VIOLENCIA QUE NO CESA
En
Medio Oriente el círculo vicioso de barbarie y de violencia sigue
cobrando vidas inocentes de israelíes y palestinos. El enésimo
atentado terrorista perpetrado ayer contra civiles judíos de Israel
dejó en Jerusalén un saldo de 12 muertos -incluido el agresor-,
medio centenar de heridos y una renovada zozobra entre la población
del Estado hebreo. Pocas horas más tarde, la venganza de Tel Aviv
se hizo sentir en Gaza -adonde el gobierno de Ariel Sharon envió
más de 60 tanques, transportes blindados y bulldozers para realizar
destrozos- y se autorizó una operación similar en Belén
que, hasta el cierre de esta edición, no se había iniciado.
El canciller israelí, Benjamin Netanyahu, volvió
a quejarse de las agresiones terroristas, sin mencionar que tales actos
son respuesta -desesperada, ciega y criminal, pero respuesta- a la creciente
barbarie de Estado, a las estrategias genocidas, al saqueo y a los crímenes
cometidos por Tel Aviv en los territorios palestinos que ocupa. El responsable
de la diplomacia israelí dijo, tras el bombazo en un autobús
en Jerusalén, que "no basta con las palabras y las condenas, ahora
tenemos que pasar a la acción", como si las fuerzas terrestres y
aéreas del Estado hebreo no realizaran suficientes acciones homicidas,
día con día, contra la población civil palestina.
De visita en Israel, el emisario de la Unión Europea
(UE) para Medio Oriente, Miguel Angel Moratinos, condenó el cruento
atentado de Jerusalén y prometió "actuar para poner fin a
esta locura y a este terrorismo". "Tenemos que decir a los palestinos que
esto es demasiado", advirtió, omitiendo -por mala fe o por desinformación
crasa- que el aún líder de la Autoridad Nacional Palestina,
Yasser Arafat, ha condenado todos y cada uno de los ataques terroristas
del integrismo islámico y del radicalismo secular, y eludiendo hablar
de la parte de responsabilidad que atañe a las autoridades israelíes
en la exacerbación de la violencia. La hipocresía del enviado
europeo es expresión de la doble moral que mantienen, ante el conflicto
palestino-israelí, los gobiernos de Estados Unidos y de los países
de Europa, y que ha contribuido, también, a agravar el terrorismo
suicida palestino y el terrorismo de Estado que practica Tel Aviv.
Ante la perspectiva casi inevitable de perpetuar el ciclo
de represalias y venganzas de las represalias, la sociedad israelí
tiene, ahora, una leve oportunidad para dar la espalda a sus halcones y
retomar la perspectiva de paz de Yitzhak Rabin y Yasser Arafat, que Sharon,
Netanyahu y Hamas destruyeron: la nueva directiva del Partido Laborista,
encabezada por Amram Mitzna, quien ha ofrecido, en caso de llegar al gobierno
en las próximas elecciones, eliminar los asentamientos judíos
y otras prácticas de manipulación demográfica -limpieza
étnica, se les llama en otras latitudes- de Tel Aviv en las tierras
palestinas. Si, por el contrario, el electorado israelí se empecinara
en ratificar en sus puestos a sus actuales gobernantes, estaría
emitiendo un mandato de guerra, de odio, de destrucción, de pillaje,
saqueo y violencia que pondrá en riesgo la viabilidad y el futuro
del propio Israel.