Según expertos, Washington posee la segunda
reserva mundial de arsenales químicos
EU socava los esfuerzos internacionales contra las
armas de destrucción masiva
La existencia de sus programas de producción
consta en documentos, aunque no se hable de ellos
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 19 de diciembre. Mientras
prepara una campaña contra las armas de destrucción masiva
que presuntamente posee Irak, el gobierno de George W. Bush también
mina esfuerzos internacionales para el control y la desaparición
de arsenales químicos y biológicos, sostienen varios expertos
entrevistados por La Jornada.
Estados Unidos mantiene la segunda reserva más
grande de armas químicas en el mundo, revela una revisión
de documentos de tratados internacionales, así como varios expertos.
Además, el país ha realizado experimentos con sus propias
armas biológicas, entre ellas el ántrax, desde que Washington
firmó un tratado internacional que prohibía la producción
y el uso de este tipo de armas.
Aunque ninguno de los expertos consultados dudaba de la
importancia de desarmar a Irak -el único país en utilizar
armas químicas a escala masiva desde la Primera Guerra Mundial-,
varios se alarmaron ante la posibilidad de una expansión mayor de
armas biológicas y químicas como resultado de la política
actual de Estados Unidos.
Las
dimensiones de este problema casi nunca se mencionan en público.
Por ejemplo, la CIA hace informes que describen los programas e instalaciones
de armas biológicas y químicas en 12 países, entre
ellos Irán, Irak, Libia, Corea del Norte y Siria. Pero esta información
casi nunca reconoce la existencia de los programas sustancialmente más
grandes de estas mismas armas desarrollados por el gobierno estadunidense
durante las últimas décadas.
Sin embargo, la existencia de estos programas está
bien documentada. La Organización Internacional por la Prohibición
de Armas químicas, agencia multilateral responsable de aplicar el
tratado sobre la eliminación de todas estas armas, informó
hace poco que existen por lo menos 70 mil toneladas métricas de
armas químicas tóxicas y 8.6 millones de municiones y contenedores
en las reservas mundiales, y la mayoría de estas se encuentran en
Rusia y Estados Unidos. Además, según información
de abril de 2002, Estados Unidos aún mantenía por lo menos
ocho instalaciones de producción de armas químicas, y Rusia
tenía 14.
Guerra biológica, riesgo mayor
Los peligros de guerra química, aunque están
ampliamente documentados, son considerados como algo más remoto
que el creciente riesgo de una guerra con armas biológicas. Fue
por esta razón que el presidente Bush ordenó que se administraran
vacunas contra la viruela a casi un millón de empleados federales
y oficiales de seguridad pública este mes.
Pero, de acuerdo con el científico Milton Leitenberg,
de la universidad de Maryland, Estados Unidos tiene una larga historia
de experimentación con armas biológicas. Durante la guerra
contra Vietnam, por ejemplo, utilizó armas químicas como
el agente naranja y el napalm, las empleó con tal intensidad y consecuencias
que desde entonces ambas han sido prohibidas por las convenciones internacionales.
Washington también tiene un largo historial de
encubrimiento del uso de tales armas por parte de sus aliados en tiempos
de guerra, como fue el caso en la guerra entre Irak e Irán en los
años ochenta, cuando funcionarios estadunidenses ocultaron sistemáticamente
informes del uso iraquí de armas biológicas, aun después
de que inspectores de la Organización de Naciones Unidas lo habían
confirmado.
Teóricamente Estados Unidos ha firmado un tratado
internacional en 1969 que prohíbe completamente las armas biológicas,
pero la CIA siguió desarrollando este tipo de armas para emplearlas
en complots de asesinato y la destrucción de grupos selectos de
"objetivos" humanos. Más recientemente, las fuerzas armadas estadunidenses
han estado explorando procedimientos para desarrollar armas que usan ciertos
tipos de ántrax resistentes a toda vacuna en existencia.
Leitenberg afirma que el gobierno estadunidense ha producido
varios agentes para uso en guerras biológicas, incluyendo ántrax,
y ha experimentado con decenas de otros patógenos mortales durante
los pasados 30 años. Estados Unidos insiste en que estos experimentos
se realizan sólo para desarrollar defensas contra nuevas armas biológicas,
pero Leitenberg se pregunta por qué entonces en 1992 el ejército
estadunidense construyó dos cámaras de prueba para estudiar
"medios de entrega explosivos y no explosivos de microorganismos peligrosos
en forma de aerosol".
El año pasado el diario New York Times informó
que una tercera cámara de pruebas de armas biológicas fue
construida en el Sitio de Pruebas de Nevada en 1998 y 1999. Ninguna de
estas instalaciones ha sido reportada a las agencias internaciones encargadas
de aplicar las convenciones internacionales, como están obligados
los países que las firmaron.
El problema es que si Estados Unidos está desarrollando
estas armas, ¿por qué estarían dispuestos otros países
a eliminar las suyas?
Los temores de otros países fueron exacerbados
cuando en 2001 el presidente Bush decidió retirarse de las negociaciones
internacionales para elaborar un procedimiento de verificación para
el tratado internacional de prohibición de armas biológicas.
Este retiro destruyó las negociaciones y eliminó cualquier
posibilidad de una convención internacional para verificar el cumplimiento
del tratado sobre bioarmas.
Lo que preocupa a expertos como Leitenberg es que todo
esto ocurrió justo antes de los atentados del 11 de septiembre,
con el subsecuente incremento de la retórica política sobre
las amenazas del uso futuro de este tipo de armas. De hecho, según
este experto, muchas de estas amenazas son exageradas. Por ejemplo, señala
que en dos ocasiones Bush ha afirmado que Al Qaeda y otros "criminales"
han desarrollado armas biológicas. Pero este mismo año el
oficial de la CIA encargado de Medio Oriente declaró públicamente
que no existen pruebas que apoyen esta afirmación.
Además, el 25 de febrero de 2002, el general Tommy
R. Franks, comandante de las fuerzas militares en Afganistán, declaró
que después de examinar más de 110 sitios diferentes en ese
país, "Estados Unidos aún debe hallar pruebas de que Al Qaeda
fue capaz de crear una arma química o biológica en cualquiera
de sus campamentos".
Y claro, el ataque con armas biológicas más
público en tiempos recientes aparentemente no fue el atentado realizado
por un terrorista enloquecido del Tercer Mundo, sino el de un enfurecido
científico en Estados Unidos que envió esporas de ántrax
por el correo a varios medios y legisladores federales en Washington.
Pero las consecuencias de esta cadena de eventos alarman
a Leitenberg y a otros expertos en armas biológicas y químicas
entrevistados por La Jornada pero que solicitaron el anonimato.
Las acciones del gobierno de Bush están generando
un mayor peligro en torno a estos tipos de armas, coinciden. "Están
catalizando una ampliación mayor tanto en el interés como
de las capacidades globales en el rubro de armas biológicas y su
uso bélico", considera Leitenberg.