Su trabajo, por dinero y para alejarse de la soledad
Hombres de carne y hueso, debajo del disfraz del rubicundo Nicolás
JOSEFINA QUINTERO M.
Hoy es el último día para el San Nicolás de la Alameda. Vestido con su atuendo rojo y por dentro forrado de colchón, que presente su mejor rostro. Su tarea: "conseguir el mayor número de personas que deseen tomarse la foto con él". La estancia de Santa en el centro de la ciudad duró nueve días, los cuales por casi 10 horas bailó, sonrió y saludó a todo aquel que recorrió avenida Hidalgo.
Sin embargo, detrás de esas barbas blancas está un José Bueno o un Carlos Sánchez, Omar Pereira y otros más que forman parte de los 47 Santaclós de la Alameda Central. De oficio carpintero, soldador, maestro de la construcción o árbitro de fútbol buscan, además de un poco de dinero, alejarse de la infelicidad y de la nostalgia que provoca la soledad en Navidad.
Carlos Sánchez, soldador, viste desde hace cinco años cada diciembre como Santaclós y explica sus razones: "me gustan los niños, son tiernos, no piensan en otra cosa que en jugar. Los pequeños se sientan sobre mis piernas, me piden juguetes, ropa y algunos salud para su familia. Con ellos me olvido de los problemas que desintegran los hogares". Esta vez, dice, no pide nada para Navidad, pues no celebra la Noche Buena, el 24 de diciembre duerme como siempre en compañía de su hijo.
Doña Angela Rocha, se sumó desde hace 15 años a la Unión de Fotógrafos de la Alameda. Sólo espera terminar bien la temporada. "El primer día que llegué, como cerramos tarde, nos asaltaron. Eran tres chamacos, y ahora cada noche pido llegar bien a mi casa".
Durante 30 años el esposo de Angela Rocha se encargó de administrar el negocio, pero al morir ella, tuvo que ponerse al frente. "No es fácil para una mujer -comenta- tratar con el líder, pero bueno, esta vez por lo menos aumentamos el precio de las fotografías; por cuatro las dimos en 40 y ahora ya nos las pagan a 50 pesos".
A pesar de que cada diciembre su salud empeora, Angela Rocha diseña su escenario, porque sabe que los adornos, la música y las luces son los atractivos. Su experiencia de casi 45 años le dice que mostrar un Santaclós joven, sonriente y bien comido le augura la toma de más de 100 fotografías por día.
Sin embargo, sabe que no todos aguantan la temporada, pues el calor que le provocan las luces, estar riéndose cuando tienen ganas de ir al baño o el hambre, los hacen renunciar, y contratar a un San Nicolás no es cosa fácil.
Los 15 años que José Bueno, árbitro de futbol, ha vestido como Santaclós le han dado gratas experiencias: "la inocencia de los niños quita de la mente al asesino Orlando Magaña, los asaltos de todos los días. Es mejor creer que exista un hombre bueno que ayuda a los demás".
Los espacios de la Alameda se conservan por generaciones, así como sus visitantes, que primero fueron niños y ahora se han convertido en padres.
Por eso José Bueno, desde el 15 de diciembre, como cada año, llega todas las tardes para olvidar los malos tratos que le da la ciudad, con la certeza que para él las cosas no cambiarán. Seguirá con su bajo salario, lo cual implica que se retrase en la renta, tener poca comida en la casa, pero dice: "mañana es Navidad".