ASTILLERO
Julio Hernández López
Rollo navideño
Exclusiva receta política de temporada
Lengua de Los Pinos, azúcar Sahagún y ajo USA-Biagra
TODO MUNDO anda encarrerado con los preparativos para la cena de mañana. Comenzando por la señora Marta, a la que toca llevar botana y postre a la mesa familiar del rancho San Cristóbal, donde doña Mercedes servirá el pavo que tanto gusta a Vicente. Y luego la fiesta de Año Nuevo, que le tocará a la presidenta de Vamos México, quien para la ocasión se esmerará con un bacalao de chuparse los dedos.
POR ELLO, y pensando siempre en su exclusiva clientela, esta sección de gastronomía política de altura tiene a bien compartir una receta y algunas sugerencias para la cena familiar de mañana: rollo agridulce de lengua a la guanajuatense.
TOMESE, PARA empezar, kilo y medio de lengua, marca Los Pinos, y, luego de cortarla en finas rodajas, sazónela con polvos de declaraciones fresquecitas, como esa del sábado reciente, cuando en su alicaído noticiero radiofónico el presidente Vicente Fox anunció como uno de sus propósitos de Año Nuevo "hablar con la verdad". Con mucho cuidado, distribuya sobre la lengua una brizna de ajo molido USA-Biagra (cuide la dosis, pues este producto, como su nombre lo indica, endurece en lugar de ablandar la carne, sobre todo si ello ayuda a cualquier interés comercial gringo), para que así el platillo vaya agarrando olores y sabores como de humor presidencial ante el año venidero que pinta de la patada, tanto que ni siquiera el otrora gladiador del trópico, André Manué el dicharachero, quiso entrarle al pleito con el primer refunfuñón del país ("Amor y paz", dijo el neohippie tabasqueño).
ES PREVISIBLE que la combinación le parezca aberrante y torpe, pero peores cosas habrá visto a lo largo de estos dos años recientes, así es que no diga nada y sumerja las rodajas de lengua en una mezcla hecha a base de azúcar glass Sahagún (de esa que de tan fuerte puede volver diabética a una hiel) con ensoñaciones discursivas de su esposo declinante. Deje reposar todo durante seis años y, al final, con toda precaución recoja lo que de país haya quedado o pase a devoluciones en el supermercado estadunidense más cercano a su corazón.
EN EL SUPUESTO caso de que la anterior receta histórica no funcionara, se recomienda tener a la mano, ya descongelados, algunos peces gordos de la empresa chihuahuense Contralo-ría, especializada en productos que causan risa. Tal cual sucede con las velitas vaciladoras de los cumpleaños infantiles, a las que se les sopla y se les sopla y nomás no se apagan, estos peces gordos son de fritura imposible y, por más que se les pone en aceite declarativo y se les anuncia a punto de cocción, se mantendrán más crudos e inaprehensibles que, por ejemplo, los romeritos (deschamps) de la campiña petrolera. Salta a la vista que con estos peces gordos vaciladores tampoco podrá resolver el problema de la cena, pero cuando menos podrá culpar a quien se le de la gana por sus fracasos: que si el Congreso, que si la recesión del vecino, que si el PRI, que si Salinas, que si...
POR ULTIMO, como remedio desesperado, si ve que no quedó en su punto el rollo de lengua y que tampoco funcionó el truco de los peces gordos eternamente fallidos, recurra al expediente infalible de prender la televisión y sintonizar algún programa de análisis extenso y profundo del caso Trevi. Enrédese en los pormenores del asunto, discuta con apasionamiento sobre los detalles que a todos los demás les han pasado desapercibidos, y disfrace la desgracia nacional de preocupación por el futuro del hijo de la Gloria extraditada (no olvide, cuando todo haya terminado, transmitir bendiciones a los comensales mediante alguna grabación que hubiese hecho monseñor Abascal, el padre capellán del gabinete de cocina).
(MAÑANA, CARTA a Santaclós: haga todo lo posible por no leerla.)
ASTILLAS:DESDE SEMANAS atrás se hablaba del presunto desencanto de Juan Francisco Ealy Ortiz, dueño de El Universal, por los resultados comerciales y periodísticos que le estaría ofreciendo Ramón Alberto Garza. Según eso, los proyectos del creador del concepto Reforma eran demasiado caros y pretenciosos. Además, parecería chocar irremediablemente la clonación que Garza quería hacer del ostentoso diario de los Junco con un medio, El Universal, cuyos lectores apreciarían más el aviso oportuno que los nuevos rejuegos gráficos. También pesó a la hora de las decisiones la percepción del foxismo y, sobre todo, del martismo, que parecía haberse infiltrado en algunas columnas con el sello de la casa. Casi un año atrás, cuando estaba por cerrar el trato con Garza, Ealy reconsideró la posibilidad de dejar en el cargo ejecutivo a Roberto Rock, un colaborador probadamente fiel (y de notable calidad periodística) que ahora podría estar en vías de retornar a la dirección editorial, sobre todo después de que el proyecto al que fue enviado en una especie de exilio, El Universal Gráfico, que de vespertino pasó a una competencia matutina con su hermano mayor, había comenzado a reportar mejores números que éste... Aprovechando que escribir columnas es, en estos días, una apuesta por la clandestinidad, el tecleador de las presentes líneas aprovecha para comentar sobre temas que algunos lectores despistados le plantean por Internet: el título de esta sección es una manera de asentarse en el territorio del desconsuelo, la desesperanza y el escepticismo que Juan Carlos Onetti ha creado en sus obras, entre ellas El astillero. Cuando esta columna fue creada, hace ya seis años, la vida política parecía como ese mundo de Astillero, en que alguien podía llegar muy temprano a las ruinas de lo que habían sido unas oficinas para hacer como que buscaba y ordenaba papeles de lo que había sido una empresa diligente y hasta próspera. De hecho, la política era Ƒes? esa misma historia de falsedades sabidas, de rituales tragicómicos, de juegos sombríos. Como, además, este tecleador deseaba alejarse de los títulos tradicionales, solemnes, politizados y presuntamente reveladores, se fusiló el nombre de una de las obras del gran escritor uruguayo... Y, por lo pronto, šhasta mañana!
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