Iván Restrepo
La ola negra en costas de España
omo suele ocurrir en México, también en España los altos funcionarios mienten con frecuencia a la ciudadanía para tratar de ocultar los problemas y los alcances de las tragedias. A lo mejor son resabios de la derecha, pero cuando el buque petrolero Prestige se encontraba a 80 kilómetros de las costas españolas y derramaba miles de toneladas de diesel, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Miguel Arias, se apresuró a descartar cualquier riesgo de catástrofe ecológica o afección a los recursos pesqueros como consecuencia del derrame. Pronto la realidad se encargó de desmentirlo con la llegada de la ola negra a la costa de Galicia.
Hace justo 20 días el Prestige zarpó con 80 mil toneladas de combustible del puerto Venspits, en Letonia. El barco es propiedad de una compañía griega y navega con bandera de Bahamas. Ocho días después de partir sufrió una avería, por lo que quedó a la deriva y comenzó a derramar su peligrosa carga. La tripulación fue evacuada mientras cuatro remolcadores lo alejaron de la costa española. Finalmente el buque se partió en dos y se hundió a 240 kilómetros del litoral portugués, en una zona de 4 mil metros de profundidad y muy baja temperatura, por lo que se confía en que cerca de 65 mil toneladas de diesel se solidifiquen y no afecten las aguas marinas, flora, fauna y playas de Portugal, España y Francia. Si no es así, los daños serán incalculables, pues el Prestige lleva a bordo el doble de diesel que el Exxon Valdez, que en 1989 provocó una catástrofe frente a las costas de Alaska.
Las casi 15 mil toneladas de diesel que el barco griego derramó antes de hundirse formaron una mancha negra de casi 8 mil kilómetros cuadrados que, por la acción de las tormentas y los vientos naturales de la zona, se ha fragmentado y poco a poco arriba al litoral gallego. Por lo pronto la contaminación afecta 300 kilómetros costeros, 90 playas, así como flora y fauna marinas de la región, de enorme riqueza pesquera y ecológica: las rías bajas son un tesoro natural de valor incalculable.
Los ministros españoles del medio ambiente y de justicia reconocieron, finalmente, la gravedad de lo ocurrido y dieron inicio a una demanda contra el operador griego del barco y la aseguradora del mismo. Por su parte, el presidente Aznar exigió a la Comisión Europea medidas para mejorar la seguridad marítima y la capacidad de reacción ante la "intolerable frecuencia" con que se producen este tipo de tragedias. Pero en medio de las declaraciones oficiales comienzan a salir a flote la corrupción y la desidia.
Años atrás, luego del hundimiento de otro barco, Erika, los 15 estados que conforman la Unión Europea aprobaron severas disposiciones de revisión y vigilancia para impedir que por sus mares transiten barcos que no cumplan con las normas mínimas de seguridad. Mas la negligencia y los intereses de las compañías navieras han convertido en letra muerta lo dispuesto. Y es que a pesar de los problemas técnicos, el Prestige realizó su último viaje libremente por delante de las costas sueca, danesa, alemana, holandesa, belga, inglesa y francesa. Solamente pidió ayuda frente a la costa española, cuando la tripulación ya no pudo controlarlo. Llevaba 25 años de surcar los mares y estaba obsoleto.
Mientras se conoce una aproximación a los daños causados al medio ambiente, la pesca y el turismo, y los grandes intereses navieros ponen en marcha sus estrategias para aminorar responsabilidades, las autoridades españolas son calificadas de irresponsables. Algunos grupos sostienen que se pudo haber trasladado el líquido del Prestige a otros barcos. Además, a los desatinos iniciales del ministro Arias se sumaron las confesiones del de Defensa, señor Trillo, seguramente deseoso de pasar a la historia por acciones de guerra, no contra terroristas, sino contra la contaminación: dijo que en un momento se pensó bombardear el Prestige a fin de quemar su peligrosa carga.
Cuando la tragedia ocasionada por el derrame de diesel desaparece poco a poco de los medios, vale la pena preguntar a nuestras autoridades si los buque-tanques que transportan hidrocarburos por el Golfo, el Caribe y el Pacífico mexicanos son seguros y cumplen con las normas técnicas requeridas.