Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 25 de noviembre de 2002
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Sociedad y Justicia

Capaz de matar, el hombre que ataca en esa etapa: expertos

Embarazo, detonante de agresiones contra mujeres

En los primeros meses los golpes se centran en la cara, luego en el vientre Incipiente estudio del tema en México

MARIA RIVERA

Alejandra tiene 26 años. Desde hace cuatro vive separada de su marido, tras un año, seis meses y 15 días de casada, indica con la precisión de quien llevó la cuenta de cada día transcurrido. Recuerda que durante los primeros tiempos de matrimonio recibía toda clase de críticas y descalificaciones, pero las agresiones físicas sólo eran ocasionales. "Raúl me decía que yo me creía mucho porque había estudiado y porque mi familia tiene varias tiendas de abarrotes, pero que yo no era nada. Por entonces, sólo de vez en cuando me empujaba o me daba alguna cachetada. Ya sabe, lo común..."

Lo que la joven llama su infierno comenzó ocho meses después de la boda, el día en que informó a su esposo que estaba embarazada. "Me agarró a jalones y patadas y me repetía que cómo había podido hacerle eso, que por qué no me había cuidado, que quería amarrarlo. Por los golpes se me rompió un diente y sangré mucho. Estaba muy asustada. Al día siguiente me pidió disculpas y se puso a llorar, como estaba muy enamorada también lloré con él. Me pareció sincero.

"Nunca debí quedarme. No perdía la ocasión de burlarse de mí; me decía que parecía vaca y que le daba asco. Nada más estaba buscando pretextos para golpearme: si la ropa estaba mal planchada, si me llamaba por teléfono y no me encontraba, si no lo esperaba despierta, aunque llegara de madrugada.

"Me deprimí mucho. Quería morirme. No entendía cómo el hombre trabajador y bueno que había sido mi novio ahora me trataba así. Casi no comía y se me fue el sueño. Sólo de vez en cuando iba al médico, casi no me controlé. A los siete meses de embarazo, después de una golpiza, se me adelantó el parto. Mi hijo y yo nos salvamos de puro milagro, porque tuve muchas complicaciones. Miguel nació chiquito, tuvo que quedarse en el hospital varios días. Raúl se emborrachó y ni siquiera fue a vernos.

"Ahí mi familia como que se dio cuenta de lo que me pasaba. Mis hermanos me dijeron que iban a ir a traerlo aunque fuera a golpes, pero no los dejé. Cuando nos dieron de alta al niño y a mí regresé con Raúl, con la esperanza de que se ablandara. Le decía que Miguel se parecía mucho a él, pero ni así. Un día, cuando mi hijo tenía tres meses, no sólo me pateó, sino que la quiso agarrar con el bebé. Llamé a mis hermanos y vinieron por mí. Desde entonces vivo en la casa de mi mamá."

La sociedad mitifica la maternidad, pero la realidad evidencia que ni el embarazo salva a las mujeres de padecer violencia física. La investigadora Rosario Valdez, del Instituto Nacional de Salud Pública, con sede en Cuernavaca, señala que entre 15 y 33.5 por ciento de las mujeres en estado de gravidez cuestionadas en diversas encuestas aceptaron haber sido agredidas en esa etapa. En la mayoría de los casos los golpes se concentraron en el vientre. En ocasiones fueron de tal severidad que hasta el feto sufrió fracturas.

En la primera investigación, realizada en 1996, de 110 mujeres que asistieron a servicios de salud de Morelos para control médico, 33 por ciento aceptó el maltrato físico. En 1998, en una segunda encuesta realizada entre 900 embarazadas tanto de los servicios de salud como del IMSS, 33.5 por ciento de las primeras reconoció haber recibido agresiones físicas, mientras 15 por ciento de las segundas afirmó lo mismo. La sicóloga explica que el mayor nivel económico y educativo de las derechohabientes marca la diferencia.

Rosario Valdez advierte que los maltratos durante la gestación, además de incrementar el riesgo de abortar, producen complicaciones en el parto y disminuyen el peso de los recién nacidos. En promedio, estos niños pesan 500 gramos menos de lo normal, lo que aumenta el peligro de que mueran en el primer año de vida. Pero el problema va más allá, agrega, ya que las mujeres que se ven expuestas a esta clase de agresores corren mayor riesgo de ser asesinadas, porque cuando un hombre ataca en esa etapa significa que no tiene límites, y la violencia va incrementándose.

Marta Torres, directora del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, de El Colegio de México, señala que diversas investigaciones han indicado que el embarazo es un factor que detona las agresiones físicas. "Muchas veces los primeros golpes se producen cuando la mujer da la noticia de que se encuentra en estado de gestación. Además, en una encuesta realizada en una microrregión de Nezahualcóyotl se incluyeron preguntas sobre la parte del cuerpo golpeada con más intensidad y más frecuentemente. En los primeros tiempos los agresores se concentraron en la cara, pero en segundo lugar fue el vientre preñado."

Blanca Rico, directora del programa Mujer y Salud, afirma que tienen detectado el problema, y que uno de los objetivos que persigue la encuesta sobre violencia doméstica que ha puesto en marcha la Secretaría de Salud (cuyos resultados se darán a conocer el año próximo) es conocer su magnitud. El cuestionario contiene un apartado especial sobre maternidad y violencia.

Desconocimiento del problema entre personal médico

En México el tema ha permanecido en secreto por mucho tiempo y asombra hasta al personal médico. En una exploración que Rosario Valdez realizó en 2000 en una zona del Instituto Mexicano del Seguro Social encontró que tanto doctores como enfermeras, pese a tratar permanentemente estos casos, pensaban que las mujeres en estado de gravidez recibían mayores cuidados. 90 por ciento reconoció estar desinformado en torno a la violencia doméstica y desconocer la actitud a tomar. Existe una tendencia a pensar que el asunto no les compete: tratan las lesiones físicas, pero no averiguan el origen del problema.

En cambio, en un estudio realizado el año pasado entre parteras de Morelos, se encontró que conocían perfectamente el tema, e incluso ofrecieron algunos testimonios desgarradores. Han atendido casos en que los fetos sufrieron lesiones graves. Uno tuvo fractura de cráneo y otro de hombro. Valdez concluye que para que sufran una lesión los golpes deben ser particularmente brutales, porque el líquido amniótico los protege incluso durante un accidente automovilístico.

Este tema, que en México apenas se está estudiando, en la mayor parte de los países desarrollados lleva décadas de investigación. En Estados Unidos y Canadá los médicos tienen la obligación de preguntar a las mujeres embarazadas si han sido maltratadas, porque se ha detectado entre 9 y 20 por ciento de prevalencia. Y a las que aceptan que son agredidas se les ofrecen opciones para salvaguardar su integridad física.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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