Alfonso Guerra ensalza la actitud del general
de acoger a los exiliados españoles
Rinden homenaje a Lázaro Cárdenas en
Madrid por su apoyo a republicanos
Orgullo de México, jamás haber reconocido
al franquismo: Cuauhtémoc Cárdenas Batel
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 28 de octubre. El dolor de los campos de
concentración, la herida abierta del destierro y el sabor amargo
del exterminio silencioso padecido por los republicanos españoles
fueron evocados 60 años después en un homenaje al México
que abrió fronteras y entrañas para recibir a esos cientos
de miles de mártires. La guerra civil española (1936-1939)
tiñó de sangre y dolor este país, pero también
permitió albergar en México, gracias al humanismo universal
de Lázaro Cárdenas, un mundo nuevo en el que científicos,
matemáticos, físicos, literatos, cineastas, pintores y escritores
escudriñaron una nueva realidad.
Amalia Solórzano, Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano y Cuauhtémoc Cárdenas Batel recordaron hoy,
por primera vez en muchos años, las adversidades de una época
que para este país fue trágica y para México, como
el único país adverso hasta el final al régimen franquista,
también, muy a pesar de que la "transición a la democracia"
finalizó hace más de 25 años. Exilio, una exposición
en la que se miran con lupa las remembranzas más íntimas
del encontronazo de la guerra civil, en la que se tiñen de sangre
y recuerdos amargos los trasiegos, "los sorbos impolutos del dolor" del
infinito desencuentro de las "dos Españas", revivió hoy gracias
a Amalia Solórzano y a su mirada al pasado.
En
el Palacio de Cristal del madrileño parque Del Retiro, la memoria
del México solidario con el exilio republicano se hizo de repente
una memoria viva, en la que se recordaron con vivacidad histórica
las gestas que acometió el ex presidente mexicano Lázaro
Cárdenas, personaje recordado como uno de los más grandes
dirigentes del país, y rememorado en España como una verdad
que dio vida y sosiego a una ingente cantidad de personas que vivían
entonces entre la animadversión del franquismo y el sutil rechazo
de los campos de exterminio franceses. Por eso no resulta baladí
recordar que María Zambrano, exiliada y amparada por el gobierno
de Cárdenas, escribiera en sus Cartas sobre el exilio: "Tal
nos parece, por instantes, que hayamos sido lanzados de España para
que seamos su conciencia, para que derramados por el mundo hayamos de ir
respondiendo de ella, por ella, y que fuera de su realidad seamos simplemente
españoles".
El exilio se convirtió, pues, en una llaga abierta,
la misma que todavía supura dolor y sangre, la misma que recuerda
con cierta incomprensión, por el cerco que socava a la realidad
histórica, a los hijos que fue dejando en su camino de campos
de exterminio, de cárceles y de las torturas más dolorosas
que pueda sufrir el cuerpo humano, entre ellas la insensata incrustación
de la llaga de ese martirio último: la ejecución.
"Mirad a lo lejos aquella quebrada línea oscura
que se alza sobre el mar, al contemplarla donde la cubierta del buque que
nos lleva tras tierras hospitalarias al luminoso México, que generosamente
nos dispensa un acogimiento fraternal al nuevo mundo, adonde llegamos después
de tantas amarguras y en el que se nos oprime el corazón. Es la
patria amada que se aleja y que pronto se disipará entre las brumas
oceánicas y que hoy, sepultadas negras cenizas humeantes, solloza
bajo el yugo a pesar de los conculcadores de todas las sapiencias humanas
y divinas, de los pesares de los pueblos, de los pulverizadores de las
mujeres y de los niños y de todos los centros de cultura y de todas
las conquistas de la civilización gloriosa e ibérica en el
transcurso de los siglos", reza uno de los muchos cantos libertarios que
dejaron escritos los exiliados de entonces, esos que el ex presidente Cárdenas
decidió acoger en el seno de la nación mexicana, esos que
después de ser recibidos por la nación mexicana se convirtieron
de súbito en los otros y nuevos mexicanos.
"El presidente Cárdenas ayudó con armas,
con cartuchos, y cuando acabó la tragedia y vino el exilio envió
a una persona a Francia a facilitar la llegada de todos los españoles
que quisieran ir a ese país, acordando además que durante
todo el tiempo que fuera necesario pagaría la manutención
y los viajes", recordó Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno
socialista de Felipe González y uno de los personajes más
emblemáticos de los últimas años del exilio.
Guerra, además presidente de la Fundación
Pablo Iglesias, la misma que organiza la exposición Exilio,
explicó a La Jornada que "para muchos de los que vivieron
la tragedia de la guerra civil, México y Lázaro Cárdenas
representan algo que nunca podremos devolver los españoles, pues
él supo tener la conciencia libre y abierta para recibir a los españoles
que sufrían el éxodo, y supo también que el pueblo
mexicano estuviera con él en esa decisión. En otros países
los dirigentes acogieron a los exiliados españoles pero hubo polémicas,
mientras en México el presidente Cárdenas convenció
al pueblo mexicano de que era una acción de justicia humanitaria".
En el homenaje a Lázaro Cárdenas expresó
su punto de vista el nieto del general, Cuauhtémoc Cárdenas
Batel, quien manifestó que el "proceso de reconciliación
en España no terminará hasta que no se rescate del olvido
la contribución que miles de hombres y mujeres españoles,
luchadores por la libertad, han dado al mundo y, desde luego, a la propia
España. En este caso el olvido no cura las heridas. La voz de México
se alzó firme y solitaria cuando conoció de la sublevación
contra la República. Desde el primer momento Lázaro Cárdenas
dio apoyo decidido al gobierno legítimo, tanto en forma material
como política, pero México se fue quedando solo en la defensa
de la legitimidad y de la democracia de España".
El nieto del general Cárdenas recordó por
último lo que consideró un gesto inédito en la diplomacia
mexicana, el no reconocimiento por espacio de 40 años de la dictadura
usurpadora franquista: "el pueblo mexicano y Cárdenas ofrecieron
una nueva patria a todos aquellos a los que les fue posible llegar a ella;
si de algo puede estar orgulloso México es de no
haber reconocido nunca la legalidad de la dictadura, nunca establecimos
relaciones diplomáticas con el usurpador, las mantuvimos con su
legítimo gobierno hasta su disolución, el gobierno de la
República. La razón es sencilla: México decidió
mantenerse del lado de la razón y de la libertad frente a la fuerza
bruta".