A mes y medio del relevo no se descarta un tercer aspirante
Ortiz y Silva, candidatos viables a presidir la Corte
JESUS ARANDA
A un mes de que el ministro Genaro Góngora Pimentel rinda su último informe de labores, el destino de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) es incierto. Sin embargo, Juan Silva Meza y Guillermo Ortiz Mayagoitia se perfilan como los candidatos naturales a ese puesto, ya que ambos tienen una larga carrera judicial, respeto como juristas y cuentan con el reconocimiento y la aceptación de jueces y magistrados, aunque falta que ambos se decidan a hacer oficial esa aspiración.
Por primera vez el relevo de presidente del máximo tribunal no está definido de antemano, como antes de la reforma constitucional de 1994 y la elección de Vicente Aguinaco Alemán en 1995, ni tampoco hay un candidato que abiertamente manifieste su intención de conseguir el cargo, como ocurrió hace cuatro años cuando Góngora se perfilaba semanas antes como seguro ganador.
Los nombres
Los eventuales candidatos tienen estilos diferentes de ser y visiones que no coinciden sobre la apertura necesaria de la Corte ante la sociedad y los otros poderes para avanzar en temas que preocupan a los ministros, como son el establecimiento de un presupuesto fijo para el Poder Judicial federal, la facultad de iniciativa en leyes de su competencia y la Ley de Amparo.
En caso de que Góngora no quede integrado en la comisión de receso para el periodo vacacional de fin de año, habrá dejado prácticamente su cargo el próximo 13 de diciembre, y en la sesión del 2 de enero de 2003 presidirá el pleno en el que se elegirá a su sucesor. Pero si estuviera en dicha comisión, su mandato continuará hasta la primera sesión del próximo año.
A Silva Meza se le ubica como un ministro discreto, de decisiones firmes pero capaz de conciliar y llegar a acuerdos, mientras que Ortiz Mayagoitia se distingue por su excesivo celo jurídico en la discusión de los temas y por tener un manejo discreto de su persona. El primero dejará el cargo de ministro en 2015 y el segundo en 2012.
En todo caso, confiaron los informantes, cualquiera de los dos tiene los merecimientos y la capacidad suficientes para ocupar el cargo; el problema es que ninguno ha dado señales claras de pretender la presidencia, lo que podría dar paso a una tercera opción.
De acuerdo con fuentes oficiales y funcionarios de diversos niveles de la Corte, detrás de ambos se ubica como probables contendientes al ministro Mariano Azuela Güitrón y a Olga María Sánchez Cordero.
No obstante, las fuentes consultadas comentaron que en el caso de Azuela -quien junto con Juan Díaz Romero es sobreviviente de la reforma de 1994- su eventual elección podría generar recelo hacia el exterior, porque se podría interpretar como un "retroceso" de la Suprema Corte hacia posiciones ya superadas, mientras que al interior es conocido el carácter "difícil" del ministro, lo que impactaría en la necesaria concertación y diálogo que requiere el cargo.
En el caso de la ministra Sánchez Cordero, se dice que es la "mejor ubicada" de los ministros ante la opinión pública y sectores políticos del país. Incluso se señala que si la presidencia de la Corte fuera elegida mediante votación, ella ganaría sin problema.
Su participación como ponente en temas controvertidos como la constitucionalidad de la reforma eléctrica y sobre el aborto le dio notoriedad, aunque no logró ubicarse como connotada jurista al interior del foro. Además, debe tomarse en cuenta que es "externa", es decir, no tuvo una carrera judicial antes de asumir el cargo (se desempeñaba como notaria pública), lo que para muchos es un factor en contra.
Por otra parte, Juventino Castro y Castro está descartado porque su periodo como ministro termina en noviembre de 2003, al igual que el de Aguinaco. Se dice que Juan Díaz Romero, también con sólida carrera judicial, no tiene interés en el cargo y fue el primero que en 1995 y 1999 se descartó ante sus compañeros.
La situación es diferente en los casos de Humberto Román Palacios (quien deja el cargo en noviembre de 2006) y José de Jesús Gudiño Pelayo (2015), quienes teniendo los merecimientos suficientes, se han mantenido al margen de la contienda.
Sergio Salvador Aguirre Anguiano (2012), sin carrera judicial, tiene a su vez el inconveniente de que se le asocia al Partido Acción Nacional en Jalisco, donde representó legalmente diversas instituciones privadas antes de ser ministro.
Por otra parte, trascendió que entre los ministros hay una especie de regla "no escrita" que señala que el presidente de la Corte debe contar con carrera judicial.
Antes de dedicarse al litigio privado, Aguinaco ocupó diversos cargos en la Judicatura y llegó a ser juez de distrito. Cuando resultó electo en enero de 1994 en una votación cerrada ante Castro y Castro, en la que, por cierto, Aguinaco votó por él mismo para ganar por siete votos contra cinco, el primero había ocupado cargos en la Procuraduría General de la República, pero no tenía experiencia judicial.
En el caso de Góngora, es conocido en la Judicatura que siguiendo las rígidas formas del sistema judicial, él "se movió" desde semanas antes de la elección no sólo entre sus compañeros ministros, sino también tejiendo redes de comunicación con sectores políticos, gubernamentales y del propio foro de abogados.
Además de su interés por "querer ser", Góngora tenía a su favor una sólida carrera judicial que se inició como secretario hasta llegar a ser magistrado de un tribunal colegiado en materia administrativa.
Aun cuando el tema del relevo en la presidencia de la Corte no se ha discutido en el pleno, Góngora fue el primero en aludirlo en privado con sus compañeros. En una ocasión comentó que está acostumbrado a tomar una ducha en sus oficinas, debido a que en las mañanas se va a nadar a su deportivo y de ahí a trabajar, por lo que "pidió" como "condición" que su sucesor contara en su privado con ducha.
Se dice que después de la broma, hubo oficinas de ministros en los que hubo una actividad febril... instalando regaderas.