Cita en Los Cabos evidencia que la amistad entre
ambos se tornó en trato cordial pero distante
Enfría Bush el plan de Fox de un pacto
migratorio con EU
El presidente mexicano ratifica la necesidad de privilegiar
la diplomacia en el caso Irak
El jefe de la Casa Blanca insiste en que si la ONU no
actúa y Hussein no se desarma, "lo desarmaremos"
JUAN MANUEL VENEGAS ENVIADO
Los Cabos, BCS, 26 de octubre. A contracorriente
del proyecto del mandatario estadunidense, George Bush, el presidente Vicente
Fox sostuvo que el Consejo de Seguridad de la ONU debe promover una inspección
a Irak antes de lanzar una acción militar contra el régimen
de Bagdad. El jefe de la Casa Blanca, por su parte, insistió: "Si
las Naciones Unidas no actúan, si Saddam Hussein no se desarma,
vamos a encabezar una coalición para desarmarlo". Las posiciones
diferenciadas de ambos mandatarios quedaron de manifiesto en una conferencia
de prensa conjunta, luego de la reunión bilateral que sostuvieron
hoy aquí.
Bush
hizo sentir el costo de la reiterada alineación de México
con la actitud francesa, al abordar el tema de un acuerdo migratorio, de
máxima prioridad para el gobierno de Fox: "Será a largo plazo",
dijo el estadunidense.
Bush vino en busca del respaldo de la comunidad internacional
a su determinación de atacar Irak; vino por el voto de México
en el Consejo de Seguridad, pero no lo encontró. La respuesta del
mandatario mexicano mantuvo la posición que ya había sido
expuesta en días anteriores en Nueva York: que la resolución
en Naciones Unidas sea por el envío de inspectores a territorio
iraquí, pues el propósito debe ser alcanzar una medida "satisfactoria
para las partes".
La reunión bilateral de este sábado, entonces,
terminó con marcadas diferencias de opinión entre las prioridades
de uno y otro gobernante. Porque Bush se encargó, por su parte,
de enfriar las peticiones mexicanas de retomar la negociación de
un acuerdo migratorio y de reducir los subsidios agropecuarios en Estados
Unidos.
Fue en una conferencia conjunta, luego de un encuentro
privado, en la que quedó de manifiesto que "la relación de
amistad" que hasta hace un año se declaraban Fox y Bush se tornó
en un trato cordial pero distante. Difícil, al grado de que el canciller
Jorge G. Castañeda hizo todo lo que pudo por cancelar la presentación
de los mandatarios ante la prensa, lo que sólo se logró -a
decir de funcionarios de la Presidencia de la República- por el
"interés" y "disposición" de Bush a cumplir con lo que era
parte de la agenda programada.
Flanqueado por su secretario de Estado, Colin Powell,
y su asesora en Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, el presidente estadunidense
advirtió al final: "La única consecuencia es para Saddam
Hussein; si las Naciones Unidas no aprueban una resolución que le
haga rendir cuentas, eso tiene consecuencias. Y, como se ha dicho, discurso
tras discurso, ¡si Naciones Unidas no actúa, si Saddam Hussein
no se desarma, nosotros dirigiremos una gran coalición para desarmarlo!"
De parte de Fox, si bien no tuvo la contundencia a la
que en días pasados recurrió para condenar una "acción
unilateral" estadunidense contra Irak y desmarcar a su gobierno de posibles
violaciones a los derechos humanos, en caso de actuar fuera del marco "institucional"
de las Naciones Unidas, de cualquier forma, aunque con matices, refrendó
su posición: antes de la acción militar, la ONU debe pronunciarse
por enviar inspectores a ese país.
Previo a su participación en la reunión
cumbre de mandatarios en el foro del Mecanismo de Cooperación Económica
Asia-Pacífico (APEC) que se celebró aquí, Fox desayunó
con su par de Chile, Ricardo Lagos. Después tendría los dos
encuentros bilaterales más importantes de su agenda en Los Cabos:
con Bush y con el presidente de la República Popular de China, Jiang
Zemin, ambos en el exclusivo hotel Las Ventanas al Paraíso.
Con Jiang fue el primer encuentro. No habían pasado
ni cinco minutos de haber iniciado, cuando arribó al complejo turístico
el secretario de Estado Powell, quien se quedó en el vestíbulo
platicando con el embajador Enrique Berruga, representante alterno de México
ante la ONU.
Ya para entonces se había avisado a la prensa mexicana:
la agenda cambió y el mensaje programado de Fox y Bush "se suspendió".
Lo más seguro, se dijo, es que Berruga informe del contenido y resultado
del encuentro bilateral.
El canciller Castañeda -agregaron los funcionarios
de la Presidencia que informaron del cambio en la agenda- era el que se
oponía. "No quiere que haya ni mensaje ni mucho menos conferencia
de prensa", precisaron.
Casi 25 minutos duró la reunión Fox-Jiang.
Pasaban las 10 de la mañana y se vio pasar al líder chino,
quien apenas volteó para saludar -sin detener el paso, sólo
alzando la mano- a Powell. En unos minutos llegaría Bush.
A la partida del líder chino, Fox salió
a saludar al diplomático estadunidense. Unos 10 minutos platicaron,
hasta que se anunció el arribo de la limusina negra de Bush.
De traje azul, formal en el protocolo, se vio entrar la
figura del estadunidense.
Fox fue a su encuentro: "¡Qué elegante...
qué elegante!", saludó a su homólogo. Mientras posaban
para las cámaras de los reporteros gráficos, alguien distinguió
entre la formalidad de Bush y el casual de Fox. Observó:
"el presidente de Estados Unidos viene a negociar".
A las 10:30 horas empezó la reunión bilateral.
A los pocos minutos se revertía la orden de Castañeda:
sí habría mensaje de los presidentes y "muy probablemente"
aceptarían las preguntas de la prensa. Así fue. Cuarenta
minutos después se llamó a un salón a los informadores
para escucharlos. Se confirmó la observación: Bush vino a
Los Cabos a negociar y empezaba con "su amigo" Fox.
Migración, sólo a largo plazo
Desde su mensaje inicial, Bush dejó entrever que
los tiempos y su trato con Fox han cambiado. Sobre un eventual acuerdo
migratorio, que todavía hace un año el Presidente de México
y Castañeda casi daban por hecho, atajó el estadunidense:
"La respuesta a largo plazo sobre el asunto de la migración es hallar
una forma de fomentar el comercio en ambos lados de la frontera, a fin
de que la gente pueda encontrar trabajo aquí, en México,
para empezar. Esa es una solución a largo plazo. Y en la solución
a corto plazo, debemos reconocer que las diferencias salariales harán
que la gente quiera venir a Estados Unidos y cuando vengan a Estados Unidos
tenemos que trabajar para que se les respete.
"El asunto es ¿cómo reconocemos la realidad
de dos sociedades con diferenciales salariales como las que tienen? En
la frontera, el diferencial salarial es tal y la presión migratoria
tiende a venir del interior de México y del sur de México.
Y una de las cosas que el presidente Fox y yo hemos deliberado en el pasado,
es cómo desarrollar mejor la industria, conjuntamente en el centro
y en el sur de México para que la gente tenga más probabilidad
de encontrar trabajo en su país".
El tema de los millonarios subsidios que reciben los productores
agropecuarios estadunidenses, en el marco del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte, y contra los cuales en días pasados
Fox estuvo especialmente crítico, Bush ni siquiera lo tocó.
No era de su interés abordar un tema en el que
para su gobierno no hay vuelta de hoja. Quería hablar de su lucha
contra el terrorismo y el eje del mal. Y de eso habló. Porque
a eso vino al foro del APEC y a su encuentro con Fox.
"Hablamos de cómo conservar el mundo pacífico,
de cómo hacer para que la gente rinda cuentas, de cómo asegurarse
que la ONU sea eficaz y agradezco mucho el deseo del Presidente (Fox) y
del canciller (Castañeda) el consultar estrechamente con Estados
Unidos cómo avanzar para hacer el mundo más pacífico",
indicó.
Luego se dirigió a otro punto del eje del mal:
Corea del Norte. Después de Fox, iría a reunirse con los
gobernantes de Corea del Sur y Japón, presentes en Los Cabos, "y
continuar el diálogo y la estrategia que es asegurarnos que nuestros
amigos y nuestros aliados y gente con la que tenemos relaciones, trabajemos
en concertación para convencer a Norcorea de que lo mejor es desarmarse,
de que tenemos el deseo de que la península coreana esté
libre de armas nucleares".
Al final de la conferencia, la pregunta clave para Fox
y Bush, la que terminó por distinguir el nuevo trato entre los dos.
Al primero: "¿su gobierno está decidido a apoyar a Estados
Unidos?". Al segundo: "¿Qué hará Washington con quienes
no lo apoyen?"
La única consecuencia -según Bush- la pagará
Hussein, "y si la ONU no aprueba una resolución que le haga rendir
cuentas, eso tiene consecuencias... si Naciones Unidas no actúa...
nosotros dirigiremos una gran coalición para desarmarlo".
Fox se mantuvo en su posición: que en el seno de
las Naciones Unidas se opte por una resolución "que satisfaga a
todas las partes".
Sobre los subsidios y el acuerdo migratorio, cada vez
más lejano, debió aceptar más adelante, en un nuevo
encuentro con la prensa: "Los tiempos y las circunstancias no han permitido
avanzar a la velocidad que quisiéramos". Pero dijo que no perderá
"ni la esperanza ni el entusiasmo".
De los subsidios, recurrió al matiz. Ahora dijo
"no estar tan seguro" que de parte de Estados Unidos "pudiera haber acciones
que llegaran a violar acuerdos dentro del Tratado de Libre Comercio".
Son, pues, los nuevos tiempos y el nuevo trato entre Fox
y Bush. Nada que ver con el último encuentro en Monterrey, cuando
ambos se prometieron que nunca más serían "vecinos distantes".