Se podrán censurar noticias sobre Chechenia, advierte la Unión de Periodistas de Rusia
Aprueba la Duma limitantes a la prensa para la lucha antiterrorista
Moscú sigue los pasos de Washington luego del 11 de septiembre, con igual pretexto y propósito
Irrumpen agentes en la redacción de la revista Versia; "pretenden intimidarnos", acusa su director
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 1Ɔ de noviembre. Con una diferencia mínima de seis votos, los diputados de la Duma aprobaron este viernes enmiendas a la ley de prensa que introducen algunas li-mitantes sensatos en la cobertura de una operación de rescate de rehenes, pero también pueden servir de pretexto para restringir la libertad de expresión.
Al calor del reciente secuestro masivo en el teatro Dubrovka y su trágico desenlace, siguiendo los pasos que dio la Casa Blanca en Estados Unidos a raíz de los atentados del 11 de septiembre del año pasado, el Kremlin considera que los medios no deben entorpecer su proclamada voluntad de "combatir el terrorismo".
Convertida en prioridad de la política de Rusia, la lucha contra el terrorismo, es de suponer que dentro de sus propias fronteras, recibirá un impulso por los 100 millones de dólares adicionales que resolvió destinar la Duma, tras hacer público su compromiso de revisar dentro de unos días el presupuesto pa-ra el año próximo.
Mientras, los miembros de la Cámara baja del Parlamento rechazaron la iniciativa de la Unión de Periodistas y otras organizaciones gremiales, de que sean los propios trabajadores de los medios quienes elaboren, de acuerdo con una elemental ética y sentido de la responsabilidad, las reglas de su comportamiento en situaciones extremas, evitando siempre poner en riesgo la vida de otras personas.
Las fracciones oficialistas de la Duma hicieron suya la exigencia de los servicios secretos rusos de someter de inmediato a votación las enmiendas, con el argumento de que mientras más pronto se promulgue -después de ser adoptada por Consejo de la Federación (la Cámara alta) y, de ahí, firmada por el presidente-, mejor.
Operación mordaza
Es cierto que, en los primeros días del secuestro masivo, algunas televisoras hicieron de la tragedia un reality show y, en el afán de ganar la primicia, se llegó al extremo de informar en directo sobre movimientos de tropas en las cercanías del teatro Dubrovka, ubicación exacta de francotiradores y otros detalles que los secuestradores hu-bieran podido saber, con tan sólo tener encendido un televisor.
Para corregir estas fallas, la Du-ma prohibió a los medios de comunicación informar acerca de técnicas especiales, despliegue y táctica de una operación contra el terrorismo; alertar sobre los preparativos de un operativo de rescate, y poner en peligro la vida y la salud de las personas "dentro o fuera de la zona de una operación antiterrorista".
Tampoco se permite reproducir citas textuales de un "terrorista" ni divulgar opiniones contrarias a una "operación antiterrorista", nada que pueda interpretarse como "apología del terrorismo" o "justificación del extremismo". Todo esto, aparte de la prohibición de difundir todo lo que las autoridades cataloguen de "secreto de Estado".
Así redactados los cambios a la ley, poniendo énfasis además en el concepto "operación antiterrorista", diputados de oposición y pe-riodistas locales temen que el Kremlin sólo busca ensanchar sus posibilidades de acallar críticas y, al escudarse en las razones y los secretos de Estado, se libra de tener que dar respuestas a preguntas espinosas que, como ahora, ponen en entredicho la versión oficial de lo ocurrido durante el asalto para rescatar rehenes.
Los responsables directos de dicho rescate están muy sensibles a los cuestionamientos de los me-dios, y ello explicaría la incursión, este viernes, de un grupo de agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB) en la redacción del semanario Versia, para incautar la mayor parte de las computadoras, dentro de la investigación de una querella presentada contra un artículo publicado... en mayo pasado.
El director de Versia, Rustam Arifdzhanov, acusó que el FSB pretende intimidar a todos los medios rusos. La portada del número que estaba a punto de ser enviada a la imprenta, y que ahora se duda pueda salir a tiempo, traía con enormes caracteres "šNo es cierto!", según se alcanzó a ver en el noticiario nocturno de una televisora.
Cuando las enmiendas a la ley entren en vigor, las autoridades tendrán mayor margen de acción. Lo primero que salta a la vista es que las enmiendas no establecen temporalidad para las restricciones, o sea, tampoco se podrá divulgar algo que esté prohibido, incluso después del operativo de rescate.
Por poner un ejemplo reciente, estaría proscrito difundir que las fuerzas especiales rusas usaron un gas letal para rescatar a los rehenes del teatro Dubrovka.
Pero parece más grave la formulación de "operación antiterrorista", que por supuesto no es fortuita. Para el Kremlin la guerra de Chechenia no es guerra, sino una "operación antiterrorista".
Por esto, Igor Yakovenko, secretario de la Unión de Periodistas de Rusia, dice que, en sentido estricto, "se podría censurar cualquier in-formación acerca de Chechenia".
Es obvio que el Kremlin no se propone imponer una censura total, pero también parece evidente que las enmiendas a la ley le brindan una poderosa herramienta para aplicar, de modo selectivo, sanciones contra los medios que promueven, por ejemplo, un arreglo político para Chechenia.
Pugnas en la cúpula política
Por otro lado, Serguei Mironov, presidente del Consejo de la Federación, advirtió hoy sobre la necesidad de no caer en una "rígida censura". Sus declaraciones confirman la pugna que se da debajo del tapete entre diferentes grupos de interés del entorno más cercano del presidente Vladimir Putin.
Los llamados siloviky, el grupo de colaboradores salidos o vinculados al aparato de seguridad, está adquiriendo un desmesurado protagonismo que preocupa al grupo de San Petersburgo, al cual pertenece Mironov y que encabeza el poderosísimo secretario particular del presidente, Igor Sechin.
La perspectiva de que un solo clan monopolice la cercanía del presidente tampoco agrada a un tercer grupo, el de la llamada Fa-milia, del anterior inquilino del Kremlin, Boris Yeltsin, quien tras desprenderse de dos de sus figuras más odiosas, Boris Berezovsky y Vladimir Gusinski, ha sabido mantenerse muy cerca de Putin.
El indicio más claro de esto se deriva de la cobertura del canal de televisión TVS, el antiguo TV6 que era de Berezovsky y ahora pertenece a Oleg Deripaska, magnate y yerno de Tatiana, la hija de Yeltsin, Román Abramovich, Aleksandr Mamut y otros potentados ligados a la Familia.
De unos días para acá, TVS, que elude las críticas directas a Putin, arremete con inusual dureza contra el clan del aparato de seguridad al poner en evidencia las contradicciones de la versión oficial del rescate de los rehenes.
La televisión vuelve a ser un instrumento de lucha intestina y, mientras se mantenga la correlación de fuerzas, es probable que un influyente grupo del entorno de Putin se va a oponer a la censura completa que quiere establecer el otro.