Marco Rascón
Amar te duele
Promesas se intitula un documental sobre la magnitud de los odios raciales y religiosos en Jerusalén, vistos desde la óptica de niños judíos y palestinos. Dos sociedades, dos culturas segregadas y enfrentadas en una espiral incontenible, se han sembrado en el resto del mundo a causa de políticas económicas que incluyen a unos pocos y excluyen a millones. Sólo nos falta saber si en el caso de la ciudad de México el racismo es vocación o destino, porque es un hecho que existe y se extiende.
Simultáneamente se exhibe Amar te duele, de Fernando Sariñana, la cual muestra que de alguna manera nos igualamos a los territorios ocupados de Palestina, lo cual reafirma que la ciudad de México no tiene como vocación Nueva York, sino Jerusalén.
El filme destaca en el contexto de la anécdota amorosa el costo de la modernidad prometida a los mexicanos. El racismo y el odio racial que se dan en Santa Fe, demarcación Cuajimalpa, simbolizan nuestra entrada en la modernidad. Las risitas nerviosas del público así lo muestran, sobre todo cuando surgen los insultos racistas y una adolecente reclama a otra su interés por el novio "aborigen" y "naco".
En 20 años de políticas económicas, el país cambió radicalmente y siguió el camino prometido de la modernidad. Durante ese lapso pueblos y pequeñas provincias se vaciaron por la migración a las ciudades y la frontera norte. La presencia indígena se incorporó al cotidiano urbano y crecieron los barrios periféricos, que en el caso de Santa Fe coincidieron con los proyectos de nuevos sectores beneficiados con la integración económica, construyendo así una réplica explosiva de Jerusalén, dividida por una carretera.
En Amar te duele las expectativas de consumo de los jóvenes logran romper superficialmente las incipientes reglas de la segregación social y racial al confluir en un centro comercial, pero sólo para exponer la podredumbre de sociedad que se ha ido construyendo tras las bambalinas del progreso prometido, hasta llevarnos al futuro feudal, shakespe-reano, de una sociedad violentamente dividida.
Ahora que vendrá Giuliani para conocer la ciudad que asesorará, no deberían dejar de pasarle Amar te duele para que cuente con los elementos básicos del origen de la espiral de violencia en la ciudad de México y para que reconozca que los autores están en la ciudad que gobernó, en el paraíso de los especuladores, los intervencionistas financieros y los que destruyeron la convivencia en este país y que ahora se reproducen en Santa Fe.
Si El crimen del padre Amaro reveló las implicaciones del abandono del laicismo y del regreso de una iglesia católica soberbia e intolerante, la película de Sariñana permite descubrir el grado de descomposición social que han generado dos décadas de políticas económicas brutales sobre la población. De alguna manera los protagonistas de Amar te duele reflejan una rebelión social en ciernes en la que los jóvenes iracundos y marginados podrían ser el eslabón más débil de una realidad impuesta a partir de la cual podrían generar una sana ruptura.
Tras la cultura de la marginación que nace abajo de los puentes y las barrancas -los cashbas argelinos de la ciudad de México- se puede estar forjando un sentimiento liberador, antifeudal, que reclame su derecho al mundo. Esto podría suceder, como sucede en la película, en el único espacio público que se ha dejado a los habitantes: centros comerciales o plazas para ejercer el consumo como esparcimiento y destino.
Nunca como ahora se habían pronunciado tanto en el discurso político las palabras "igualdad", "tolerancia", "apoyo", "lucha contra la pobreza", "ayuda humanitaria", "democracia", "libertad de expresión", y nunca como ahora habíamos adolecido de esos valores. La sociedad mexicana ha caminado en años recientes en sentido contrario a la liberación de su lenguaje, lo cual es profundamente peligroso, pues estamos consumiendo nuestras propias reservas éticas y prostituyendo los conceptos.
La inconsecuencia entre lo que decimos y hacemos, el crecimiento de la intolerancia y el racismo, convierten lo criminal en fenómeno contestatario y las diferencias podrían tomar el camino de la violencia y la espiral del ojo por ojo.
En Bosnia, en Yugoslavia, cuentan que empezaron haciendo chistes racistas de los vecinos: durante el día jugaban juntos dominó en el bar y por la noche se mataban cobrando insultos. En Amar te duele un simple paseo en la plaza comercial termina en tragedia de nota roja, dejando estupefacto al público. Al final no es la violencia en sí, sino el descubrimiento del país descompuesto que tenemos y que dejamos hacer en nombre de la modernidad.
Al salir del cine y ver a decenas de jóvenes iguales a los de la película, agradecí a Sariñana haberme regresado al verdadero país en el que vivimos y me dio más coraje el fracaso de nuestra generación, que no logró hacer un país distinto ni derrotó esta vocación perversa.
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