UN ATRONADOR NO A LA GUERRA
En
el Foro Social Europeo que se realiza en Florencia resonó la resolución
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que, en la interpretación
de la Casa Blanca, acerca mucho la guerra contra Irak y, por consiguiente,
una acción israelí para buscar una "solución final"
al levantamiento palestino, expulsando de sus tierras a cientos de miles
de personas y al mismo presidente Yasser Arafat. La respuesta fue inmediata:
al día siguiente de aprobada esa peligrosa y ambigua resolución
(que aunque no satisface totalmente a Estados Unidos abre importantes brechas
a su aventura bélica) desfilaron por Florencia, la bella y progresista
capital de la Toscana, entre 500 mil personas, según la policía,
y un millón, según los organizadores, o sea, una multitud
que casi duplica el número de florentinos adultos.
Esa gigantesca marcha europea no sólo fue una dura
respuesta a las posiciones de los gobiernos (comenzando por el gobierno
derechista italiano, totalmente alineado con Washington y que trató
de impedir el ingreso a Italia de contingentes de pacifistas). Fue también
la expresión clara y abierta del repudio a la guerra que George
W. Bush se empeña en desencadenar y dio también voz y expresión
a los millones de estadunidenses (la mayoría según las encuestas)
que se opone a una guerra unilateral declarada por Washington y a 65 por
ciento del electorado de Estados Unidos que no fue a votar a pesar de los
llamados patrióticos y belicistas con los que Bush y su partido
de la guerra trataban de engatusarlos.
Por supuesto, las manifestaciones, por grandes que sean,
no modifican las decisiones ya tomadas por la Casa Blanca y sus acólitos
ni detienen la preparación material de la guerra por el Pentágono,
que es muy anterior a la resolución de la ONU. Pero sí desinflan
la guerra sicológica y la guerra de propaganda de los belicistas,
que pretenden demostrar que hay unanimidad mundial en lo que respecta a
una guerra contra Irak (que será una campaña por el dominio
del petróleo mundial, para hacer bajar su precio, destruir la Organización
de Países Exportadores de Petróleo y reanimar la desfalleciente
economía de Estados Unidos, una batalla contra todos los países
árabes, para someterlos aún más, un intento de reafirmar
la declinante hegemonía de Estados Unidos debilitando la política
y la economía de su princiupal competidor, la Unión Europea).
Este atronador No a la guerra del Foro Social Europeo,
que es también un no a las políticas neoliberales, marca
igualmente un nuevo hito en las protestas masivas: los 600 mil en Génova,
contra el Grupo de los 8; los 500 mil en Sevilla, y ahora en Florencia
una cantidad de manifestantes aún mayor que esas dos enormes marchas
anteriores marcan el crecimiento de la protesta y un avance en la organización,
unificación y conciencia de quienes luchan contra la mundialización
dirigida por el capital financiero buscando otra mundialización
que excluya la guerra, el hambre, la pobreza, las necesidades que la primera
implica y desarrolla. Ese es también -aunque no se exprese abiertamente-
el sentimiento mayoritario del pueblo mexicano y ha hecho muy bien el gobierno
al no ceder a las exigencias belicistas de Estados Unidos. El No del Foro
Social Europeo ayudará sin duda en México a redoblar los
esfuerzos para impedir que, en abierto desafío a la opinión
mundial, Washington siga organizando una aventura que, entre otras cosas,
será lesiva para los intereses de los mexicanos.