URGENTE COMPROMISO CON EL CAMPO MEXICANO
El
próximo primero de enero entrará en vigor el capítulo
agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
y con ello el campo nacional -abandonado a su suerte desde hace al menos
dos décadas- será sometido a una competencia extranjera desigual,
fuertemente subsidiada, abusiva e injusta, que no hará sino ampliar
la dependencia alimentaria del país, empobrecerá todavía
más a los productores mexicanos, agudizará la indignación
y el desamparo de millones de campesinos y será causa de mayores
tensiones sociales.
Con todo, la responsabilidad por el abandono del agro
y la rendición de la soberanía alimentaria de la nación
no se circunscribe a factores externos. Por el contrario, los sucesivos
gobiernos, al menos durante los últimos cuatro sexenios, son los
causantes de gran parte de la terrible situación que aqueja al campo
del país.
La aplicación de políticas antisociales
en materia agropecuaria para favorecer a empresas trasnacionales (como
la vulneración oficial de las cuotas de importación durante
el gobierno de Ernesto Zedillo), el desprecio por los trabajadores agrícolas,
la corrupción en las instituciones de desarrollo rural, la rendición
ante los dictados del extranjero durante la negociación del TLC,
la tolerancia e incluso la displicencia ante la depredación ecológica,
la insuficiencia o la manipulación electorera de los apoyos al agro
y la falta de voluntad gubernamental para establecer una estrategia de
Estado para el desarrollo y la protección del sector primario nacional
son sólo algunos ejemplos de la saga de lacras que, desde la autoridad,
se han perpetrado contra los campesinos, ejidatarios y pequeños
productores mexicanos.
El propio gobierno de Vicente Fox no ha sido capaz de
colocarse a la altura de las circunstancias, pues mantiene las mismas prácticas
y estrategias agropecuarias que sus antecesores priístas, se ha
limitado a repartir promesas de apoyo económico, a todas luces insuficientes
y tardías, y no se ha atrevido a comprometerse de manera cabal con
los productores mexicanos.
La suspensión temporal de las disposiciones agropecuarias
del TLC -que habría sido una opción solidaria y además
prevista en las disposiciones del propio tratado y de la OMC- fue rechazada
por la presente administración tras las fuertes presiones ejercidas
por Washington y los personeros nacionales y extranjeros de las trasnacionales
agropecuarias.
Si bien es cierto que la crisis del campo mexicano es
de índole estructural y tiene raíces que se remontan muchos
años atrás, tal situación no explica ni justifica
el entreguismo y la pasividad de la presente administración frente
a la invasión de productos agropecuarios extranjeros.
La devastación del campo nacional y de quienes
lo trabajan tendrá, si no se ataja oportunamente, graves consecuencias
en términos económicos y sociales: el país rendirá
su soberanía alimentaria ante el extranjero, la presión migratoria
de campesinos a las grandes ciudades y a Estados Unidos crecerá
notoriamente, se destruirán miles de puestos de trabajo y la pobreza,
la desigualdad, la ruina de los ecosistemas y las tensiones sociales se
incrementarán peligrosamente.
Los anuncios de movilizaciones y bloqueos de vías
de comunicación realizados en días recientes son apenas un
reflejo de la desesperación y la irritación que aqueja a
los millones de mexicanos que verán en 2003 -de no enfrentarse con
determinación esta crisis- la destrucción de sus fuentes
de ingreso y de su modo de vida.
Por ello es imperativo un compromiso del Estado en favor
del campo mexicano y una actuación decidida de las autoridades para
frenar la competencia desleal, la depredación comercial en materia
agropecuaria y la agudización de la pobreza y los conflictos en
el país.
El ejercicio de mecanismos legales y compensatorios previstos
en los propios acuerdos comerciales firmados por México, y el establecimiento
de una política integral de apoyo al agro y a quienes de él
dependen, son medidas necesarias y urgentes. La soberanía alimentaria,
la estabilidad social y el desarrollo justo y solidario de la nación
están en juego.