Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 17 de diciembre de 2002
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Cultura
La trayectoria del artista, revalorada por el trabajo de Patricia Pérez Walters

Documentan en un libro la obra escultórica de Jesús F. Contreras

Alma y bronce fue presentado en el Palacio de Bellas Artes este domingo

MERRY MAC MASTERS

El escultor aguascalentense Jesús F. Contreras pasó a la historia como autor de una sola obra, Malgré tout (A pesar de todo), lánguida y marmórea mujer que durante muchos años permaneció a la intemperie en la Alameda Central y desde 1983 se exhibe en el Museo Nacional de Arte.

No obstante, la historiadora del arte Patricia Pérez Walters se empeñó en "despojarlo de la coraza del mito" y mostrar el verdadero rostro de Contreras: el de la entrega y el trabajo. Tan sólo en el Paseo de la Reforma, 26 de los personajes de Contreras, cuyo centenario luctuoso se conmemora en 2002, se suman a las más de 75 piezas de escultura pública monumental en bronce y mármol sembrados en diversos estados de la República.

La investigación de Pérez Walters -tema que en forma obsesiva ha rondado en su cabeza casi 15 años, anotaría el historiador Jesús Gómez Serrano- se ha plasmado en el libro Alma y bronce. Jesús F. Contreras, 1866-1902 (Prisma Editorial), con fotografías de Carlos Contreras de Oteyza, bisnieto del artista, gracias a un esfuerzo conjunto del Instituto Cultural de Aguascalientes, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el ayuntamiento y la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

Personalidad artística emblemática

Pérez Walters, especialista en escultura decimonónica, afirma que Jesús F. Contreras fue "la personalidad artística más brillante y emblemática del México de finales del siglo XIX". Añade que, víctima de un cáncer que primero lo dejó sin el brazo derecho, aunque no impidió que siguiera esculpiendo, el escultor porfirista, muerto un 13 de julio, parecía destinado a dormir por siempre, "sepultado con el antiguo régimen y arrullado en la mortaja de héroe trágico que Amado Nervo y sus contemporáneos le tejieron amorosamente". Pero antes Contreras "dio cuerpo a las expectativas de la sociedad mexicana y cumplió el sueño de modernidad de toda una nación al conquistar el Gran Premio de Escultura y la Cruz de la Legión de Honor en París, entonces capital del mundo".

Criado en el seno de una familia de vocación liberal, con grandes sacrificios Contreras ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1881. A los 21 años viajó becado a Europa, donde pasó por talleres de fundición de Barcelona y París y entró en contacto con las ideas francesas, sobre todo la del artista-obrero, que rescataba el valor del trabajo manual como vehículo de ennoblecimiento moral y de progreso social. Testigo directo de la Exposición Universal de 1889, asumió la responsabilidad de realizar los trabajos de escultura y decoración del pabellón que representaría a México.

Ese mismo año Contreras regresó a su país y tiempo después estableció la Fundición Artística Mexicana, en su calidad de "escultor moderno que piensa en la necesidad de tener una fundidora donde poder realizar las obras propias necesarias para una nación como la nuestra y no tener que llevarlas fuera", observó la especialista Eloísa Uribe, participante en la presentación del volumen en la sala Ponce del Palacio de Bellas Artes. De regreso a París, Contreras fue nombrado comisionado general de bellas artes de la Exposición Universal de 1900, para la que llevó toda una serie de obras de arte mexicano.

Sin embargo, la nueva forma de esculpir el bronce y el mármol que Contreras introdujo en México no fue comprendida ni aceptada en el medio académico nacional, manifestó Jesús Gómez Serrano.

Al escultor se le criticó la falta de pureza, la imperfección del modelar, cierto descuido de los detalles y el afán de obtener tan sólo un efecto de conjunto, lo que según sus detractores tampoco lograba. Desde que regresó de su primer viaje a Europa "Contreras trató concientemente de abrir el camino a las tendencias de vanguardia que habrían de favorecer a los artistas mexicanos durante las siguientes décadas", añadió Gómez Serrano, historiador aguascalentense.

"Lo curioso y ejemplar" en el caso de Contreras es que "su propia vida pareció ajustarse al arquetipo del artista moderno, hasta convertirse él mismo en un héroe del arte, en un mito viviente."

Pero "más allá de esta mitificación, Pérez Walters propone que la tarea intelectual de la crítica es establecer a Contreras como figura clave en el panorama artístico de México de finales del siglo XIX, considerándolo no sólo autor de Malgré tout, sino como el escultor más representativo de su época", señaló Gómez Serrano.

A pesar de que Pérez Walters se haya "enamorado" de su personaje, para el historiador "no perdió el equilibrio ni la capacidad de enfrentar con las armas de la crítica su objeto de estudio". La mejor prueba de ello está en la forma en que la autora "desmonta", sin que destruya, el mito de Contreras "para mostrarnos las piezas que la componen".

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