Jorge Santibáñez Romellón *
Otro inicio del Programa Paisano
Esta semana dio inicio en diversos puntos del país la fase navideña del llamado Programa Paisano, que surgió a fines de los 90 con la idea de proteger a los paisanos de los abusos de que tradicionalmente eran objeto cuando regresaban a su país o lo visitaban en las épocas decembrinas. Y si formalmente hablando se trata de un programa permanente, en realidad el operativo importante se realiza durante diciembre. Y es que el asunto no es para menos. En ese periodo, según estimaciones bastante precisas, ingresan al país, procedentes de Estados Unidos, más de un millón de paisanos, entendiendo por ello mexicanos nacidos en México que viven en Estados Unidos de manera temporal o definitiva, documentada e indocumentada, así como ciudadanos estadunidenses de origen mexicano que vienen de paseo a visitar a familiares y amigos, buscando sus orígenes.
Muchos (cerca de 300 mil) realizan en esta época lo que se conoce como internación temporal de vehículos, que no es más que el origen de lo que después se llama autos chocolate. Esta visita representa no sólo la oportunidad de vinculación de esta población con México, sus regiones de salida, sus familias y amigos, sino una fuente muy importante y jugosa de ingresos asociados a servicios turísticos como transporte aéreo, hoteles y restaurantes. Finalmente es también una oportunidad para enriquecer las redes sociales y familiares de la migración, ya que se convence a los amigos o parientes para que se sumen al proceso migratorio.
Hasta antes de este programa, ese millón de mexicanos sufrían abusos que quedaban impunes: eran extorsionados por autoridades aduanales, entre otras, que les solicitaban dinero para dejarlos pasar con las mercancías que traían para sus familiares y amigos, y también sufrían abusos de prestadores de servicios turísticos que con frecuencia y sin proporcionarles información suficiente les cobraban exceso de equipaje, boletos más caros, etcétera.
El Programa Paisano se convirtió quizá en el único instrumento estable de control (por desgracia no en la eliminación) de esos abusos. En la práctica, a partir de la creación del programa y con el paso del tiempo, los abusos han disminuido y han mejorado el servicio y la atención a estos migrantes y turistas de origen mexicano.
Hay que mencionar también que junto con los grupos Beta y el Programa de Comunidades Mexicanas en el Extranjero es el único que ha resistido el paso de dos sexenios, situación digna de reconocimiento, si tomamos en cuenta la tradición mexicana de literalmente borrar todo lo que "el anterior" hizo y más aún si ese "anterior" es nada más y nada menos que el de Carlos Salinas de Gortari.
A pesar de serias limitaciones son también los programas más exitosos, por no decir los únicos, asociados al proceso migratorio internacional.
Además de emprender la serie de acciones que tradicionalmente se realizan, este año se dio un paso importante en lo que puede ser la mejora de dicho programa y el eventual diseño de otros que ayuden a los cientos de miles de mexicanos que participan en este proceso en un escenario de desprotección y desorientación.
En este contexto se encargó a El Colegio de la Frontera Norte (Colef) la aplicación de una encuesta a los paisanos para conocer la calidad del servicio que las diferentes autoridades prestan. Por primera vez una institución independiente del Instituto Nacional de Migración o de cualquier otra dependencia involucrada en la gestión de estos flujos de personas entrevistará directamente a los paisanos para saber si fueron objeto de algún abuso no solamente de autoridades, sino también de otros prestadores de servicios turísticos.
Los cuestionarios correspondientes fueron diseñados por investigadores del Colef con absoluta independencia. Otro esfuerzo del colegio en esta dirección se realizó durante la gestión de José Angel Pescador, cuando era subsecretario de Población y Servicios Migratorios, y los resultados no fueron muy bien vistos por algunos funcionarios gubernamentales (por cierto, no el subsecretario), porque contradecían las alegres cifras oficiales que hablaban del alto grado de conocimiento y satisfacción por parte de los paisanos, derivado de ejercicios de autoevaluación y autocomplacencia, diseñados para satisfacer al "jefe".
Ciertamente el Programa Paisano tiene muchas limitaciones. Seguramente no es cierto que, como se ha dicho, funciona a la perfección y todos los migrantes lo conocen y están satisfechos; lo hemos dicho y documentado en este mismo espacio. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer el profesionalismo y el riesgo que las autoridades están corriendo al someterse, indirectamente, a una evaluación de su desempeño a partir de la opinión de "sus clientes", es decir, de los paisanos.
ƑConoce usted muchos ejemplos similares en la administración pública mexicana?
* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte