Reconoce que se puede llegar a la "parálisis" por la dificultad para lograr acuerdos
Hay riesgo de ingobernabilidad por el diferendo Federación-estados: Paoli
El gobierno, en serios problemas; "ya no hay nada que vender": Fernando Zepeda
KARINA AVILES
El subsecretario de Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación, José Paoli Bolio, reconoció que existe el riesgo de ingobernabilidad con la controversia entre la Federación y los gobernadores, quienes exigen la devolución de 40 mil millones de pesos que les fueron recortados.
Por su parte, Fernando Zepeda, asesor de la Oficina Presidencial para la Innovación Gubernamental, aceptó que el gobierno federal ha sido "muy lento" en el aprendizaje y el Ejecutivo tiene "buena parte de responsabilidad" en la lentitud de los cambios. Además admitió que si el gobierno de Vicente Fox ha tenido la posibilidad de manejar muchos programas es porque se podían vender "cosas" como las paraestatales y los bancos, pero "ya se acabó, ya no hay que vender" y esta administración está en "serios aprietos económicos".
Por otro lado, Zepeda aseguró que la operación política de las elecciones de 2003 no estará en la Presidencia de la República, sino en los partidos políticos, y aunque "no quiero negar que el desempeño del gobierno (foxista) pueda influir en las elecciones", confió en que para el año próximo "a la gente no se le olvide tan rápido cómo éramos hace tres años".
Al participar en las Jornadas Académicas de Ciencia Política y Administración Pública de la Universidad Iberoamericana, Paoli Bolio señaló que el conflicto con los gobernadores impide llegar a otros cambios, pero es necesario que se resuelva por la vía democrática. Se requiere de un diálogo más detallado, más razonable en materia de ingresos, acotó.
"Responsabilidades compartidas"
Manifestó que los gobernadores están conscientes del riesgo de ingobernabilidad. Incluso, dijo, uno de ellos expresó que se puede entrar en una ruta de conflicto si no se atienden sus demandas. "Creo que es un poco exagerado que lo hubieran hecho, pero tienen derecho a plantearlo desde un punto de vista positivo como una advertencia: o encontramos fórmulas para entendernos en esta nueva condición democrática y plural de responsabilidades compartidas, independientemente del partido de afiliación, o vamos a encontrar conflictos serios", apuntó.
Antes señaló que el desafío es que el régimen democrático pueda ser gobernable bajo los probables escenarios. En el marco de una difícil coexistencia de un régimen presidencialista con un sistema multipartidario, en un momento dado se puede producir una "parálisis del gobierno" si los diferentes actores no logran acuerdos, afirmó. El problema de la confrontación en la que estamos, apuntó, es que hay una serie de intereses con miras a las elecciones de 2003 y hay temas que en un tiempo más se dejarán de tocar al estar inmersos en este debate político. El funcionario aseguró que los riesgos de ingobernabilidad "todavía" no se han presentado de manera dramática, pero "existe el riesgo" de que empiecen a aparecer, por ejemplo, en la controversia de los gobernadores con la Federación.
Señaló que hay una serie de cosas que se deben afinar, como por ejemplo, encontrar las fórmulas para que el presupuesto se prevea adecuadamente en la Constitución. Dijo que la reforma del Estado es más importante que urgente, porque si se hace sobre las rodillas "lo que vamos a tener en breve es una enorme cruda política".
Reconoció que es posible que las reformas estructurales traigan un "fracaso" para el gobierno, pero si no se logra la del Estado el fracaso será para el país. Paoli Bolio expuso que hay dos propuestas de cambios constitucionales que tienen el consenso de todas las fuerzas políticas: una es la modificación del artículo primero de la Constitución para inscribir la obligación del Estado de respetar los derechos humanos y la otra dar autonomía al INEGI.
En la conferencia que abrió dichas jornadas, Fernando Zepeda externó que el hecho de que no vayan los gobernadores a la cita con el Presidente no significa que exista ingobernabilidad. "Amenazas de ingobernabilidad siempre las hay, pero lo importante es sentarnos a hablar para que no suceda", puntualizó.
El asesor expresó su confianza en que en lo que resta de 2002 y para 2003 se pueda fortalecer y "acelerar de manera importante el paso" para el rediseño del gobierno federal, y en el 2004 se den cambios "permanentes e irreversibles".
Zepeda apuntó que el inicio de la administración foxista se trató de una etapa de cimentación cuyo objetivo era vivir un cambio responsable y asegurar que la transición se diera en paz con gobernabilidad. Ha habido problemas como los de Atenco y Chiapas, pero "ninguno tan grave como para provocar la ingobernabilidad".
En estos primeros dos años, añadió, se buscó mantener al país en marcha; los estados y municipios lograron operar y ahora con mayores recursos, pese al conflicto existente entre la Federación y los gobernadores por el recorte de fondos.
Al referirse a las seis líneas de acción que busca promover el gobierno federal subrayó la de la austeridad. Dijo que esa directriz "va a durar de aquí hasta a fin de año".
Zepeda reconoció que los "gobiernos anteriores y los dos primeros años de esta administración mantuvimos la posibilidad de manejar muchos programas porque podíamos vender cosas: podíamos vender empresas paraestatales y bancos, pero se acabó, ya no hay nada que vender.
"El gobierno ha llegado a un punto donde no tiene recursos, y es un caso de muchísimos gobiernos en el mundo, no nada más del de México. Ya no hay dinero. (Pero) lo que hace más crítica la situación es que no hemos podido incrementar la base de contribuyentes y la reforma fiscal no se aprobó".
De esta manera, agregó, "el gobierno está en serios aprietos económicos", lo cual lo llevará a trabajar con más eficiencia y austeridad. Otra de las líneas es la de "desregular" el gobierno, pues el servidor público está inmerso en un sistema que no le permite ser eficiente.
Dijo que en las pasadas administraciones, cuando intentaban hacer cosas para modernizar al gobierno, se creaban oficinas de manera que el proceso venía viciado desde su origen.
Señaló que cuando llegó al poder la administración foxista lo que se encontró fue un gobierno discrecional que ocultaba información, centralista, con un presidencialismo autoritario que toleraba la impunidad, la corrupción y que ejercía la censura a las opiniones en su contra.