Francisco López Bárcenas
Yosotato: tierra y autonomía
Entre el 17 y 19 de noviembre, un grupo de aproximadamente
500 personas del ejido Nopalera y su anexo Zimatlán de Lázaro
Cárdenas, pertenecientes al municipio de Santa Lucía Monteverde,
agredieron con armas de alto poder a los campesinos de San Pedro Yosotato,
distrito de Tlaxiaco, en la mixteca oaxaqueña, y prendieron fuego
al bosque y los matorrales para protegerse y seguir avanzando hasta los
límites de sus tierras comunales, donde siguieron haciendo disparos,
con la intención de entrar al pueblo.
Esta agresión armada no es ninguna novedad para
quienes las han sufrido durante todo el siglo XX, como tampoco el número
de agresores ni la portación de armas de fuego de alto poder. El
Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) publicó
en 2002 que la comunidad de San Sebastián Nopalera es un foco
rojo, dada la cantidad de armas que ahí circulan. Fuertes intereses
deben existir para que a pesar de esas evidencias las autoridades no hagan
nada para imponer el orden en un lugar donde, también es público,
la mayoría de sus habitantes actúa bajo la línea
que da Salomón Jara Cruz, diputado local del PRD y dirigente
de la Unión Campesina Democrática.
Lo novedoso es el contexto en el que sucede la agresión.
Desde principios de 2002 los ejidatarios de San Pedro Yosotato decidieron
caminar su propio camino para recuperar sus tierras, invadidas desde el
18 de febrero de 1998 por los mismos agresores de ahora. Esta decisión
la tomaron después de solicitar el apoyo de organizaciones políticas,
sin que su problema avanzara. Decidieron, pues, construir su futuro de
manera autónoma. A partir de entonces han venido reflexionando y
realizando diversas actividades, junto con otras comunidades que enfrentan
problemas similares, con la intención de unificarse y caminar juntos
para solucionar sus problemas de forma pacífica.
Desafortunadamente para los ejidatarios, un reducido grupo
de campesinos, asesorado por una de esas organizaciones que nada hizo cuando
le pidieron apoyo, decidió seguir luchando por su lado, enfrentando
incluso las decisiones de la comunidad, con el argumento de que el sistema
de cargos es caciquil y ellos no lo respetan porque son "democráticos
y radicales". En ello no cuenta la voluntad popular, sino la ideología
de los disidentes. Fueron miembros de este grupo quienes, en un acto de
franca provocación, el pasado 17 de noviembre bajaron a las tierras
invadidas por San Sebastián Nopalera. Como resultado de su acción
fueron agredidos a balazos y uno de ellos quedó herido de gravedad;
las tierras ejidales fueron ocupadas totalmente por los invasores y los
ejidatarios de San Pedro Yosotato continúan viviendo en la inseguridad
por la constante agresión armada. Además, echaron por tierra
el esfuerzo de un año en que autoridades municipales y la representación
agraria habían trabajado para recuperar sus predios de forma pacífica.
Como se ve, los obstáculos para la construcción de los procesos
autonómicos de los pueblos indígenas no sólo vienen
del gobierno, sino también de gente que, aparentando estar de su
lado, no los entiende ni tampoco les interesa hacerlo cuando no responden
a sus intereses.
En medio de este conflicto están las autoridades
del estado con una indiferencia a prueba de cualquier sangre fría.
A pesar de que cuentan con evidencia de que los invasores se encuentran
armados, de que las huertas fueron quemadas, de que los ejidatarios desalojados
no cuentan con vivienda ni formas de trabajar para obtener el sustento
de sus familias, sólo han colocado una patrulla cerca del lugar
del conflicto, la cual se dedica a observar e informar lo que sucede, pero
sin intervenir para nada.
Quienes más pruebas de prudencia han dado son las
autoridades de la comunidad y la representación agraria, junto con
su comisión de apoyo, integrada por ex autoridades municipales y
agrarias. Hasta ahora han enfocado su esfuerzo a encontrar una salida pacífica
y legal al conflicto, porque la presión de sus ciudadanos es mucha
y puede explotar, lo que tendría consecuencias imprevisibles. Ojalá
las autoridades entiendan esto y no esperen que corra sangre para abandonar
su pasmo. Ojalá que los "radicales" reflexionen y entiendan que
la razón está con las mayorías, aunque ellos tengan
otros intereses. Ojalá que alguien escuche a los ejidatarios agredidos
antes de que el problema se agrave. Ojalá.