La trayectoria del artista, revalorada por el
trabajo de Patricia Pérez Walters
Documentan en un libro la obra escultórica de
Jesús F. Contreras
Alma y bronce fue presentado en el Palacio de
Bellas Artes este domingo
MERRY MAC MASTERS
El
escultor aguascalentense Jesús F. Contreras pasó a la historia
como autor de una sola obra, Malgré tout (A pesar de todo),
lánguida y marmórea mujer que durante muchos años
permaneció a la intemperie en la Alameda Central y desde 1983 se
exhibe en el Museo Nacional de Arte.
No obstante, la historiadora del arte Patricia Pérez
Walters se empeñó en "despojarlo de la coraza del mito" y
mostrar el verdadero rostro de Contreras: el de la entrega y el trabajo.
Tan sólo en el Paseo de la Reforma, 26 de los personajes de Contreras,
cuyo centenario luctuoso se conmemora en 2002, se suman a las más
de 75 piezas de escultura pública monumental en bronce y mármol
sembrados en diversos estados de la República.
La investigación de Pérez Walters -tema
que en forma obsesiva ha rondado en su cabeza casi 15 años, anotaría
el historiador Jesús Gómez Serrano- se ha plasmado en el
libro Alma y bronce. Jesús F. Contreras, 1866-1902 (Prisma
Editorial), con fotografías de Carlos Contreras de Oteyza, bisnieto
del artista, gracias a un esfuerzo conjunto del Instituto Cultural de Aguascalientes,
el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el ayuntamiento y la Universidad
Autónoma de Aguascalientes.
Personalidad artística emblemática
Pérez Walters, especialista en escultura decimonónica,
afirma que Jesús F. Contreras fue "la personalidad artística
más brillante y emblemática del México de finales
del siglo XIX". Añade que, víctima de un cáncer que
primero lo dejó sin el brazo derecho, aunque no impidió que
siguiera esculpiendo, el escultor porfirista, muerto un 13 de julio, parecía
destinado a dormir por siempre, "sepultado con el antiguo régimen
y arrullado en la mortaja de héroe trágico que Amado Nervo
y sus contemporáneos le tejieron amorosamente". Pero antes Contreras
"dio cuerpo a las expectativas de la sociedad mexicana y cumplió
el sueño de modernidad de toda una nación al conquistar el
Gran Premio de Escultura y la Cruz de la Legión de Honor en París,
entonces capital del mundo".
Criado
en el seno de una familia de vocación liberal, con grandes sacrificios
Contreras ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1881.
A los 21 años viajó becado a Europa, donde pasó por
talleres de fundición de Barcelona y París y entró
en contacto con las ideas francesas, sobre todo la del artista-obrero,
que rescataba el valor del trabajo manual como vehículo de ennoblecimiento
moral y de progreso social. Testigo directo de la Exposición Universal
de 1889, asumió la responsabilidad de realizar los trabajos de escultura
y decoración del pabellón que representaría a México.
Ese mismo año Contreras regresó a su país
y tiempo después estableció la Fundición Artística
Mexicana, en su calidad de "escultor moderno que piensa en la necesidad
de tener una fundidora donde poder realizar las obras propias necesarias
para una nación como la nuestra y no tener que llevarlas fuera",
observó la especialista Eloísa Uribe, participante en la
presentación del volumen en la sala Ponce del Palacio de Bellas
Artes. De regreso a París, Contreras fue nombrado comisionado general
de bellas artes de la Exposición Universal de 1900, para la que
llevó toda una serie de obras de arte mexicano.
Sin embargo, la nueva forma de esculpir el bronce y el
mármol que Contreras introdujo en México no fue comprendida
ni aceptada en el medio académico nacional, manifestó Jesús
Gómez Serrano.
Al escultor se le criticó la falta de pureza, la
imperfección del modelar, cierto descuido de los detalles y el afán
de obtener tan sólo un efecto de conjunto, lo que según sus
detractores tampoco lograba. Desde que regresó de su primer viaje
a Europa "Contreras trató concientemente de abrir el camino a las
tendencias de vanguardia que habrían de favorecer a los artistas
mexicanos durante las siguientes décadas", añadió
Gómez Serrano, historiador aguascalentense.
"Lo
curioso y ejemplar" en el caso de Contreras es que "su propia vida pareció
ajustarse al arquetipo del artista moderno, hasta convertirse él
mismo en un héroe del arte, en un mito viviente."
Pero "más allá de esta mitificación,
Pérez Walters propone que la tarea intelectual de la crítica
es establecer a Contreras como figura clave en el panorama artístico
de México de finales del siglo XIX, considerándolo no sólo
autor de Malgré tout, sino como el escultor más representativo
de su época", señaló Gómez Serrano.
A pesar de que Pérez Walters se haya "enamorado"
de su personaje, para el historiador "no perdió el equilibrio ni
la capacidad de enfrentar con las armas de la crítica su objeto
de estudio". La mejor prueba de ello está en la forma en que la
autora "desmonta", sin que destruya, el mito de Contreras "para mostrarnos
las piezas que la componen".