La Casa Blanca promueve que la dirección
sea ocupada por legislador de Tennessee
El líder del Senado estadunidense renuncia tras
escándalo por racismo
El republicano Trent Lott expresó en público
opiniones que muchos emiten en privado
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 20 de diciembre. El senador republicano
Trent Lott fue obligado a renunciar hoy a dirigir el Senado de Estados
Unidos después de que su partido concluyó que el escándalo
provocado por sus comentarios racistas sólo se desvanecería
cuando fuera destituido de todo puesto de liderazgo.
Pero no fueron las opiniones racistas de Lott -las ha
sostenido durante más de 30 años- las que generaron el conflicto,
sino que las haya expresado en público.
El problema para el Partido Republicano no era que uno
de sus líderes sea racista, sino que al expresar sus opiniones públicamente
puso al descubierto, una vez más, la persistente discriminación
que llega incluso a la cúpula política.
Entre más tiempo permaneciera Lott en el puesto
de liderazgo de su partido más peligro había de que los reflectores
empezaran a apuntar hacia otros de sus colegas que también han usado
el prejuicio racial como parte de sus carreras políticas.
Varios líderes republicanos han buscado explotar
la veta racista en sus campañas, desde el veterano senador Jesse
Helms y el recientemente electo gobernador de Georgia, Sonny Perdue, hasta
el propio George W. Bush, quien durante su búsqueda por la presidencia
ofreció apoyo a una universidad que prohibía explícitamente
las relaciones amorosas entre estudiantes de diferentes razas.
Que Lott ha manifestado una posición racista durante
muchos años no está en duda. El senador por Mississippi se
ha opuesto a toda iniciativa de desegregación racial durante su
carrera política de 30 años; se manifestó contrario
incluso a establecer oficialmente un día para conmemorar al líder
del movimiento de los derechos civiles Martin Luther King.
Pero
estas posiciones, conocidas por sus colegas de ambos partidos, jamás
se habían considerado suficientemente repugnantes como para expulsarlo
del Senado, y menos para obstaculizar su elección como líder
de la Cámara alta cuando ocupó por primera vez ese puesto.
Todavía esta semana había legisladores republicanos
y demócratas que seguían expresando su apoyo a Lott y aceptaban
sus disculpas públicas por los famosos comentarios.
El problema que finalmente culminó con la caída
de quien habría sido uno de los políticos más poderosos
del país empezó hace dos semanas, cuando cámaras de
televisión grabaron un discurso que pronunció en la celebración
del centenario del natalicio de su colega republicano Strom Thurmond.
El hombre más viejo del Senado se retirará
este año, pero Thurmond es recordado por su campaña presidencial
de 1948 -cuando era gobernador de Carolina del Sur-, la cual era explícitamente
favorable a la segregación racial y contraria a todo esfuerzo del
gobierno federal, incluso con el uso de las fuerzas armadas, para obligar
a los estados sureños a permitir a los negros el acceso equitativo
a servicios e instalaciones públicas.
El aspirante a la Casa Blanca sólo obtuvo el apoyo
de cuatro estados ese año, pero se convirtió en un héroe
para los opositores de la integración racial. Tales corrientes de
opinión no eran inusuales entonces, pero ciertamente no se expresan
muy abiertamente hoy día, y menos por los políticos.
Pero fue en el festejo de Thurmond cuando Lott cometió
el error de expresar en público lo que cree en privado. "Quisiera
decir esto sobre mi estado. Cuando Strom Thurmond se lanzó a la
presidencia, nosotros votamos por él. Estamos orgullosos de ello",
declaró Lott en la fiesta por los cien años de Thurmond.
En el discurso, difundido por televisión, agregó:
"si el resto del país hubiera seguido nuestro ejemplo, tampoco hubiéramos
tenido todos estos problemas a lo largo de estos años".
La difusión en vivo de estos comentarios por la
estación de cable del Congreso, C-Span, no se registró en
ninguno de los noticiarios televisivos esa noche, ni en otros medios nacionales.
Pero algunos periodistas y comentaristas sí notaron algo que los
demás vieron como otro acto con un discurso más de un político.
Al repetirse las palabras de Lott se generó una reacción
de ira entre ciudadanos de todo el país, y empezó a convertirse
en un problema político que crecía cada día.
Durante las pasadas dos semanas, Lott se ha dedicado a
intentar resolver su crisis política. Primero insistió en
que sus comentarios fueron mal interpretados; después, cuando eso
no funcionó, ofreciendo disculpas por sus terribles palabras. Llegó
al extremo de insistir en que rechazaba toda la historia triste del racismo
en el país, se comprometió a cambiar sus posiciones y trabajar
en favor de una mayor integración y comprensión entre las
razas en Estados Unidos y aun aceptó ser entrevistado por la estación
de televisión nacional negra BET.
La Casa Blanca se vio obligada a condenar las declaraciones
y a distanciarse de su ahora ex aliado en el Senado, y se generó
un intenso debate en el partido sobre si destituir a su líder o
apoyarlo, o aun pedir que se retirara del Congreso.
Todo culminó esta mañana. Lott reconoció
que ya carecía del apoyo de una buena parte de sus colegas y de
la propia presidencia, y declaró que continuar como líder
sólo dañaría a su partido, anunció que ya no
sería el próximo dirigente de la mayoría republicana
del Senado, pero que permanecería como integrante del mismo.
"En el interés de promover la mejor agenda posible
para el futuro de nuestro país no buscaré permanecer como
líder de la mayoría del Senado de Estados Unidos para el
Congreso 108, efectivo el 6 de enero de 2003", dijo en un comunicado por
escrito difundido por su partido.
La Casa Blanca ya está promoviendo al senador republicano
de Tennessee, Bill Frist, para sustituir a Lott en su puesto de líder.
Al cierre de esta edición parecía que Frist había
logrado el suficiente apoyo entre sus colegas para ser electo nuevo líder
de la mayoría cuando se inicie el periodo legislativo, a principios
de enero.
Ex médico que durante el año anterior fue
el principal encargado de la recaudación de fondos para los senadores
republicanos, Frist es considerado "moderado" políticamente y aliado
cercano de Bush.
Pero como la mayoría de los senadores, Frist también
proviene de una familia rica que hizo su fortuna en el sector de productos
médicos. La empresa de su padre también ha sido acusada de
intento de defraudar al gobierno en sus contratos federales y ha pagado
multas por un total de 1.7 mil millones de dólares a causa de cobros
indebidos por procedimientos médicos.