MAR DE HISTORIAS
Los mismos de ayer
CRISTINA PACHECO
Frente al espejo, Daniela se pasa el índice por las ojeras:
-Una de las cosas horribles de la edad es que las patas de gallo se alborotan con cualquier desveladita.
-Son menos de las once-. Julio se desabrocha la camisa: -No tengo sueño. Se me antoja un brandy.
-Mi amor: tomaste demasiado en la cena.
-ƑUn tequila y dos copas de vino se te hace mucho?
-Pero se te subió.
-ƑCuándo me lo notaste?
-Cuando te pusiste necio con lo de la cuenta. Después, en el estacionamiento, pediste el coche rapidísimo y me dejaste manejar. Sobrio, jamás habrías permitido que tocara tu maravilloso automóvil.
Julio sonríe y se encamina hacia la puerta:
-ƑTe sirvo?- Desde el comedor oye el comentario de su esposa: "Mi madre decía que a los maridos nunca hay que dejarlos beber solos. Sírveme poquito".
Daniela se reúne con Julio y lo ve llenar las copas:
-No me fijé si el mesero te devolvió tu tarjeta.
-ƑNo viste que la metí en la cartera junto con el váucher?
-ƑSalió caro?- Toma la copa que le ofrece Julio.
-En novecientos.
-Debiste dejar que Raziel pagara-. Ve a Julio aproximarse al teléfono: -ƑA quién vas a llamar ahorita?
-A Raziel-. Julio saca de su bolsillo la servilleta con el número de su amigo. -Quiero saber si llegó a su casa.
-ƑCrees que haya ido a alguna otra parte?
-Ojalá, pero no. Tengo miedo de que lo hayan asaltado-. Julio marca. Una voz impersonal le informa: "El número que usted marcó no existe. Favor de rectificar". Cuelga y se acerca a la ventana: -De seguro se fue caminando.
-Llevaba un Opel viejito. Dice que lo saca cuando tiene algún compromiso en la noche. Así hay menos riesgo de que lo asalten. Por eso también viste ropa tan sencilla.
-ƑEso te dijo?
-Cuando fuiste al baño-. Daniela levanta su copa. Julio le sirve otra porción de brandy. -Por cierto, te tardaste muchísimo. ƑQué tanto hacías?
-ƑQué crees?- Julio sonríe: -Bueno Ƒy de qué más hablaron?
-Mejor pregúntame de qué habló Raziel.
-Seguro que de sus negocios.
-Es lo único que le importa, Ƒverdad?
-Y ahora, Ƒen qué anda?- Julio ocupa el sillón frente a su mujer y la contempla con una sonrisa ambigua.
-Computadoras. Está por firmar un contrato para distribuirlas en todas las secundarias de la República. Luego se extenderá a Centroamérica. Aproveché y le conté que la nuestra tiene un virus. Prometió enviarnos a uno de sus técnicos para que la revise. Pero no le anoté nuestra dirección. Cuando le hables, se la das.
-šFascinante! ƑNo mencionó su cadena de restaurantes?
-Sí. La vendió porque es un asunto muy matado. Yo más bien entendí que su socio lo transó. No lo dijo claramente, pero me lo dio a entender. Se ve que lo afectó mucho.
-ƑY a cuál de sus socios te mencionó?
-Fueron tantos que parecía el directorio telefónico.
-ƑDe casualidad no sería Antonio Valdemar?
-šExacto! ƑLo conociste?
-Uf, desde que estábamos en la secundaria-. Julio agita los brazos como si estimulara a un equipo de futbol: -šEse es mi cuate! šQué memoria de Raziel! šQué bruto! Es un genio. Lástima que no se haya dedicado a la actuación o a escribir novelas: sería todo un éxito.
-Le dio por los negocios y no le va nada mal. Habló varias veces por su celular con su secretaria para darle indicaciones. Después llamó a "don Carlos". Por el tono supongo que era Slim. Oye, por cierto, no me has dicho por qué tardaste horas en el baño.
-ƑOtra vez con lo mismo?- Julio evita la mirada de su mujer.
-ƑFuiste a otra parte?
-ƑQué te estás figurando?
-Nada, no sé. Hasta ahorita me doy cuenta de que todo fue medio raro-. Daniela se ordena el cabello: -Raziel es muy simpático pero no me gustó que me dejaras tanto tiempo sola con él.
-Por Dios, fueron cinco minutos.
-Mucho más. Imagínate: hasta le dio tiempo de hablarme de su novia inglesa.
-ƑCuál de todas: Ruth, Joyce, Hillary?
-ƑEs mujeriego, verdad? Ah, entonces por eso no se ha casado.
-Se casó una vez. Con Donajf. Fueron novios desde que estábamos en la secundaria. Se divorciaron hace cuatro años.
-Lo típico: a Raziel le fue bien en los negocios y cambió a su mujer por una inglesa. Claro, en su nueva posición eso lo viste mucho más-. Daniela se sirve otro brandy: -ƑMe equivoco?
-Sí y lo lamento-. Julio mira el fondo de su copa: -No sabes cuánto me gustaría que Raziel estuviera aquí y te escuchara. Describiste todo lo que él siempre quiso tener: dinero, éxito, mujeres, hasta socios corruptos que lo transaran.
-ƑNo es lo que tiene?
-šQué va! Cuanto te dijo es mentira.
-No inventes.
-ƑVes? Digo la verdad y piensas que te engaño. Raziel te contó puras falsedades y se lo creíste todo.
-A lo mejor mintió con lo de su novia inglesa para hacerse el interesante, pero de que tiene dinero, ni hablar. ƑNo le viste el reloj? Era Bacheron.
-Sí: falso. ƑNo me crees? El domingo vamos a Tepito y me compro seis iguales por mil pesos.
-Y luego dicen que las mujeres somos envidiosas entre nosotras-. Daniela reflexiona: -ƑY las tarjetas? Cuando pidió la cuenta entregó una golden. El mesero se la devolvió porque tú te pusiste de farolón con que: "No. Regrésele su tarjeta al señor. Es mi invitado y no permitiré que pague. Raziel, hermano, no insistas porque me ofendes". Lo peor es que gritabas y que todos en el restaurante se nos quedaron viendo.
-Perfecto.
-Creí que te chocaba llamar la atención.
-Pero a mi amigo no y a quien estaban mirando era a él-. Julio enciende un cigarro: -Ya me imagino lo que habrá pensado la gente en el restaurante: "El pobretón ese intenta quedar bien con su amigo rico pagándole la cuenta para ver si le da chamba".
-Pues si lo pensaron, šqué vergüenza!
-A mí no me importa. Sé que para Raziel fueron momentos maravillosos que recordará feliz, creyendo que sigue engañándome.
-ƑPara qué necesita engañarte?
-Para seguir engañándose. Raziel es mitómano. Empezó en la escuela. Su padre nunca iba a los festivales escolares. El lo justificaba diciéndonos que su papá estaba ocupadísimo en su hacienda porque su apoderado, Antonio Valdemar, se había ido a Colombia para comprarle una mina de esmeraldas. šQué imaginación! Raziel no tuvo padre y su mamá trabajaba de costurera en una fabriquita de ropa interior.
-Nunca había visto un mitómano.
-Pues volverás a verlo.
-ƑPiensas buscar a Raziel?
-Me gustaría, pero no puedo. El teléfono que me dio no existe. Ojalá que volvamos a encontrarnos. Si llega a suceder, prepárate: saldremos a cenar, te dejaré con él para darle el gusto de que te deslumbre con sus fantasías y al final haré el numerito de borracho farolón: "Regrésele su tarjeta al señor. Es mi invitado y no permitiré que pague. Raziel, hermano, no insistas porque me vas a ofender".