En San Blas condicionan ayuda: "Nos pidieron
un video de nuestra casa dañada"
Damnificados de la costa nayarita, entre la espera
inútil y las promesas oficiales
En Matanchen se cansaron de aguardar las despensas que
ofreció el gobernador Echevarría
ROBERTO GARDUÑO Y JESUS NARVAEZ ENVIADO
Y CORRESPONSAL
Santa Cruz, Nay., 28 de octubre. Los damnificados
de la costa nayarita vivían hoy entre los discursos de los gobernantes
quienes, una y otra vez, repetían que la ayuda se estregaba sin
contratiempo, y la realidad de esperar inútilmente las provisiones
básicas: agua, alimentos, láminas y electricidad.
Mientras el presidente Vicente Fox fue llevado a las cabeceras
municipales afectadas por el huracán Kenna donde prometió
recursos y acciones inmediatas, a escasos kilómetros de esos pueblos,
en las comunidades pesqueras donde el meteoro destruyó casas, infraestructura
turística, escuelas, balsas, barcazas y todo cuanto encontró,
sus habitantes apoyados en labores de limpieza por elementos del Ejército
Mexicano, esperaron y nada les llegó.
En San Blas elementos del Ejército, la Armada de
México, Protección Civil del estado y las corporaciones policiacas
limpiaron el centro del pueblo. La orden fue: no debe quedar escombro a
la vista porque Fox llegaría al mediodía. Aquel escenario
contrastó con las imágenes de la periferia.
A cinco minutos de la cabecera municipal, en la comunidad
de Matanchen -una playa virgen- las mujeres de los pescadores esperaban
las despensas prometidas por el gobernador Antonio Echevarría. También
los hombres dedicados, en parte, a la pesca y al cultivo de hortalizas
se cansaron de aguardar. Como pudieron arrastraron las canoas y lanchas
arrojadas por el oleaje de Kenna a más de 400 metros tierra
adentro. Otros buscaron sillas, mesas, refrigeradores, estufas de los restaurantes
construidos precariamente en la playa.
Dos
escenarios distintos. En San Blas, las autoridades federales y estatales
prepararon un entorno propicio para las promesas de ayuda. Muy cerca las
circunstancias eran distintas. La marginación de los pescadores
y campesinos fue evidente.
Pasando Matanchen, en la colonia Tepocates, la señora
Juana Montes y su compañero, Jesús Aguilar, son otro caso
de sobrevivencia en medio de la tragedia. El es velador de un restaurante
a la orilla de la carretera, pero desde el viernes se quedó sin
trabajo y sin los 400 pesos semanales que le pagaban por cuidar en las
noches el lugar: "Se nos acabó todo, y no sabemos, ja, ja, ja (ríe
nervioso) cómo vamos hacerle. Yo ganaba mi lanita para comer; mis
400 pesitos y espero que el patrón tenga corazón para pagármelos".
Juana Montes, señora madura recién operada
de apendicitis, también ríe de desesperanza. Recuerda cuál
fue el requisito para recibir ayuda del municipio de San Blas: "Nos pidieron
fotos o un video de nuestra casa dañada. ¡Usted cree! Cómo
vamos a llegar a esas cosas tan caras. Ya ni la amuelan".
Aunque se avance hacia Santa Cruz, la destrucción
permanece. Los postes de electricidad y teléfonos yacen en el asfalto;
las bardas de las casas de los gringos derribadas; algunos campers arrastrados;
en medio, los niños desnudos juguetean.
En Aticama, el maestro de primaria Miguel Angel Cervantes
trabaja con sus alumnos para limpiar los patios, baños y aulas.
"Nos enteramos de que el señor Fox vendría a San Blas, por
eso estamos limpiando; todavía creemos y confiamos en que vendrá
a ver lo que sufren los más pobres. Y aquí vamos a seguir
esperando..."
A tres días de haber perdido propiedades y patrimonios,
los moradores de la costa nayarita se cansaron de aguardar la llegada de
los apoyos prometidos por Antonio Echevarría y el presidente municipal
de San Blas, el priísta Eduardo Bernal Regalado. Ayer salieron de
sus casas para comenzar la reconstrucción. Las señoras limpiaron
y arreglaron sus modestas viviendas. Los campesinos limpiaron y cortaron
los troncos maltrechos de sus parcelas. Los pescadores buscaron, en su
mayoría, inútilmente, sus balsas.
Mujeres y hombres se encontraban taciturnos. Recogían
los escombros sin chistar, mudos. Y otros manifestaban enojo. La señora
Rosalba de Dios Bernal, se quejó porque desde San Blas le llevaron
un atado de laminas cartón:
"El señor Eduardo Bernal y su gente andan repartiendo
las provisiones de ayuda. Me trajeron un paquete de láminas de cartón
diciéndome que venían del PRI. Yo creo que eso está
mal porque estamos en desgracia. Y luego, ya nos cansamos de que nos vean
como mendigos, nosotros con mucho trabajo cubrimos las casas con láminas
de asbesto y no con láminas de cartón. ¿No se dan
cuenta del calor que hace aquí? Yo les regresé esas cosas..."
En Santa Cruz lo primero que hicieron los habitantes fue
limpiar el panteón para celebrar el Día de Muertos. Después
levantaron lo poco recuperable de sus casas y restaurantes. Ese pueblo
tiene dos vocaciones, cultivos del plátano, mango y café,
y pesca en alta mar.
De la pesca obtienen los mayores beneficios, y fue donde
el huracán causó más pérdidas. La playa fue
uno de los escenarios de mayor destrucción.
Locadio Plazola Chávez, uno de los 70 integrantes
de la Cooperativa Ostionera Santa Cruz de Miramar, recordó los sucesos
del viernes pasado: "Nunca habíamos presenciado un fenómeno
igual. Pasó hace dos o tres años, pero en un principio no
creíamos en la descarga de su furia. Perdimos todo, mi manera de
sostener a mi familia, y ahora debemos volver a empezar.
"Quisiéramos pedir apoyo al gobierno federal, pero
que sea bien canalizado, porque el presidente municipal de San Blas, Eduardo
Bernal, está politizando el recurso. Nosotros no queremos que nos
den de regalado, sino que nos presten para empezar de nuevo a trabajar,
y se los pagaremos todo".
Cercana a la costa, la cabecera municipal de Tuxpan fue
considerada ayer por la Secretaría de la Defensa Nacional como la
"localidad más afectada" por el meteoro, junto con San Blas. En
ese lugar, los habitantes de las colonias Guadalupe aseguraron que la mayor
parte de las viviendas "se encuentran destruidas total o parcialmente,
y hasta ahora no ha llegado ayuda", manifestó Jaime Taizan.
El tuxpeño Taizan señaló que a los
hombres les permitieron salir de los albergues para que reconstruyan sus
viviendas, pero "no tenemos con qué; además retuvieron a
nuestras familias en los albergues, y así, sin su apoyo ¿cómo?"
En Ruiz, indígenas coras llegaron hasta la cabecera
municipal en demanda de despensas, "o cualquiera clase de ayuda", porque
las autoridades "no nos han subido a las comunidades los apoyos".