Por falta de recursos el país no resuelve sus problemas más apremiantes de salud: Ssa
Destina México sólo 0.01 por ciento del PIB a la investigación médica
El rezago es evidente al compararnos con naciones de desarrollo similar al nuestro, señala estudio
Además de contar con pocos fondos, el sector debe sortear infinidad de trámites administrativos
ANGELES CRUZ
El reducido número de investigadores en el campo de la medicina, la escasa inversión -0.01 por ciento del producto interno bruto (PIB)- en este rubro y la constante incertidumbre sobre la disponibilidad del dinero han hecho de México un país que no resuelve por sí mismo sus problemas más apremiantes de salud, asegura un diagnóstico de la secretaría del ramo.
Debido a que la investigación sanitaria no forma parte de la política de Estado, el sector ha sido víctima de los vaivenes económicos, al grado de que en los recientes 20 años el gasto en esta área ha sido uno de los más reducidos en el ámbito internacional, señala.
El rezago de la investigación en salud resulta evidente incluso al ver la situación de países con desarrollo económico similar al nuestro.
El documento de la Secretaría de Salud (Ssa) explica que la inversión en esta materia es apenas de 2.3 por ciento del gasto total en ciencia y tecnología, el cual equivale a 0.01 del PIB y 0.45 por ciento del recurso destinado a la salud. Estas cifras contrastan ampliamente con el presupuesto de naciones industrializadas, las cuales se ubican por arriba de 1.5 por ciento del gasto público en salud.
El documento resalta que entre 1990 y 1998 el desembolso destinado a la investigación médica creció a un ritmo de 2.8 por ciento en promedio, cifra inferior al 4.2 por ciento de aumento que registraron en el mismo periodo los recursos en ciencia y tecnología.
Además de la restricción económica, el dinero se distribuye de manera inequitativa. Cerca de 80 por ciento proviene de las arcas del gobierno federal, mientras que la aportación del nivel estatal es mínima y se ejerce por medio del subsidio que reciben las instituciones locales de educación superior, el que a su vez es inferior a 10 por ciento de su presupuesto.
Poca aportación de la IP
A lo anterior se suma el hecho de que apenas 20 por ciento de la inversión proviene de la iniciativa privada, y de éste porcentaje la mayor parte está destinada al desarrollo tecnológico, más que a la investigación científica.
El estudio resume así las características del financiamiento de las actividades científicas que se llevan a cabo en México: "es impredecible, nunca se sabe si llega, cuándo o cuánto; proviene principalmente de los recursos fiscales; siempre ha sido muy limitado, y los mecanismos para el seguimiento y evaluación de los resultados, de su calidad, aplicación y manejo han sido muy limitados".
Plantea que sin dinero no se puede hacer investigación de excelencia, por lo que "cuanto menores sean esos recursos y más difícil sea disponer de ellos, menor será la posibilidad de obtener resultados de calidad, independientemente de la pertinencia del tema que se investigue". Como esta situación es la que ha privado en México en los años recientes, nuestro país no puede competir en el ámbito mundial, afirma.
El texto, que forma parte del Programa Nacional de Investigación en Salud, destaca que 60 por ciento del gasto en este rubro se orienta a los costos laborales y sólo 20 por ciento a infraestructura y equipo, pero además para su aplicación primero se tienen que sortear infinidad de trámites administrativos. No obstante lo anterior, los salarios de los académicos del sector salud son inferiores a los de sus homólogos en otras áreas de la investigación científica. Incluso dentro de las instituciones sanitarias existen disparidades salariales notorias, apunta.
Una situación aún más grave se observa al comparar los ingresos de los investigadores nacionales con los de otros países. Es el caso de Estados Unidos, donde los científicos con postdoctorado reciben entre 249 mil y 374 mil pesos al año, mientras que el nivel más alto de investigador en los institutos nacionales de salud, con grado de doctor, percibe en forma directa alrededor de 167 mil pesos anuales y puede aspirar a "magras cantidades adicionales" por estímulos de productividad y becas del Sistema Nacional de Investigadores.
En cuanto a la infraestructura, el diagnóstico señala que hay un deterioro generalizado de la planta física y del equipamiento. A pesar de los programas especiales y de la consecución de fondos extra provenientes de organismos internacionales, la obsolescencia y el deterioro del equipo afecta a muchos grupos de investigadores.
Al referirse al número de investigadores y los lugares donde se encuentran, detalla que aunque no se cuenta con información precisa, la mayoría de los académicos están en el Distrito Federal (52 por ciento), Guadalajara, Monterrey y Cuernavaca. Según la Encuesta nacional de investigación en salud, realizada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Ssa en 1984 (la única efectuada hasta ahora), de los más de 5 mil proyectos entonces informados, 72 por ciento se realizaba en 179 instituciones del sector salud, y el resto se hacía en 102 centros educativos.
El programa también admite que en la actualidad no se tienen datos oficiales sobre el número de instituciones, centros y dependencias que realizan investigación en salud, pero se supone que éstos no deben ser menos de 300.
Entre el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y los institutos nacionales de salud produjeron más de dos terceras partes de la investigación de alcance internacional del sector salud. Sin embargo, 75 por ciento de las publicaciones médicas de nivel internacional fueron producidas por la Universidad Nacional Autónoma de México, el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados, la Universidad Autónoma Metropolitana y el Instituto Politécnico Nacional. Esta participación científica mexicana ocupa 0.64 por ciento del total mundial.
Estas mismas instituciones, junto con el IMSS y el conjunto de los institutos de salud absorben 70 por ciento de los recursos económicos federales y los otorgados por el Conacyt.
A pesar de ello, dice el documento, en varios estudios se ha documentado la existencia de áreas importantes para la investigación en salud, algunas relacionadas directamente con problemas de gran peso en el escenario nacional, pero que todavía no cuentan con grupos científicos dedicados ni siquiera en formación. Por otra parte, indica, existen desarrollos recientes de la investigación internacional en salud que aún no han sido incorporados cabalmente a la agenda científica nacional.
Con el propósito de superar esta problemática, el gobierno federal se ha planteado cuatro retos fundamentales: reorientar la investigación para dirigirla hacia objetivos concretos vinculados a los problemas nacionales; consolidar la investigación, para lo cual se requieren recursos suficientes.
El tercer reto es aplicar y difundir el conocimiento, y el último es innovar el quehacer científico y transferir tecnologías, principalmente en los campos de la medicina genómica, la biotecnología y la investigación clínica.
El pasado 15 de octubre, la Ssa y el Conacyt anunciaron la creación del fondo sectorial de investigación en salud, como una de las principales estrategias para revertir el rezago en esta área. Inicialmente estarán disponibles 160 millones de pesos para apoyar diversos proyectos de investigación. Además, el programa establece 21 estrategias adicionales para solucionar la problemática en su conjunto.