El pugilista de 17 años pide más
apoyo para ser medallista olímpico en Atenas 2004
Nadie creía en mí; ahora soy campeón
y me tienen fe, asegura Abner Mares
Cerró el año con los títulos del
Mundial Juvenil y los Centroamericanos en la división gallo
ROSALIA A. VILLANUEVA
Abner Mares Martínez tiene 17 años y es
la gran figura del boxeo amateur nacional en la actualidad; como todo joven
deportista, espera culminar su carrera "con el sueño dorado olímpico'',
dentro de dos años, en Atenas, e ingresar después al profesionalismo,
donde le sobran ofertas debido a los metales que ha ganado en su corta
carrera representando las banderas de México y Estados Unidos.
Llegó hace nueve meses a la capital, procedente
de Los Angeles, California, con el propósito de conseguir un lugar
en la selección y participar en el campeonato nacional. Como nadie
lo conocía y sólo tenía la referencia de que había
derrotado a un mexicano en Michigan, le dieron la oportunidad.
Abner se impuso y se fue al Mundial de Cadetes, celebrado
en Hungría, en mayo pasado, donde se coronó en la división
gallo y recibió el trofeo por mejor exponente del certamen.
Relata
que antes de ceñirse la corona el presidente de la Federación
Mexicana, Ricardo Contreras, no creía en él y su potencial.
"Me dijo que si ganaba una pelea se daba por satisfecho, y le respondí
que no sólo iba a ganar, sino que iba a ser el mejor de todos.''
A partir de ahí, Abner dejó a su familia
y amigos en el país vecino para vivir y entrenar en el Centro Deportivo
Olímpico Mexicano (CDOM), con la nueva generación de jóvenes
pugilistas que, al igual que él, tienen hambre de triunfo y quieren
ser los próximos medallistas en la cita griega.
Hace 15 días, el jalisciense regresó de
los Centroamericanos con la medalla de oro y otro trofeo, ahora como el
mejor del área. No le gusta ser presuntuoso de sus victorias, porque
dice que eso se demuestra arriba del cuadrilátero, con los puños,
y a mucha gente le ha callado la boca.
Comiendo una torta y a punto de abordar el camión
que todos los días lo traslada del gimnasio del CDOM a las villas
de Conade, en Tlalpan, Abner Mares habla de su familia, de que requiere
más atención y apoyo de las autoridades para estar en el
podio de Atenas 2004, y que le gustaría ser campeón profesional
como sus ídolos, Julio César Chávez y Oscar de la
Hoya.
-¿Por qué representar a México y
no a Estados Unidos?
-Nací en Guadalajara, y a los seis años
de edad mis papás me llevaron al otro lado, a Los Angeles. Nos fuimos
por necesidad de trabajo. Tengo ocho hermanos (cinco mujeres y tres hombres),
soy el cuarto varón y están por nacer unos gemelos. Extraño
a mi familia, pero sabe que lo que estoy haciendo es para ser alguien en
la vida.
-¿Siempre te gustó el boxeo?
-Pienso que ya viene en la sangre. Desde chiquito veía
a mi hermano mayor que era boxeador y me empezó a gustar. Comencé
a pelear, pero por mi nacionalidad no podía representar a EU, país
al que le di victorias; no tuve más remedio que venir a México
con mi entrenador (Joe Olivo) para que me dieran la oportunidad y gracias
a Dios se dio.
"En un principio no creían en mí y ahora
todos me tienen fe. Tengo 15 peleas y he ganado desde que participé
en el Nacional de Chihuahua. Desconocía todo (el sistema deportivo).
No sabía que los deportistas de las comunidades mexicanoestadunidenses
podían competir en olimpiadas juveniles.
-¿A qué atribuyes los triunfos que has dado?
-A lo que pone uno en el entrenamiento y a la ayuda de
Dios.
-¿Ha recibido apoyo de los directivos?
-Todavía no. Gané un título mundial
y soy campeón regional. Recibo 5 mil pesos mensuales de Conade por
ser monarca nacional. Estoy aquí para hacer un bien y voy a aguantarme
hasta Atenas. El dinero se ocupa, pero una ayudadita no estaría
de más.
Admirador de Chávez y De la Hoya, Mares quiere
ser como ellos cuando ingrese al profesionalismo, pero antes le gustaría
igualar la hazaña del Golden Boy, que fue campeón
olímpico en Barcelona 92 con 19 años de edad. "Quiero ser
como él, es un ejemplo para todos por su carrera boxística,
y aunque no lo conozco a pesar de que vivo en Los Angeles, me agradaría
que me echara la mano porque sé que no lo defraudaré''.