Con su libro El rastro transforma en
literatura las Variaciones Goldberg
La estructura de una partitura de Bach anima la nueva
novela de Margo Glantz
El corazón como órgano físico,
hilo conductor del relato finalista del Premio Herralde
MONICA MATEOS-VEGA
La novela El rastro (Anagrama), de Margo Glantz,
es más que un viaje por los senderos conocidos y desconocidos del
corazón. Es una pieza de Bach transformada en literatura. Para ser
exactos, explica la autora, la narración transcurre a la manera
de las Variaciones Goldberg: "los elementos más importantes
del relato permanecen y se repiten modificados, degradados, engrandecidos,
copiados al carbón, como si fueran sus pivotes estructurales, realzados
con numerosas intercalaciones y disgregaciones".
El
resultado es la historia de un hombre muerto que revive en el sentimiento
y los recuerdos de la mujer que acude a su entierro. La estrategia musical
utilizada por Bach en sus Variaciones ayuda a Glantz a incorporar
a la anécdota principal del relato toda una serie de temas y obsesiones
que flotan alrededor.
Además de la muerte, otro hilo conductor de la
novela "es el problema del corazón, no sólo como sentimiento
sino como órgano físico. ¿Y cómo se trabaja
uno de los temas más importantes de la literatura? Pues haciendo
una especie de transplante, de corazón, claro, siguiendo un ritmo
musical, porque el corazón late con uno propio que puede ser alterado
por diferentes circunstancias. Fue un desafío maravilloso".
Y para que el libro no fuera cursi por tratar temas del
corazón, la autora señala que debió atemperar la novela
"manejando un lenguaje científico, para juntarlo con lo cursi. Hubo
un trabajo innovador en el manejo de la puntuación, el usar un paréntesis
dentro de otro paréntesis. O utilizar, para conectar y separar,
algo nuevo: dos puntos seguidos de un paréntesis, eso le dio otra
densidad al texto.
"Así, pude reproducir una pieza musical y lograr
una estructura que tuviese mucha semejanza con una sonata o una cantata
de Bach: marcar las fugas, como una idea que se va y no se escapa del todo,
y siempre se queda conectada a una esctructura principal".
El rastro -finalista en la vigésima versión
del Premio Herralde de Novela- "reproduce una operación a corazón
abierto", trata de "un viaje al interior de la propia vida, como decía
(Juan José) Arreola: viaje mujer adentro", añade Glantz.
La escritura de esta narración, que comenzó
en 1999 y concluyó este año, significó para la traductora
y periodista salir avante de un desafío personal: demostrar que
"sí, soy una mujer que sé mucho, llevo años acumulando
conocimiento, soy una buena maestra, pero también soy una buena
escritora. Fue padrísimo lograr desmenuzar un ensayo muy erudito
sobre Sor Juana Inés de la Cruz y hacer que entrara en la novela.
Es uno de mis mayores triunfos".
Glantz
se refiere a su escrito titulado El jeroglífico de la pasión,
el cual le llevó dos años redactar y ha despertado mucho
interés cuando lo ha leído en diversas universidaes. Es un
estudio acerca de un soneto de Sor Juana, en el que "ella se pregunta cómo
trabajar con palabras tan usadas, con imagenes tan manejadas. La monja
se pregunta cómo podrá decir la verdad si la retórica
es absurda. Pero en su época, para poder escribir, se tenía
que usar la retórica, y era una prisión. Sor Juana se da
cuenta de que puede liberarse por medio de la imaginación y del
entendimiento. Primero sueño es eso, su liberación,
un texto en que ella vuela y al final se da cuenta de que no puede llegar
donde quiere y vuelve a caer al cuerpo, el cuerpo como prisión.
Además, en mi texto explico cómo descubrí que Sor
Juana era moderna a través de un soneto. Incluir este ensayo en
mi novela fue muy difícil".
Margo Glantz se emociona al platicar esta experiencia,
pues asegura: "vivo la literatura como algo fundamental. Porque de niña
era muy tímida y leía mucho. Pensaba: cuando sea grande voy
a escribir, y mire, estoy escribiendo cuando soy grande".
La autora de Síndrome de naufragios (premio
Xavier Villaurrutia 1984) tiene planeado escribir en 2003 una narración
acerca de sus viajes, la cual incluirá parte del material que durante
cinco años ha publicado semanalmente en La Jornada. "Tengo
que darle un sentido a esos escritos, encontrar un punto central para que
el viaje sea el latido principal de la novela", expresa.