Juan Saldaña
Año nuevo
Año nuevo y vida vieja pareciera ser la implacable
ecuación a que se enfrentan los mexicanos hoy en día. Año
nuevo que decreta, de manera inevitable, el mecánico paso del tiempo.
La terrible oscilación del péndulo que nos lleva, tradiciones
al margen, a enfrentar una vez más nuestros ancestrales problemas.
El suplicio de la gota en la frente. Pasan los días y los años.
También pasan las centurias, los hombres y las sociedades. Pasan
y transcurren los tiempos de la historia mexicana y también se detienen
en nuestros tiempos los problemas que tercamente amenazan con impedir el
lento y doloroso ascenso de la nación.
Languidece el desarrollo mexicano presionado por dos visiones
polares de la sociedad y de su desarrollo. Quienes llevados por optimismos
sin realidad que los sustenten reiteran hasta el hartazgo los beneficios
que supuestamente aporta al país la acción del gobierno se
ufanan de poseer las fórmulas del progreso nacional, las claves,
los conocimientos, las experiencias. Son éstos los portadores de
los eternos planes y programas. Los secretos del avance mexicano. Son los
poseedores de las fórmulas. Los detentadores de las soluciones.
Casi siempre son los iluminados del poder. Los gobiernos en turno. Los
que sí pueden.
Frente a ellos, larvados o evidentes, se destacan quienes
opinan distinto. Muchos añoran las mieles del poder. Otros saben
que no llegarán pero vislumbran logros y ambicionan prebendas por
los caminos de una oposición oportunista y resentida. Incursionan,
cuando pueden, en doctos análisis sobre la realidad nacional o simplemente
se entregan al insulto fácil, a la diatriba, a la provocación,
con la triste esperanza de encontrar respuesta, una ingenua contestación
del poder que los distinga, que los convierta en interlocutores, que los
introduzca a la polémica, que otorgue, en suma, carta de ciudadanía
a sus tercas ambiciones. Como microbios han existido siempre. Constituyen
la fauna de acompañamiento del jolgorio nacional.
Tales son los protagonistas inmediatos en la discusión
nacional. Tal es el panorama evidente. No sirven los partidos. No son punto
de referencia para esta discusión. Los partidos políticos
se ubican en otro orden de cuestiones. Nuestra pluralidad presidida por
el empeño verdaderamente democrático de unos cuantos no alcanza
a consolidarse. Lo hemos dicho: el voto es relevante pero no lo es todo.
Constituye sólo el inicio de un largo proceso. Es detonador de otras
realidades aún por alcanzar.
Ante este panorama el pueblo mexicano espera. Ha venido
esperando por siglos. Viene de lejos con sus reclamos y con sus querellas.
El pueblo sigue ahí, esperando. Al pueblo no le queda claro aún
cuáles son los verdaderos beneficios de una democracia comicial
como la nuestra. Al pueblo mexicano no le queda claro en qué momento
comiencen a resolverse los problemas. Las mayorías populares continúan
esperando las medidas eficaces contra el hambre y la injusticia. Aún
esperan que la democracia, que ellas han impulsado con denuedo, se traduzca
en bienestar, en seguridad, en desarrollo. Ahí están, esperando.
Día a día, especialistas domésticos
y extranjeros vuelven la vista a nuestra realidad y expresan tesis y opiniones,
comparten información y conclusiones. ¿Es viable México?,
¿campo e industria?, México ¿exportador? México
¿pan y educación? México, su campo y su agua. México
y sus trabajadores, estacionarios y migrantes. México en noveno
lugar. México en el lugar sesenta o setenta. Estado o iniciativa
privada. Gobierno directivo o gobierno administrador. Falansterios o ciudades.
La lucha por el trabajo y la paz. Seguridad, seguridad, seguridad...
Feliz año nuevo...¿para qué?