EL ROSTRO DEL ENTREGUISMO
Ha
debido ser por medio de información cablegráfica fechada
en Madrid el sábado pasado, que refiere declaraciones del ministro
del Interior de España, Angel Acebes, que los mexicanos nos enteramos
de la entrega a las autoridades de ese país del vasco José
Antonio Borde Gaztelumendi por parte del gobierno de Vicente Fox.
El traslado se realizó en abierta violación
a los derechos humanos esenciales, sin garantía alguna de audiencia
ni de protección legal, en contravención de las normas tradicionales
mexicanas en materia de derecho de asilo y de espaldas a la opinión
pública.
Se pretextó, para expulsar a Borde y despacharlo
a España, la irregular condición migratoria del vasco e infracciones
a la Ley General de Población, es decir, argucias legales semejantes
a las que utilizan las autoridades de Estados Unidos para pisotear los
derechos de los trabajadores migrantes mexicanos y que son regularmente
descalificadas por las autoridades mexicanas.
El hecho de que Borde sea acusado de pertenecer a ETA
y de haber participado en atentados criminales no tenía por qué
incidir en esta vergonzosa deportación. El terrorismo es sin duda
repudiable e inadmisible, pero no debe ser usado como pretexto para violar
los derechos humanos de nadie. En el caso de referencia, el gobierno de
Fox cometió una deportación vergonzosa e irregular para entregar
a la víctima a un gobierno que, documentadamente, perpetra abusos
contra todo aquel sospechoso de pertenecer a los terroristas etarras o
de colaborar de cualquier forma con ellos.
En relación con el conflicto vasco Amnistía
Internacional (AI) no sólo ha condenado enérgicamente las
acciones criminales de ETA, sino que ha señalado su preocupación
por "la persistencia de denuncias de tortura y malos tratos formuladas
por personas sospechosas de haber cometido algún delito y a las
que se ha recluido en régimen de incomunicación, la continuada
impunidad de hecho relacionada con los procesos judiciales vinculados a
violaciones de derechos humanos y la dispersión de presos a lugares
alejados de sus hogares".
En este marco resultan inverosímiles los propósitos
de respeto a los derechos humanos y a la legalidad expresados recientemente
por el rey de España, Juan Carlos de Borbón, y por su anfitrión
mexicano durante la visita de Estado realizada por el primero a nuestro
país. En esa ocasión, el monarca agradeció al mandatario
mexicano su disposición a "detectar y capturar" a presuntos etarras,
y éste ofreció "revisar la situación" de los vascos
acusados de terrorismo que residen en nuestro país.
Con esos antecedentes, la deportación de Borde
aparece como un obsequio violatorio a las autoridades de Madrid, un obsequio
con un grave costo para la vigencia de los derechos humanos en el país,
para las tradiciones diplomáticas más nobles de México,
para la soberanía y para la dignidad nacionales.
El entreguismo vigente no se aplica únicamente
a vascos sospechosos de terrorismo. En julio pasado el académico
de la Universidad Autónoma de Puebla Rafael Humberto Pagán
Santini, de origen puertorriqueño, casado y con tres hijos mexicanos,
fue entregado al gobierno estadunidense -que lo buscaba, acusado de mal
uso de fondos públicos- en escandalosa violación de sus garantías
individuales y derechos humanos. Hasta la fecha, las autoridades no han
explicado a cabalidad por qué en ese caso incumplieron con los procedimientos
judiciales y legales que habrían debido aplicarse; es pertinente
sospechar por ello que la deportación de Pagán Santini al
país vecino fue otro gesto de cortesía del gobierno de Fox
hacia Washington, en el marco de la claudicación y el sometimiento
de nuestra soberanía a los dictados del poder estadunidense.