ENTREVISTA /ABEL
PRIETO, MINISTRO DE CULTURA DE CUBA
El arte que va a Guadalajara no es una loa a la revolución
EL MERCADO, CENSOR MUCHO MAS TERRIBLE QUE EL ESTALINISMO
Una de las cosas más siniestras que ocurrieron
en el antiguo socialismo real fue la desconfianza y el profundo prejuicio
hacia los intelectuales, la idea de asociarlos con el disidente, con el
tipo extraño, con el presunto traidor
GERARDO ARREOLA, CORRESPONSAL
La Habana, 22 de octubre. ''La más grande
herejía en el mundo contemporáneo es la revolución
cubana; la voz de Cuba es la voz más disidente'', dice el ministro
de Cultura de este país, el escritor Abel Prieto. "Pero la cultura
ha sido, al propio tiempo, a su escala, un guardián de esa herejía''.
En entrevista con La Jornada sobre la creación
intelectual en la isla, Prieto dice que el mercado censura más que
el peor censor de Stalin; que sigue vigente la política lanzada
por Fidel Castro en 1961 respecto de la cultura (''dentro de la revolución
todo, contra la revolución nada'') y hace un recuento de los preparativos
para presentar el rostro contemporáneo de la producción artística
cubana en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que se
realizará a finales del mes próximo y tendrá a ese
país como invitado especial.
"Lo que llevamos a Guadalajara es una representación
del arte cubano más consolidado, de gente ya madura y con una larga
trayectoria, combinada con gente joven de mucho talento, aunque ya con
obra reconocida", expresa el cuentista, pintor y ex presidente de la Unión
de Escritores y Artistas de Cuba, en su despacho del céntrico barrio
de El Vedado.
Prieto recuerda que la idea de que fuera Cuba el invitado
de honor de la FIL surgió hace cinco años. Al realizarse
ahora, la industria editorial cubana llega recuperada del golpe que tuvo
tras la crisis económica de los noventa.
El ministro expresó que han realizado un esfuerzo
mayúsculo para su participación en la FIL: "Le hemos dado
una gran importancia a este gesto de la feria de Guadalajara, para que
marquemos verdaderamente un hito en las relaciones culturales" entre los
dos países. Lo que irá es la muestra librera y el programa
artístico más diverso y numeroso que haya enviado Cuba al
extranjero.
El impacto de la crisis económica en la cultura
cubana es referencia inevitable. Dice Prieto:
-Nunca, en términos de talento, la cultura decayó,
ni siquiera en los peores momentos de la crisis. Lo que decayó mucho
fue la capacidad de las instituciones cubanas para promover esa cultura.
El drama que tuvimos en 93 y 94 fue que prácticamente no publicamos
libros. Había una locura entre los autores jóvenes, e incluso
los viejos, buscando concursos hasta de ayuntamientos españoles
para competir, que saliera su librito y buscarse unos pesos. Concentramos
el poco dinero que tenía-mos, el poco papel, en reforzar los libros
de la educación, que nunca faltaron, y en mantener algunas revistas
en tiradas ínfimas (La Gaceta de la UNEAC, Casa de las
Américas). Todo esto influye, por supuesto, en la gente de talento.
Ahora hemos consolidado concursos nacionales importantes. Van a la feria
algunos ganadores de nuestros concursos. Estamos publicando los libros
muy rápido. En cuanto el libro sale, a los cuatro, cinco meses de
otorgado el premio, el autor sale por todo el país a presentarlo.
-Y en otras áreas...
-Aquellos problemas pasaban también en la música.
La crisis provocó un éxodo de músicos. Se fueron a
México, España, América Latina, muy pocos a Miami.
La gente buscó mercado. Venían aventureros con un puñado
de dólares, sencillamente a comprar los derechos a los autores,
aprovechando que estábamos en una situación verdaderamente
de pobreza. Muchos contratos eran leoninos.
"Después, en muchos casos, los músicos los
rompieron. Hoy están acercándose a nuestras empresas de grabación.
Los cubanos nominados recientemente al Grammy Latino son todos de disqueras
nacionales: Abdala y Egrem. Eso, en aquellos momentos del periodo especial
(la crisis) no era siquiera imaginable. Hubo un momento en que los artistas
se mantuvieron muy cerca de la revolución, muy comprometidos, eso
no lo perdieron, pero sí perdieron la fe en que las instituciones
de la cultura les dieran respuesta para su promoción. Hoy la situación
es distinta. Lo que va a presentar Cuba en Guadalajara es su producción
cultural recuperada editorialmente, en cuanto a número de títulos,
variedad y calidad de ediciones, no como la que tuvimos en los 80. Van
58 diferentes sellos editoriales, y llevamos también a los artistas
más respaldados por sus instituciones."
-¿Cómo se contrapone o se equilibra ese
apoyo estatal con la creación individual?
-Acabo de estar en el festival de teatro de Camagüey
(provincia oriental), donde vi un gran teatro experimental que, si no fuera
por una fuerte subvención estatal, no tendría la menor posibilidad
de sobrevivir. Si tú lanzas contra el mercado ese tipo de manifestación,
enseguida empieza a hacer concesiones, se adultera, pierde su sentido creativo,
crítico...
-¿Y frente al Estado?
-El arte y la literatura que van a Guadalajara no son
loas a la revolución, sobre todo la narrativa y el ensayo. Todo
eso que hay ahí es un talento que expresa las contradicciones de
nuestro proceso, las de la sociedad. En la muestra comercial hay mil 76
títulos de literatura cubana, la cual no es complaciente, sino de
búsqueda, que refleja críticamente las contradicciones. El
mercado es un censor mucho más terrible que el peor que haya existido
en la época de Stalin. ¿Qué pasó con la canción
de protesta estadunidense de los años 60? Cayó en la maquinaria
del mercado, el cual anula lo que es crítico. Ahora, en Estados
Unidos, el rap crítico, el que está atado a las raíces
del movimiento, está en los circuitos alternativos, y como hay uno
comercial, es el que se coloca en los grandes medios. Ahí existe
un mecanismo bastante siniestro de adulteración del arte verdadero.
En Estados Unidos, una obra crítica, como Fresa y chocolate,
jamás se pone en las principales salas comerciales y se convierte
en un hecho nacional. Estará en un festival de cine universitario,
y estará metida en un agujero, donde la verán 10 personas,
100, 200... El arte crítico forma parte de la esencia de nuestra
política. El arte de los jóvenes y esa capacidad experimental
que tienen es una política que el Estado debe facilitar. Nunca dirigir
el arte, nunca decirle al artista lo que tiene que hacer, nunca hacer el
papel de vulgar censor, expurgando, extirpando esto, lo otro y, al mismo
tiempo, tratar de fomentar una crítica desde el propio arte a las
concesiones mercantiles, que a veces las tenemos.
-¿Cómo han logrado los creadores cubanos
trabajar en un país con un conflicto como el que tiene Cuba con
Estados Unidos, con un apremio económico agravado en los años
recientes, pero también con la legítima voluntad de decir
cosas, de hacer crítica y elaborar contenidos a veces distantes
del gobierno, y que incomoden o de plano resulten corrosivos para ciertos
sectores oficiales? Ya hubo aquel famoso quinquenio gris (primera
mitad de los 70), ampliamente reconocido como un periodo de franco retroceso
cultural.
-El clima político que existe entre los intelectuales
y los artistas cubanos está en las bases de esta política
cultural. Esa coyuntura de retroceso, que Ambrosio Fornet llamó
el quinquenio gris, se superó por una política que
parte de que los creadores tienen que sentirse protagonizando los procesos
culturales, decidiendo la política cultural y en las instituciones.
En los últimos tiempos ha habido discusiones a fondo. La gente se
siente participando, y tenemos que lograr que ese sentimiento sea cada
vez más sistemático. Los ejemplos de instituciones que no
tuvieron quinquenio gris, que mantuvieron una política cultural
brillante y siempre creadora son el Instituto Cubano de Artes e Industria
Cinematográficos (ICAIC) y la Casa de las Américas. Son,
digamos, los ejemplos que uno tiene que poner de instituciones que en ningún
momento se burocratizaron. Y la clave para no burocratizarse fue haber
colocado a los creadores en el centro de las decisiones. Es lo que tenemos
que hacer. Es lo que estamos haciendo.
"Una de las cosas más siniestras que ocurrieron
en el antiguo socialismo real, o llamado real, fue la desconfianza y el
profundo prejuicio hacia los intelectuales. La idea de asociar al intelectual
con el disidente, con el tipo extraño, con el presunto traidor,
el tipo desleal, todas esas cosas terribles. En el fondo había un
profundo prejuicio contra la cultura. ¿Qué pasó ahí
con la vanguardia? ¿Qué era la Unión Soviética
en el año 17? Un hervidero de creación en gráfica,
en poesía, en cine. Era una cosa hermosísima. Eran las ideas
más justas del mundo acompañadas por el más grande
talento, que rompía los códigos, que estaba experimentando,
pisando terrenos nuevos. Todo eso fue decapitado por una política
absurda y autoritaria, que fue a buscar los modelos al realismo decimonónico.
Y se inventó aquella cosa tan nociva del realismo socialista, con
todas las consecuencias. Yo creo que la idea de tener siempre la vanguardia
del arte junto a la revolución ha sido fundamental entre nosotros.
Con todas las contradicciones, coyunturas y retrocesos, porque eso tampoco
ha sido un camino fácil."
-Debe ser como caminar en el filo de la navaja, tener
interés y ocasión para crear con un sentido crítico,
con pensamiento propio, y coexistir al mismo tiempo con una entidad que,
finalmente, es el gobierno, es una institución que tiene una perspectiva
mucho más conservadora, porque es reflejo de un Estado, de un poder
constituido...
-Si sigues un poquito el itinerario de la Revolución
cubana, te vas a dar cuenta de que nunca se ha burocratizado, porque cada
vez que empieza a hacerlo el propio Fidel encabeza un movimiento antiburocrático
y de renovación. Es decir, en la revolución misma hay un
componente de herejía, que es esencial y que nos ha salvado de lo
que hundió a aquella gente allá. La más grande herejía
en el mundo contemporáneo es la Revolución cubana. Y es la
voz de Cuba la voz más hereje, la más disidente. Pero la
cultura ha sido, al propio tiempo, en su escala, guardián de esa
herejía. El artista cubano, ese que tú dices que se puede
sentir en una posición incómoda, al filo de la navaja, yo
creo, primero, que siente hoy una gran confianza. Sabe que hay instituciones
que son gobierno y que van a mantener con él una relación
de total transparencia y de total respeto a su actividad creativa. Y segundo,
su crítica la hace desde la revolución, desde ese espacio
particular que le ofrece. Una crítica desde dentro. No es el francotirador.
No es el tipo que desde fuera ironiza o ridiculiza. Es el tipo que se siente
participando, de algún modo, en un proceso que quisiera que fuera
superior, que fuera más justo, que estuviera más libre de
taras y de traumas. Es un proceso que no se debe simplificar.
-La famosa consigna de Fidel...
-"Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución
nada..."
-¿Sigue vigente? ¿se ha matizado? ¿se
ha reformado?
-A ese discurso (ante una reunión de intelectuales
en junio de 1961) yo le concedo una importancia enorme, porque marcó
una diferencia sustancial con las políticas del socialismo europeo.
Ya existía la declaración de Cuba como país socialista.
Había preocupaciones entre los intelectuales de que aquí
se aplicarían aquellas políticas. Había dudas de si
se iba a restringir la libertad de creación y experimentación.
Y de ese discurso a veces sólo se recuerda y se cita esa frase,
pero vale la pena leerlo completo porque hace un llamado amplio a los escritores
y artistas de todas las generaciones, y a los escritores y artistas de
todos los credos ideológicos, incluso a los no revolucionarios,
a sumarse a la gran obra educacional y cultural que se iba a emprender
en el país. Es el año en el que se da la gran campaña
para eliminar el analfabetismo. Establece una plataforma tan amplia para
que la gente colabore, que a mí me parece que es como el cimiento
de todo lo que hemos construido después.
"La vigencia de este discurso está en que es hoy
el cimiento de todo. Pienso que hoy cada día es menos importante
decir si eso está en la frontera de lo que vamos a permitir o no,
porque no hay un libro presentado a una editorial que esté detenido
por los llamados "problemas ideológicos" o de carácter político.
No lo hay. Y en los últimos años yo no recuerdo una obra
que haya sido detenida por una preocupación de carácter político
ni alguna obra de teatro suspendida. No recuerdo una exposición
de arte que se haya cerrado en los últimos tiempos. Se ha consolidado
una política muy madura, donde esa herejía es absolutamente
asumida como algo necesario y útil para esta sociedad."
-Las instituciones cubanas, ¿han aprendido a convivir?
-Esta madurez de la que hablo es de las instituciones
de la cultura. Y por supuesto, se va extendiendo por toda la sociedad.
Hay obras que fueron muy polémicas hace algunos años, que
hoy no asombrarían a nadie. Incluso no sólo porque fueran
crítica política, sino por cuestiones morales, obras que
se consideraron muy agresivas o con elementos de mucha ruptura, desnudos
en el teatro... hay segmentos en el público que reaccionan de manera
más conservadora, sectores que se pueden sentir ofendidos, pero
en general se ha ido consolidando una madurez en la recepción del
arte crítico y del más experimental.
-¿Cuál es la relación con los autores
emigrados?
-Hace muchos años, desde los 80, hay una política
editorial que busca colocar autores emigrados en la literatura cubana,
mediante la evaluación de su aporte en términos artísticos
cubanos. Nos sentimos responsables de la totalidad de la cultura cubana,
se produzcan las obras donde se produczan. Hoy aquí se conoce mejor
la obra de los artistas y escritores emigrados, que en Miami, por ejemplo.
En el Museo Nacional, en las salas contemporáneas, está la
obra de los artistas emigrados, expuesta con total jerarquía. Es
una política cultural madura, fundada en claros criterios de reconocer
el aporte de un creador a una cultura nacional.