad es cada vez más importante,
expone el autor de la columna ''Memorias y utopías de la ciudad
de México", en La Jornada.
El aporte de los mexicanos a la economía neoyorquina,
aun como indocumentados, es de primer orden, dice. ''Han desplazado a la
mano de obra coreana y fueron importantes en la recuperación tras
los atentados del 11 de septiembre, pues no abandonaron la ciudad.
''Hay una gran riqueza mexicana incorporada a la cultura
neoyorquina. México y Estados Unidos nos alimentamos mutuamente
en la historia y hemos estado desvinculados durante mucho tiempo.
''La relación México-EU debe ser revalorada.
Hay que darle una nueva dimensión a esas relaciones de Norte rico-Sur
pobre. Somos iguales y aquí ha habido acontecimientos iguales. Estamos
hermanados en la historia.
''Por eso es importante que un prócer como Hidalgo
pueda encabezar esa presencia cultural e histórica de México
en Nueva York, que ha sido la tierra de las libertades y de los exilios
de todo el mundo."
Legorreta recuerda que esto de recuperar las historias
compartidas México-Nueva York lo desarrolla también para
las relaciones con Madrid, Barcelona, París, Berlín y Lisboa.
Encuentro con Juárez
Legorreta caminaba por Nueva York cuando, de pronto, se
encontró un parque llamado Bryant, con la respectiva estatua del
personaje sentado en un templete neoclásico. Ahí comenzó
su descubrimiento paulatino de uno más de los muchos personajes
importantes en los que casi nadie repara.
Después supo de sus posiciones, por ejemplo, contra
el expansionismo estadunidense: ''No se deben extender los territorios
del esclavismo'', argumentaba Bryant contra los conservadores estadunidenses.
''En general él estaba en contra del Destino manifiesto y
consideraba dudosa aquella moral que justifica que una nación fuerte
agreda a otra débil y se la apropie".
Se enteró Legorreta además de que Bryant
hizo un viaje a México en 1872, invitado por Matías Romero,
ministro de Relaciones Exteriores de Juárez. ''Era una época
de mucha convulsión en el país, cuando las tropas de Porfirio
Díaz ya se comenzaban a levantar contra Juárez."
Pese a que también le advirtieron sobre los riesgos
de asaltos del trayecto Veracruz-ciudad de México, pues había
que recorrer un tramo en diligencia porque el ferrocarril todavía
no estaba concluido, Bryant llegó un 27 de febrero y permaneció
dos meses aquí. ''Fue un viaje cuyas intenciones reales aún
no han quedado claras en la historia".
El poeta y periodista se hospedó en el Palacio
de Iturbide, entonces un hotel, y visitó la Catedral, el Palacio
Nacional y Chapultepec, donde midió el diámetro (12.5 metros)
del famoso ahuehuete conocido como ''el árbol de Moctezuma", ya
desaparecido.
Fue a Tacubaya, a Jamaica, a La Viga, a Iztacalco, al
Colegio de las Vizcaínas, a Tecpan de Santiago, en Tlatelolco, donde
había una institución de caridad. Caminó por la Alameda
Central, una de sus referencias para su propuesta del Central Park, se
subió al Peñón de los Baños y acudió
al Monte de Piedad.
Bryant tuvo un encuentro con Juárez el 11 de marzo
de 1872, días antes del último cumpleaños de éste
y a tres meses de su muerte. Así se refirió al entonces presidente
de México: ''Hombre de baja estatura, color moreno, evidentemente
de raza azteca, robusto, expresión suave, de voluntad inflexible,
el cabello sin canas y un rostro sin arrugas".
Según Bryant, Juárez dijo: ''Tenemos la
ventaja en México de tener una extraordinaria tierra y un extraordinario
clima, pero necesitamos capital para establecer empresas importantes en
el país".
Aquí nombran a Bryant miembro de la Sociedad Mexicana
de Geografía y Estadística, en una ceremonia en la que conoció
a Guillermo Prieto, entre otros grandes escritores de esa época.
Elogio a Guillermo Prieto
Desde México Bryant escribía y enviaba textos
que aparecieron en la primera plana del Evening Post y otros los
publicó a su regreso a Nueva York. ''Son crónicas con un
gran tono poético, que aún no se reúnen en un libro",
dice Legorreta.
''Por ejemplo, sus referencias a la naturaleza que encontró
en la ciudad de México. Le asombraron los 'jardines flotantes',
como llamó a las chinampas, el paisaje lacustre, Chapultepec. Incluso
narra el robo de su reloj en una diligencia de Tacubaya al centro de la
ciudad."
Tras la muerte de Juárez, en julio de 1872, y de
apoyar a Iglesias, quien era contrario a Porfirio Díaz, Guillermo
Prieto tuvo que salir huyendo de México en 1878 hacia el vecino
país, el cual recorrió, investigó sobre sus políticas
públicas y se sorprendió con los avances tecnológicos
como el telégrafo.
''Esas crónicas las reúne Prieto en Viaje
a los Estados Unidos, de los libros que más he gozado", confiesa
Legorreta sobre ese volumen, inconseguible en México.
En Nueva York, Bryant lo invita dos días a su casa
de campo, un año antes de morir éste. El anfitrión
le pide a Prieto que lea sus versos en español y hace un elogio
de ellos. Era un conocedor de la cultura hispánica y hablaba el
castellano.
Legorreta menciona algunos libros sobre este personaje,
que sin embargo no han podido contrarrestar el olvido, como México
y el señor Bryant, de Arnold Chapman (FCE), además de
varios libros escritos en inglés por sus biógrafos.
Todo lo anterior encaja en la idea fundamental de Legorreta
de ''rescatar la historia y su aprendizaje" mediante el reconocimiento
del hecho histórico en los espacios públicos.
''No ver a la ciudad sólo como un conjunto de patrimonios
culturales materiales, sino como una concentración de hechos históricos.
Reconocer a la ciudad como un espacio donde han estado presentes la historia
y los personajes."
O como escribió en la introducción de Personajes
históricos en las calles de México, editado por el gobierno
capitalino en 1999: ''La historia tiene tiempos, pero también espacios".